Lic.
Sandra Guadalupe Cueto López
La
imagen personal es lo que cada persona “se dice a sí misma sobre sí misma”.
Esta definición muestra cómo la sensación interna de satisfacción o de
insatisfacción consigo misma determina la autoestima de la persona.
Adler,
A. (1935), Fromm, E. (1939) y Horney, K. (1950) comparten las ideas de Freud en
relación a que la autoestima es, a menudo, más importante para el éxito escolar
que la habilidad para aprender o el coeficiente intelectual. De ahí que las
personas son más felices, más productivas, más efectivas y más equilibradas
cuando se “evalúan” a sí mismas en forma positiva.
El
esfuerzo, la aprobación, la valoración y el amor que podamos manifestar a los jóvenes son expresiones que nunca están de
más, para ellos es importante que el adulto reconozca sus ideas y creaciones,
le haga ver y sentir que son valiosas. Cuando estos perciben un clima de
confianza y respeto por parte del adulto (padres y maestros), acepta ser guiado
a través de preguntas y sugerencias; porque el afecto es un factor importante
para un buen crecimiento emocional y un armónico desarrollo intelectual.
Lograr
buenos rendimientos escolares, éxitos en la vida, no siempre es una respuesta
intelectual, sino la respuesta a todo un proyecto de vida, que no sólo el
adolescente es responsable de dicho proyecto, sino también la familia, la
escuela y la sociedad.
Es
de vital importancia que los docentes desarrollemos en los alumnos la capacidad
de observar, escuchar, crear, reflexionar y tener confianza en ellos mismos y
así darles la oportunidad de asumir responsablemente su educación.
Para
lo cual debemos brindarles los espacios y los tiempos para resolver sus
problemas, tomar decisiones, elegir estrategias de enseñanza-aprendizaje para
que descubran su propio estilo cognitivo que los llevará a ser cada vez más
hábiles, más sociables, más afectuosos y que los jóvenes sepan que no están
solos frente a su aprendizaje, que sienta que hay un adulto a su lado para
guiarlo y que confía en él y en su capacidad.
No existe
rendimiento eficaz si los jóvenes no tienen tiempo para recrearse, jugar,
cantar, reír, ver televisión, dormir, compartir tiempo con sus padres y
hermanos.
La
comunicación dentro de la familia se hace muchas veces difícil, más aún cuando
los hijos se convierten en adolescentes; los padres tenemos, entonces, que
aprender a entablar un diálogo con ellos sin prejuicios ni anticipar respuestas
estereotipadas. Dicha comunicación con nuestros hijos, no se nos haría tan
difícil ni nos sentiríamos tan lejanos de ellos, si recordamos nuestros reales
sentimientos vividos en la propia adolescencia, especialmente los ocultos,
aquellos que ni siquiera de adultos hemos podido compartir con facilidad.
La
poca cercanía entre los adolescentes y sus padres dificulta la perspectiva para
que se dé entre ellos una comunicación abierta frente a la problemática
escolar, sobre todo cuando alcanza rendimientos insuficientes. En ese momento
se hace necesario crear un entorno de naturalidad ante la situación en
cuestión, y de ser posible buscar la intervención de un especialista hará que
disminuya el clima de conflicto creado en el interior de la familia.
Pienso
que la responsabilidad educativa no está sólo en las escuelas (directivos,
docentes), la responsabilidad de los jóvenes nos compete a todos según la
relación que tenemos con ellos.
Durante
la adolescencia, la autoestima juega un rol determinante. Los jóvenes que
poseen una autoestima alta aprenden más rápido, retienen mejor la información,
responden positivamente a los desafíos, son mejor aceptados por los demás, son
capaces de responsabilizarse de sus actos, toman mejores decisiones frente a
las distintas situaciones que se les presentan, son más productivos, ejercen
liderazgo, y su creatividad y logros académicos son más altos.
*Asesora
en el Centro de Actualización del Magisterio
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