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jueves, 20 de diciembre de 2018

La austeridad según Morena








Clemente Castañeda Hoeflich


La austeridad ha sido una de las principales muletillas empleadas por el nuevo gobierno para justificar sus decisiones. Se ha dicho que sólo con austeridad y honestidad se logrará enfrentar la corrupción y se ha dicho que la austeridad también abatirá la brecha de desigualdad que impera en el país.

Bajo esta premisa, el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación contempla múltiples recortes presupuestales. Por ejemplo, la Secretaría de Cultura observa una disminución presupuestal que la deja en 12 mil millones de pesos, que, en términos reales, es la mitad de lo presupuestado a inicios de la administración anterior. Al campo, que debería concebirse como un motor de desarrollo y un paliativo de las desigualdades sociales, se le recortan 15 mil millones de pesos, y en materia de salud, el programa para la atención de la obesidad y la diabetes prácticamente desaparece del presupuesto.

Al ramo de la educación, como han señalado muchas voces, se le imponen recortes drásticos. A las universidades públicas, en nuevo “error mecanográfico” del nuevo gobierno, se les disminuyeron importantes recursos públicos; al Programa para la Inclusión y Equidad Educativa, se le reducen 55 millones de pesos, lo que equivale al 30% de su presupuesto; y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología pierde seis mil millones de pesos, lo que significa 10% menos de recursos. Todo esto resultaría contradictorio para un país que le apuesta a la formación de los jóvenes.

En otro contexto, las instancias del Sistema Nacional Anticorrupción, encargadas de atender y enfrentar uno de los principales problemas de la agenda pública nacional, sufren, en su conjunto, un recorte de más de cinco mil millones de pesos, además de desaparecer al Anexo Transversal en materia de anticorrupción creado en el Presupuesto 2018, lo que también pareciera contradictorio para un gobierno que hizo de la corrupción su principal bandera de campaña.

En contraste, la austeridad no se manifiesta con esta misma intensidad en otras áreas de la administración. El rubro de publicidad oficial y comunicación aumenta más del 50%, llegando a más de tres mil 500 millones de pesos; y Morena, como instituto político, recibirá más de un mil 600 millones de pesos porque se ha negado a reducir el financiamiento público a los partidos.

La austeridad republicana para Morena y el gobierno federal sigue siendo un discurso de campaña, de modo que el presupuesto 2019 implica más una redistribución del gasto que una nueva política para su ejercicio. La austeridad de este gobierno se ha traducido, por ejemplo, en eliminar estructuras para transferir los recursos a nuevos programas que hacen lo mismo o en mantener los altos impuestos a las gasolinas para financiar los grandes proyectos como el Tren Maya o las refinerías.

Muy elocuentemente, la diputada de Morena, Dolores Padierna, al votarse ayer en la Cámara de Diputados una reserva para eliminar el gasolinazo, dijo: “Desechada la propuesta de quitarle recursos al presidente López Obrador”. En pocas palabras, que se aplique la austeridad a los demás, pero no a los intereses del Presidente y su partido.

*Senador de la República de Movimiento Ciudadano por Jalisco.


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