Los conjurados
Ricardo Sigala
En 1997 el
sociológo estadounidense Richard Sennett publicó su libro La corrosión del carácter. Las
consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Ese mismo año
recibió el Premio europeo Amalfi de sociología y ciencias sociales. El libro
fue celebrado por personalidades de la talla del historiador británico Eric
Hobsbawm, quien dijo que se trataba de un “libro hermoso y conmovedor”, que
alertaba a Europa sobre lo que le podría suceder si seguía el camino que habían
“tomado los Estados Unidos y en alguna medida Gran Bretaña”. Ciertmanete La corrosión del carácter fue recibido
muy bien por ciertas élites intelectuales, en especial del mundo de las humanidades;
sin embargo, poco despertó interés en los lectores de otras áreas y mucho menos
en los lectores comunes y corrientes.
Ese libro que en
su momento fue considerado por muchos como algo más bien exótico, a dos décadas
de su publicación se presenta como una fuente fundamental para la comprensión
de la dinámica de nuestras vidas. ¿Cuáles son las consecuencias que tiene en
los individuos las nuevas formas del capitalismo? La respuesta es clara: la
corrosión de carácter.
Sennett nos
advierte, por una parte, de la extinción del modelo tradicional del trabajo
capitalista consistente en el dominio de organizaciones jerárquicas rígidas, en
las que los trabajadores poseían identidad firme y una personalidad formada; y
anuncia, por otra parte, el naciente modelo de empresas en permanente
crecimiento y cambio, que se caracterizan por una extrema flexibilidad y por
tener objetivos a corto plazo, en ellas se habla de la necesidad de que los
individuos se reinventen constantemente y sobre la sobre la marcha, asistimos a
una constante renovación de personal. Este nuevo fenómeno que se presenta como
un modo sano de competencia, engendra también algunas situaciones a considerar:
por una parte, la experiencia, el conocimiento adquirido y el talento dejan de
ser valorados, pues el valor supremo se basa en la novedad; y por otra, los
individuos se invisibilizan, porque sus trayectorias pasan a segundo plano, al
sólo valorarse la inmediatez y el permanente cambio.
Cuando el
individuo no puede tener una estabilidad laboral ni crea una identidad firme
ligada a su puesto de trabajo y su profesión, se ve sometido a una falta de
certezas que lo arrastra en una deriva que lo precipita de a poco a un futuro
incierto. Esta imposibilidad de definirse a sí mismo, y la poca valoración de
su talento y trayectoria, llevan a que pueda padecer una personalidad frágil,
una corrosión del carácter, dice Sennett, que se materializa en individuos sin
valores colectivos, sin consciencia social, sin respeto a las instituciones,
pues se vive en la inmediatez, en la permanente caducidad.
La historia le
ha dado la razón al libro de Richard Sennett, su interpretación de las
relaciones de trabajo en el nuevo capitalismo ha invadido casi todos los
ámbitos de nuestra existencia: tanto en los empleos más elementales como en los
de los profesionistas, en las instituciones y en los planes de gobierno tiende
a desaparecer la lealtad, el compromiso mutuo, los objetivos a largo plazo y la
gratificación en función de objetivos futuros; la sociedad contemporánea nos
exige sacrificar todo sentido de compromiso a largo plazo, sobrevalora la
obtención de logros inmediatos, aunque no sean trascendentes; nos demanda
disposición para cambiar constantemente de trabajo, de profesión, de lugar de
residencia, de aliados empresariales, políticos y laborales. Incluso va más
allá y nos exige cambiar de códigos morales o en el peor de los casos a prescindir
de ellos, y finalmente nos exige no pensar, no ejercer el criterio.
Este fenómeno
ha provocado una especie de ley de la selva, en la que todo se justifica si se
cumplen los requerimientos del nuevo modelo de producción, son el dinero fácil
e inmediato que ostentan los pseudo valores de la corrupción, el narcotráfico,
la falta de respecto a los derechos laborales y los más estrictos derechos
humanos. Quizás por eso hoy en día mucha gente se indigna más por el maltrato
animal que por la dignidad de una persona migrante, se exaspera más por la
suspensión de una obra como el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que por
el territorio de muerte e impunidad en que se ha convertido nuestro país. Es lo
que había previsto Richard Sennett cuando hablaba de la corrosión del carácter.
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