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domingo, 14 de octubre de 2018

La ética profesional en peligro de extinción




*Mercedes Imelda Avalos Ruiz


En la cotidianeidad del mundo y la sociedad actual, encontramos que por supervivencia,  convencionalismo, ambición y necesidad,  el trabajo se ha convertido en una actividad directriz del ser humano. Acción para la cual se requiere que exista una preparación básica hasta para desempeñar el más sencillo oficio como lo hacen el cargador o el zapatero, que han aprendido a manejar sus herramientas y capacidades de forma hábil. Con mayor razón cuando la labor a desempeñar requiere un sustento teórico o científico, como sucede en el caso de las profesiones tan diversas que existen en la actualidad y son reconocidas y valoradas por la sociedad de acuerdo al impacto y beneficio que ocasionan a la misma.



Precisamente, para obtener un rango de mejor cotización, la demanda contemporánea exige que cada persona se aplique en lo que concierne a sus tareas, procurando una actualización permanente; ya que con el manejo de las redes se abren horizontes informativos ilimitados y de evolución permanente. Ello implica para el profesionista demostrar sus habilidades y conocimientos respaldado además en algo que pareciera que está a punto de extinguirse y por desconocimiento las generaciones más jóvenes no lo valoran, ni lo viven y cuando saben de su existencia es difícil que se lo apropien, por ignorancia, desinterés o por validar como prioritarios otros aspectos de sus ejercicios. ¿De qué estamos hablando? Pues de la Ética Profesional. Por si no la conocen, he de comentar que en el trabajo hay algo más importante que la eficiencia, porque se trata de un factor que precisamente la hace posible, funciona como razón de ser de una genuina validez en el quehacer de las profesiones.

Según mi experiencia y humilde opinión, he de agregar que las bases de la Ética Profesional, considerada en la actualidad como perla negra, se van forjando en el núcleo familiar, con el ejemplo de los progenitores y la dinámica que al interior del hogar se sucede. Pero hay que reconocer que ante la actual incorporación al ámbito laboral de ambos padres de familia, los hijos crecen en guarderías, al cuidado de la nana, la empleada doméstica y en el mejor de los casos, de algún familiar. Por lo tanto, no se forjan los valores de acuerdo a los lineamientos de los padres, el poco tiempo que comparten, se vuelven más permisivos, intolerantes y es poca la calidad y tiempo dedicado, como para ir apoyando y enseñando la vivencia de valores.

También las instituciones educativas que apoyan en el  proceso de formación de los individuos, reafirman o minimizan lo aprendido en el ámbito de origen. Pero de igual manera, si no hay Ética Profesional, el educador, del nivel que sea; se dedica a sus labores académicas de una manera deshumanizada, identificando una cantidad de alumnos y no personas en específico.

Se suma a todo esto la influencia que existe en la actualidad de las redes sociales y la convivencia en un micro y macro sistema, en que se van borrando reglas, se llega al libertinaje, permisividad y se confunden conceptos que debieran regir nuestra vida cotidiana.

Una persona que ha adquirido experiencia en el ejercicio de su profesión y se ha actualizado, implementa innovaciones tecnológicas y deja ver su activismo para recomendarse en su labor, es de suponerse que lo consideremos bueno en lo que hace. Pero cuando encontramos a alguien que ofrece “un plus” a su ejercicio profesional, decimos que es un profesionista, que cuenta con Ética Profesional. Es una persona que es reconocida por asumir de forma correcta la responsabilidad que se le ha otorgado sin mucho alarde.

Puedo decir que tuve la fortuna de tener en mis padres un buen ejemplo de honestidad y legalidad que me han marcado para toda la vida y muchas veces quisiera ser flexible para algo que, según algún pensamiento ligero, diría que no afecta a nadie así que puedo permitir ciertas concesiones. Pero me doy cuenta que no va con mis orígenes ni convicciones, ni con lo que yo pido y reclamo de la sociedad actual y en especial de los profesionistas de mi gremio. Estas experiencias familiares y educativas me dan la pauta a seguir en la actualidad procurando una actualización permanente y un servicio fundamentado en la legalidad, responsabilidad y honestidad.

El ejercicio de esa manera, con los valores como complemento de la preparación y conocimiento de cualquier profesionista, permite el rescate de conductas favorables para la Institución en donde se desempeñan; anteponiendo la eficiencia y obteniendo beneficios propios al ser estimado no sólo por sus aptitudes sino también por sus actitudes.

Puede suceder que al dar prioridad a las cuestiones materiales de la vida moderna hagamos a un lado la ética profesional, convicciones personales y hasta la honestidad, al enfrentar situaciones de conveniencia en donde privilegiamos los beneficios materiales y honores pasajeros, arriesgando el bien común y sólo pensando en el progreso personal.

Quien aprende a ser hábil al conducirse con autoridades y compañeros de trabajo de manera tal que sabe ganarse la confianza de quienes le rodean y después la defrauda para beneficios propios, es común que como consecuencia de sus actos no trascienda de manera limpia y legal. En caso contrario, quien actúa con sentido de responsabilidad, socializa de manera adecuada, con respeto y compagina el bien de la institución y el beneficio personal, es reconocido por sus logros y trascendencia, además de la gran satisfacción particular de haber actuado correcta y honestamente.

La actitud egoísta y egocéntrica de un individuo, puede demeritar la profesionalización de un ejercicio laboral bien realizado con ése “plus” al que aludo.

El presente texto sólo es una opinión y experiencia muy personal, partiendo del ejercicio como Docente realizado en el campo Educativo y que espero que esta reflexión sea del interés y conveniencia informativa de lectores tanto del ramo como de cualquier profesión, ya que todas requieren ejercerse con ése sentido ético.


1 comentario:

  1. Felicitaciones por tú artículo. Estamos en una época que parece que la ética es solo retorica. Curiosamente en la Facultad donde trabajo se prohibió ofrecerle la materia de Ética en los negocios por considerar innecesaria dentro de su formación. Luego nos preguntamos porque seguimos siendo un país tercermundista.

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