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jueves, 30 de agosto de 2018

La responsabilidad del ser docente





Mtra. Leticia López del Toro*


Toda persona que piense y reflexione serenamente, podrá entender que la vida tiene un objetivo y que debe aceptar una responsabilidad si desea cumplir con ello. Jules Simón, (1814-1896), señaló al respecto: “Estamos en este mundo para cumplir con determinada obra, cada uno de nosotros posee sus capacidades y sus aptitudes; las hemos recibido para el bien de la sociedad tanto como para nuestro propio bien; por eso no debemos ocultarlas ni rehuirlas”.



Pero ¿qué se entiende por responsabilidad? Este concepto tiene que ver con cumplir con las obligaciones personales, familiares, laborales y ciudadanas; con rendir cuentas; con obedecer a la propia conciencia, a las autoridades, no como un acto pasivo de esclavitud, sino como el ejercicio del compromiso que dignifica a cada persona. Responsabilidad también tiene que ver con asumir las consecuencias de nuestras decisiones y acciones. En otras palabras, cumplir integralmente las obligaciones que se derivan de nuestros propios talentos y capacidades y del puesto que ocupamos en el espacio social en que nos desarrollamos.

Hay una dicho que dice “haz lo que tienes que hacer y deja al mundo rodar”. No esperemos a que nos indiquen o nos ordenen qué hacer cuando de antemano sabemos que es nuestra obligación hacerlo, cumplamos y hagamos las cosas lo mejor que podamos.

Como docente, reconocer y vivir el valor de la responsabilidad, implica un compromiso personal y público ante la sociedad. Esto es, no se puede enseñar sólo con conocimientos sin valores, por lo que es fundamental cuestionarnos acerca de nuestro compromiso en la práctica docente diaria.

Quienes tomamos este camino, debemos ser conscientes de que se trata de una labor ardua en la que el deseo de superación constante, el conocimiento de nuestra área de especialidad y sobre todo, la disposición de aprender de cada experiencia de nuestra vida, son mucho más que una obligación. Seamos conscientes de que la docencia no puede ser un trabajo de improvisación, tomemos nuestra tarea como una actividad agradable, que lejos de incomodarnos, nos resulte placentera y grata, siendo así, nuestro trabajo será satisfactorio. Realizarlo con entusiasmo y confianza, pensando en lo importante que es, con el deseo de hacerlo por gusto y no como una obligación. 

Tenemos en nuestras manos alumnos a quienes debemos apoyar en su educación y en su formación, entonces, comprendamos que la esencia de nuestro compromiso radica no sólo en nuestra formación, sino en las tareas desarrolladas diariamente en el aula. Seamos responsables y no culpemos a otros de nuestra conducta cuando cometamos errores, aceptemos nuestras equivocaciones, los fracasos y éxitos de nuestra vida son y serán el resultado de la responsabilidad que adoptemos día a día.


*Asesor académico del Centro de Actualización del Magisterio en Cd. Guzmán


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