Samuel Gómez Patiño
Estoy convencido de que si el SNTE
organizará un concurso para escoger a la maestra más guapa del sindicato
difícilmente perdería Elba Esther Gordillo Morales. ¡Señorita Maestra México!
El caso de la maestra es uno de los muchos que existen en nuestro país, son
delincuentes que se escapan de la justicia ya sea por la ineptitud, primero de los
que investigan y después de los que juzgan y establecen las leyes. En otras
ocasiones, la corrupción imperante y desmedida genera casos increíbles de
fraudes, robos, aprovechamiento de recursos públicos y asociación con la
delincuencia, que las autoridades “tapan” con la mano en la cintura. Ahora
resulta que cuando la vea le pediré
disculpas por todo lo que pensé de la “maestra” frente a su casa en La Joya,
California.
En otras ocasiones les he comentado
de películas que me han dejado alguna enseñanza, pero tengo que confesar que
también llaman mi atención algunas series de televisión o de Netflix, me gustan
programas fantásticos, como los de los personajes de Marvel, series un poco más
cercanas a la realidad como Dr. House y muchas series policiacas, como La Ley y
el Orden, Mentes Criminales, La Lista Negra y en especial NCIS, criminología
naval.
¿Pero que tienen de interesante
estos programas? Me parece que mucho del éxito recae no en los actores, sino en
los guiones; por ejemplo, la historia de un doctor malhumorado, antisocial,
desobediente de las reglas y sarcástico me ayudo a comprender mucho sobre la
medicina; prepararse estudiando en cada caso, no darse por vencido, el concepto
de no tratar directamente con los enfermos para evitar situaciones emocionales
que afecten su juicio y el extraño modo de educar a sus internos era parte de
la magnífica interpretación de Hugh Laurie, pero la investigación sobre casos
médicos extraordinarios y hacer una historia creíble y entretenida para
nosotros los espectadores, se merece nuestra admiración.
Así como un libro te puede enseñar a
través de su lectura, una película o un programa puede hacer exactamente lo
mismo. Cuando veo los programas policiacos, prefiero los americanos porque en
México nos encanta hacerlos para exaltar a los delincuentes con producciones a
veces poco creíbles y muy expresivos en cuanto a violencia y sexo innecesario
que deja poca educación y una definición de la cultura donde queremos imitar a
estos personajes.
El programa de NCIS, nos muestra el
tipo de líder que se necesita en las fuerzas de investigación, ya que a pesar
de no utilizar la tecnología (ni siquiera teléfonos inteligentes) Leroy Jethro
Gibbs, interpretado por el actor Mark Harmon nos enseña como dirigir un equipo,
donde puedes considerarlos más inteligentes que él. Escoge su equipo de acuerdo
a las necesidades del trabajo, expertos en computadoras, en análisis
criminalísticos y hasta un forense con la suficiente experiencia para ayudar a
cerrar un caso. 15 temporadas exitosas y algunas de ellas con las mayores
audiencias nos dan una idea del interés captado por el público.
Es verdad, que son programas de
televisión con tramas ficticias, pero igual que el Dr. House creíbles de
acuerdo a la investigación de guionistas y escritores, mostrando los avances en
investigación criminal, la tecnología para aprovechar la información e
inclusive en algunos casos los cambios legales a los que se enfrentan. ¿Ahora
te preguntarás que tiene que ver todo esto?
Todos los días, a lo largo y ancho
de nuestra gran nación nos enteramos de los actos criminales, asesinatos, secuestros,
ataques a las vías de comunicación, el secreto más callado “el cobro de piso o
extorsión”, con tanta frecuencia que estamos por volvernos indolentes ante el
sufrimiento de nuestros vecinos y amigos, mientras no me afecte directamente no
importa a quien le roben, asesinen o extorsionen.
Hace años me robaron un automóvil,
primero lo denuncie a una patrulla que pasaba y lo único que me dijeron era que
denunciará en el Ministerio Público ya que si no lo hacía no podían buscarlo.
Más adelante recibí una llamada de los agentes policiacos encargados del caso
para pedirme que les diera cien dólares para encontrar mi carro, y todo termino
en que mejor me compre otro carro.
La ineptitud en algunos casos o la
corrupción en otros han puesto al borde al abismo a la población. No sirve el
pretexto que tuviste que robar por hambre, que no te alcanza el sueldo, que no
hay trabajo, y lo que queramos inventar para ocultar lo que parece inevitable:
el colapso de una sociedad que tiene más miedo que esperanza de vivir en un
país mejor. Todos debemos preguntarnos qué nación le estamos dejando a nuestros
hijos. Debemos poner profesionales desde los agentes policiacos e
investigadores, pasando por los ministeriales, jueces, diputados y senadores
responsables por omisión o complicidad antes que sea demasiado tarde.
La próxima semana: El país de la
esperanza
Me
gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en
Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Director del Área 1 de los
Toastmasters y
Presidente del Club Ejecutivo de
Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California
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