Los conjurados
Ricardo Sigala
La migración es una condición natural de la existencia. Si la vida
humana se generó en el Edén con Adán y Eva, sus descendientes tuvieron que
migrar para poblar el mundo. Por su parte los científicos aseveran que la vida
humana nació en África, de una Eva negra, y que todos somos hijos lejanos de
ella, también sus descendientes cambiaron de residencia y hoy ocupan casi todos
los sitios de la tierra. Europa, Asia, América y Oceanía se poblaron por esas
migraciones.
El segundo libro de la
Biblia, después del Génesis, es decir de la creación, es el Éxodo. Se trata de
los hebreos esclavizados en el antiguo Egipto y de su liberación, justo hacia
la tierra prometida, una caravana de miles de personas guiadas por Mosiés a
través del desierto. En Mateo 2 se lee que María y José huyen de Israel a
Egipto para salvar al niño Jesús de la condena de Herodes.
La fundación de
Tenochtitlan es antecedida de una gran peregrinación, las siete tribus nahuas
habían salido de Chimóstoc o Aztlán y se habían dispersado en su camino hacia
el sur hasta encontrar la señal del águila y la serpiente. Las trece colonias
inglesas y lo que a la postre se conventiría en Estados Unidos de América se
conformó de migraciones europeas. Españoles, portugueses y franceses se
establecieron en lo que hoy se llama Latinoamérica.
Durante la Colonia y
el siglo XIX, los indígenas y los mestizos emigraron a las Haciendas, ya en el
siglo XX hubo un marcado éxodo de campesinos a las ciudades para convertirse en
obreros. Todas las ciudades del mundo a través de la historia se han nutrido de
la población migrante. Las naciones modernas funcionan de la misma manera. Sólo
en Estados Unidos la población de origen mexicano es la comunidad más numerosas
de todas las que reciden en el país. Se habla de más 36 millones de mexicanos o
de personas de origen mexicano.
Los antepasados de
Miguel Hidalgo migraron a la Nueva España. Nuestra lengua, la religión
hegemónica, nuestras ideas de la cultura y la civilización las trajeron los
migrantes europeos. Todo mundo parece haber llegado de otra parte: Fray Juan de
Padilla era un peregrino que llegó a Zapotlán, la imagen de San José la trajo
un viajero desconocido en su mula, Juan José Arreola dice que su familia llegó
a Zapotlán en el siglo XIX, en algún momento emigraron a Manzanillo para poner
un negocio de tepache, él mismo debió trasladarse a Guadalajara y a la Ciudad
de México. Refugio Barragán de Toscano, José Rolón, José Clemente Orozco,
Guillermo Jiménez, Consuelito Velazquez, Rubén Fuentes, Hugo Salcedo, tuvos tivieron
que emigrar. Vicente Preciado cuenta que su madre era de origen Libanés.
Nuestro país ha sido un histórico refugio de migrantes: Españoles, judíos,
argentinos, chilenos, haitianos. Tan importante es este tema que la
constitución lo contempla en su artículo primero:
Estudiantes y
profesores de la Normal, del Tec, del CUSur, han venido y se han ido, otros se
han quedado. Los empresarios agacateros y de los berries suelen ser de fuera,
así como sus trabajadores que vienen de los estados del sur de México. Los
centroamericanos han cruzado nuestro país durante décadas para llegar a Estados
Unidos, de hecho hace años que los vemos en nuestras calles.
Entre los libros que
he leído las últimas semanas se encuentran Tuve un sueño de Juan Pablo
Villalobos y El libro centroamericano de los muertos de Balam Rodrigo,
Premio Aguascalientes 2018, ambos hablan de la migración de centroamericanos
hacia Estados Unidos.
Los movimientos migratorios son parte la
historia de la humanidad, no se puede comprender nuestra especie sin ellos. Por
eso me parece tan extraño que mucha gente no pueda entender la caravana de
migrantes hondureños cruzando nuestro país. Ningun migrante es ilegal, en todo
caso debe ser considerado un refugiado y, sobre todo, un ser humano en situación
crítica.
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