Juan
José Ríos Ríos
Las
últimas tormentas que se han precipitado por el Valle de Zapotlán, dejaron al
descubierto la urgente necesidad de que a las autoridades que tienen
competencia implementen medidas adecuadas para controlar el cambio de uso de
suelo, sobre todo en los cerros y montañas que circundan al valle, muy en
especial las del lado oriente.
Por el lado sur oriente donde
existen colonias con una gran densidad de población, como Solidaridad, han
proliferado los asentamientos, la edificación de casas, ranchos pero, sobre
todo, sitios donde se fabrican y queman ladrillos para la construcción y en
cuyo cocimiento se emplea materia orgánica que genera humos que invaden los
hogares a todas horas del día, pero sobre todo de noche, poniendo en riesgo la
salud de miles de personas sin que a ninguna autoridad les preocupe para
intervenir.
Independientemente de ello, estos
sitios de elaboración de ladrillos generan desechos en barros que, al llover,
son arrastrados hacia las partes bajas y quedan esparcidos en calles y avenidas
que, al secarse, se transforman en polvos que inundan hogares, comercios,
sitios donde se consumen productos comestibles y dando además un triste
aspecto, lo que se puede apreciar por la Avenida Alberto Cárdenas, por donde
existen infinidad de negocios establecidos y es la entrada principal a Ciudad
Guzmán.
Estos arrastres, en un alto
porcentaje, miles de toneladas sin duda, terminan en el vaso de la Laguna
Zapotlán, contribuyendo a su contaminación y azolvamiento. Bien es cierto que
las personas tienen derecho a construir viviendas, casas de campo, ranchos y
otro tipo de sitios de esparcimiento en tierras que sin duda son de su
propiedad, el asunto es que tal vez las obras que para ello se realizan no van
aparejadas con acciones que no causen problemas por las tierras movidas y que
al llover se vienen con fuerza y se esparzan en las colonias Solidaridad,
Otilio Montaño, Unión de Colonos, López Mateos, Bugambilias y cuanto sitios
poblado hay en sus cercanías.
De igual forma, las personas que
fabrican ladrillos para la construcción tienen derecho al trabajo u oficio del
que viven, pero este derecho que se dan afecta a miles de familias por los
humos que producen al quemarlos, al emplear materia orgánica en lugar de otro
tipo de combustión que no contamine para que no dañe la salud de los demás, que
también tienen derecho a vivir sin este tipo de problemas que, se insiste, a
ninguna autoridad, sobre todo de salud, le ha preocupado, siendo miles de
familias las que día a día viven el calvario y ven amenazada su salud y con
ello su vida.
Ante toda esta serie de anomalías,
justo es que el nuevo gobierno municipal tome cartas en el asunto y como
autoridad se coordine con las dependencias que sean necesarias a fin de
corregir los problemas que se derivan de muchos años de ignorarlos por
autoridades anteriores y que, hoy, reviste carácter de urgente, no solo por los
lodos que inundan todo, que azolvan el vaso de la Laguna Zapotlán, que se
quedan en las calles sin que nadie los retire pese al mal aspecto y la
contaminación que generan, sino por la contaminación ambiental que afecta hogares,
negocios e imagen de la ciudad, por los humos que envenenan el aire y
respirado, como castigo, las personas que viven en las colonias que, en otros
tiempos, se ufanaban de poblar una de las mejores zonas, para vivir, de Ciudad
Guzmán. La pregunta es… ¿Se hará algo?
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