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miércoles, 21 de noviembre de 2018

Migrantes en tránsito







Un momento por favor                      


J. Jesús Juárez Martin




Iniciemos con una realidad histórica: los humanos no son originarios de América, llegaron en oleadas sucesivas por las Islas Aleutianas y el Estrecho de Bering, recolectoras las tribus, y cazadoras para su alimentación; las glaciaciones facilitaron el ingreso como autopista sin cobro, tras los animales que buscaban instintivamente lugares menos gélidos con pastos verdes, también trashumantes, largo tiempo, hasta que se descubrió la bendita agricultura que les permitió ser tribus sedentarias, quedando en sus genes el espíritu migrante, aventurero, realizador de sueños  porque aunque no tenga necesidades físicas, los sueños no los cierran ni montañas, ni océanos, ni las murallas de las antiguas ciudades; el poder, las necesidades, la imaginación impulsan la migración, como salida, emigración, como llegada: inmigración. Nuestro aterido México, vive una inmigración de centroamericanos con destino al norte, el señuelo es sobrevivencia y como culmen: “El sueño americano”.

Durante la segunda década nuestra Patria vivió la Revolución, de los 13 millones iniciales en 1920 la población descendió a 11 millones y no todos fueron caídos, la mayor parte emigró a diversos destinos de la Unión Americana,  actualmente se calcula en 125 millones la población mexicana y algunos millones emigrados a otros países, la mayoría viven en los Estados Unidos de América.

Hacia mediados del siglo México vivió un programa de bracerismo: Brazos útiles para los norteamericanos. “revelador del fracaso de la Revolución Mexicana” (Proceso 1977 José Ramón Guillén) después de una serie de repatriaciones de mexicanos, en 1921, 1927 a 1933 y 1939 exclusivamente mexicanos por parte de los Estados Unidos: Falacia la “Buena vecindad”, siempre con la cara sonriente en la firma de tratados y la adustez en el trato y maltrato a los mexicanos en el vecino país.

Nuestro México no ha tenido el desarrollo requerido por el pueblo, porque los vicios detectados del Gobierno siempre lleva la orientación de gobernar para los menos y dejar a los demás, luchando por el mejoramiento copado en el régimen económico, promisorio, pero la igualdad de oportunidades no existen, ni se fomentan, sólo promesa democrática que empobrece.

Una situación prevista agorera del cambio político por las armas, se ha realizado en las urnas, no con las fuerzas armadas protagonistas en otras ocasiones y aunque una mayoría votante de 30 millones, no garantiza el auténtico cambio conveniente para el país, lo deseamos y hasta oramos por ello. Los primeros cambios valiosos serían de intencionalidad honesta, democrática, sin revanchismo ni protagonismo.  El primer cambio será el de ciudadanos cumplidos, ejemplares, gobernantes creativos a favor del pueblo en apego y respeto al derecho, no revanchistas con ansias de protagonismo.

Volviendo a los migrantes centroamericanos en tránsito, tiene su origen en las situaciones de violencia, de inseguridad social, falta de fuentes de trabajo, porque los gobiernos no han podido o no han querido enfrentar los problemas internos de convivencia y tal vez el pueblo esté cansado de promesas sin realización en la apariencia de naciones democráticas.  Recordemos la violencia sucedida desde antes de los años ochenta del activismo político de los emigrados en la Unión Americana, deseaba acciones contra los gobiernos o estaban contra ese supuesto, pero agitaban al interior del país en que vivían, mientras la población civil de los países como Nicaragua, el Salvador, sufría la guerrillas y las consecuencias de la lucha armada, las prédicas que iban contra sus intereses o denunciaban no se toleraban, disentir era riesgo  de muerte, como sucedió al Pbro. Romero en el Salvador. El apoyo se extendió a movimientos izquierdistas de Centroamérica,  salvadoreños  y migrantes guatemaltecos que tuvieron  organización comunitaria y política, a tal grado que pretendieron intervención militar.

Esto que se señala es la base de las inquietudes donde la seguridad pública es rebasada por los problemas, muchos otros factores impulsan a los migrantes a buscar otros horizontes, desafortunadamente de los ocho mil migrantes muchos no saben apreciar la mano amiga, los gestos de solidaridad, los alimentos proporcionados, el transporte proporcionado, además  sus desacuerdos  entre ellos sin respeto y orden, puede ser  polvorín de violencia que para evitar daños superiores, se emplearía la fuerza  militar para restablecimiento del orden y respeto, quedando claro que México no tiene suficiencia de compartir los servicios, trabajos, la educación a los menores, la asistencia médica y que cruzar la frontera norte es un riesgo grave para los migrantes centroamericanos y mexicanos y que todos los humanos en alguna forma somos migrantes.


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