Páginas

lunes, 29 de octubre de 2018

El viejo asunto de la migración







Los conjurados


Ricardo Sigala


La migración es una condición natural de la existencia. Si la vida humana se generó en el Edén con Adán y Eva, sus descendientes tuvieron que migrar para poblar el mundo. Por su parte los científicos aseveran que la vida humana nació en África, de una Eva negra, y que todos somos hijos lejanos de ella, también sus descendientes cambiaron de residencia y hoy ocupan casi todos los sitios de la tierra. Europa, Asia, América y Oceanía se poblaron por esas migraciones.

            El segundo libro de la Biblia, después del Génesis, es decir de la creación, es el Éxodo. Se trata de los hebreos esclavizados en el antiguo Egipto y de su liberación, justo hacia la tierra prometida, una caravana de miles de personas guiadas por Mosiés a través del desierto. En Mateo 2 se lee que María y José huyen de Israel a Egipto para salvar al niño Jesús de la condena de Herodes.

            La fundación de Tenochtitlan es antecedida de una gran peregrinación, las siete tribus nahuas habían salido de Chimóstoc o Aztlán y se habían dispersado en su camino hacia el sur hasta encontrar la señal del águila y la serpiente. Las trece colonias inglesas y lo que a la postre se conventiría en Estados Unidos de América se conformó de migraciones europeas. Españoles, portugueses y franceses se establecieron en lo que hoy se llama Latinoamérica.

            Durante la Colonia y el siglo XIX, los indígenas y los mestizos emigraron a las Haciendas, ya en el siglo XX hubo un marcado éxodo de campesinos a las ciudades para convertirse en obreros. Todas las ciudades del mundo a través de la historia se han nutrido de la población migrante. Las naciones modernas funcionan de la misma manera. Sólo en Estados Unidos la población de origen mexicano es la comunidad más numerosas de todas las que reciden en el país. Se habla de más 36 millones de mexicanos o de personas de origen mexicano.

            Los antepasados de Miguel Hidalgo migraron a la Nueva España. Nuestra lengua, la religión hegemónica, nuestras ideas de la cultura y la civilización las trajeron los migrantes europeos. Todo mundo parece haber llegado de otra parte: Fray Juan de Padilla era un peregrino que llegó a Zapotlán, la imagen de San José la trajo un viajero desconocido en su mula, Juan José Arreola dice que su familia llegó a Zapotlán en el siglo XIX, en algún momento emigraron a Manzanillo para poner un negocio de tepache, él mismo debió trasladarse a Guadalajara y a la Ciudad de México. Refugio Barragán de Toscano, José Rolón, José Clemente Orozco, Guillermo Jiménez, Consuelito Velazquez, Rubén Fuentes, Hugo Salcedo, tuvos tivieron que emigrar. Vicente Preciado cuenta que su madre era de origen Libanés. Nuestro país ha sido un histórico refugio de migrantes: Españoles, judíos, argentinos, chilenos, haitianos. Tan importante es este tema que la constitución lo contempla en su artículo primero:

            Estudiantes y profesores de la Normal, del Tec, del CUSur, han venido y se han ido, otros se han quedado. Los empresarios agacateros y de los berries suelen ser de fuera, así como sus trabajadores que vienen de los estados del sur de México. Los centroamericanos han cruzado nuestro país durante décadas para llegar a Estados Unidos, de hecho hace años que los vemos en nuestras calles.

            Entre los libros que he leído las últimas semanas se encuentran Tuve un sueño de Juan Pablo Villalobos y El libro centroamericano de los muertos de Balam Rodrigo, Premio Aguascalientes 2018, ambos hablan de la migración de centroamericanos hacia Estados Unidos.

Los movimientos migratorios son parte la historia de la humanidad, no se puede comprender nuestra especie sin ellos. Por eso me parece tan extraño que mucha gente no pueda entender la caravana de migrantes hondureños cruzando nuestro país. Ningun migrante es ilegal, en todo caso debe ser considerado un refugiado y, sobre todo, un ser humano en situación crítica.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario