BENITO TAIBO, EL REALISTA Y EL
FANTASIOSO
Discreto,
lúcido y creativo, Benito Taibo es uno de los periodistas más destacados de
nuestro país, quien en silencio hace una labor en favor de la lectura y,
también, se ha tomado el reto de escribir sobre lo que ocurre en su imaginación
sin dejar de ver la realidad nacional.
Gran
lector, no podía dejar de lado lo que los libros han hecho por su imaginación,
de allí que aborde la escritura de creación donde despliega lo que en su ser
vive en contraste con lo que mira y reflexiona desde el periodismo, porque
Benito Taibo es, sobre todo, un periodista que a lo largo del tiempo no ha
dejado de observar el acontecer nacional para pensarlo y criticarlo de una vez.
Durante
una visita en 2013 a la Feria Internacional del Libro, y en alguna de sus
charlas ofrecidas a los jóvenes en ese año, dijo que “el libro es vital para la
vida; es capote de torero, escudo contra las flechas de la estulticia, de la
estupidez. El libro es almohada de plumas para tener mejores sueños, es refugio
y tabla para el náufrago, ladrillo que construye ciudadanía, que construye
universos”.
Algo
que sabe muy bien, ya que gran parte de su labor la dedica a esa pasión que
poco a poco en nuestro país se está perdiendo: casi nadie quiere ser un lector,
y pocos se dicen lectores y lo demuestran, en la actualidad quien lee unos
pocos libros de inmediato cree tener la capacidad de ser otra cosa, y se vuelca
a la escritura y abandona ese silencioso, ameno y discreto oficio de lector.
Taibo hace ambas cosas a la vez: es un lector y un escritor, y es claro que
también un periodista.
Como
promotor de la lectura, pese a todo, Taibo es optimista, y alguna vez declaró a
la agencia Efe que “En México se lee más de lo que se cree y de lo que dicen
las estadísticas, porque las estadísticas toman de punto de partida a toda la
población, y no se puede aspirar a un país de lectores si tenemos 40 o 50
millones de pobres”.
Quizás
tenga razón y sería positivo que lo fuera, lo cierto es que en estos días el
escritor promueve el Mundo sin dioses,
obra en la que abre esa posibilidad a su imaginación luego de ser un periodista
que mira sin cesar la realidad.
Por
ese oficio suyo de periodista, se le reconoció en la pasada FIL con el Homenaje
Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez.
LOS ROSTROS DE HUBERTO BATIS
A
Huberto Batis mucho lo conocieron por su labor de editor de uno de los mejores
suplementos culturales que se hayan hecho en México: Sábado del diario Unomásuno,
fue un espacio donde fluyeron las ideas y la imaginación de autores de
Hispanoamérica y el mundo. Espacio increíble que durante muchos años nutrió a
quienes tenían sed de lectura.
No
obstante, a Batis quizás lo que más le llenó de orgullo fue otra publicación,
aquella que le hizo escribir un libro y que se llamó Lo que Cuadernos del Viento nos dejó, donde puntual narró lo que
esa revista le había enseñado.
Quienes
le conocieron guardan muy buenos recuerdos de ese autor y editor que nació en
Guadalajara en 1934 y fue un personaje muy particular, ya que, pese a que fue
autor de algunos pocos libros que le dieron sustento para ser lo que fue, como Estética de lo obsceno y otras exploraciones
pornotópicas (1983), fue el trato con él lo que dieron a conocer no hace
mucho cuando la muerte lo alejó en definitiva de las esferas culturales.
Batis
falleció el pasado 22 de agosto y una lluvia de recuerdos de sus cercanos y
admiradores no se hizo esperar. Como los que escribieron algunos autores en el
suplemento Confabulario de El Universal.
Guillermo
Fadanelli escribió: “Huberto Batis se desdobló varias veces a lo largo de su
vida, murió otras tantas y renació siempre empujado por un impulso genuino, el
cual daba fe de una curiosidad incansable y de un ánimo que impregnaba todo su
quehacer y su mirada”. Y nuestro vecino tapatío Rogelio Villarreal: “Huberto
Batis sustituyó a Fernando Benítez en la dirección del Sábado en 1984. ¿Cómo lo conocí? No sé, no me acuerdo. Quizá me lo
presentó Gustavo García, crítico de cine del suplemento que desde 2013 esperaba
a Batis en algún lupanar del paraíso, o del sibarita Andrés de Luna, otro
erotista consumado.
Finalmente,
Fadanelli lo describe de manera impecable: “Huberto Batis fue un observador
agudo y un cazatalentos de legendaria puntería. Con sus técnicas sanguinarias
destripó a muchos aspirantes a escritores, pero impulsó a otros. A lo largo de
su vida estuvo rodeado de jóvenes que se convirtieron en referencias de
generaciones”.
En
la pasada FIL se le hizo un homenaje póstumo.
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