lunes, 13 de agosto de 2018

Dietario [IV] 2004


                                                        




6 de julio
Anoche una reunión extraordinaria con nuestros amigos Héctor y Aurora. Linda noche dedicada, desde mi persona, a Llerandi. Leí para ellos dos capítulos de mi novela y les gustaron mucho. D. preparó, como siempre lo hace puras delicias.

Hace un rato llamó el padre de Llerandi: le ofrecerán una misa el próximo jueves en el templo de Nuestra Señora del Rosario, en el Barrio del Retiro.



7 de julio
Ayer por la tarde y noche, tras una breve interrupción de trabajo en la calle, pude terminar el capítulo VIII de Miedo al vacío. Espero que en el trascurso de estos días —y como límite el día 15 de este mes—, darle fin a la historia. Falta, entonces el capítulo IX, que es el final: porque el final-final es el Epílogo que ya está escrito. La novela es una donde todos están muertos: la influencia de Pedro Páramo sigue en mis venas, no cabe la menor duda.

En la anterior novela (que está inconclusa y trabajaré en ella el resto del año —la compañía perfecta serán los ensayos de Afinidades electivas—, también la presencia de Rulfo, su novela, es clara al menos para mí): El fabulador nocturno está también velada, muy velada su influencia, sobre todo en la estructura. Quizás Miedo al vacío le siga la forma de aquella, El mundo sin gente deberá ser otra cosa, eso espero.

Creo que Miedo al vacío es una magnífica novela. ¿Exagero?


9 de julio
Lamento mucho el no haber podido asistir a la misa que su padre le ofreció a Llerandi: la tormenta de ayer en verdad que hizo estragos, subió en algunas partes de la ciudad hasta un metro de altura. Al parecer en Guadalajara (vivo en el pueblo de Jocotán, en el municipio de Zapopan) no llovió. Hoy hace una semana que murió —de nuevo una tormenta tremenda.

El lunes aparecerá un fragmento de entrevista, que le hice la última vez que le vi.

Hoy vi algunas de sus fotos y me pareció muy vivo.
Para mí nunca estará muerto... —lo extraño ya.


Ayer compre un extraordinario libro de Antonin Artaud: El teatro y su doble. Apenas comienza el festín.


12 de julio
Días difíciles para mí. Días felices también.

Antes de la celebración del cumpleaños de D. hablamos largamente —en el paladar unos tequilas— y ella me recordó la oscuridad y el desorden en que me conoció. Le explicaba yo que me castigaba, y, también que era una forma de salvarme de la soledad: porque en el caos en donde se situaba mi vida también había luz, bien que lo sé; sin embargo, cualquiera que haya visto —y la vieron, es cierto— la vida extraña y mi mundo era para espantar. Mas nadie veía ni sentía lo que yo; nadie refiere eso. Lo vivido por mí únicamente yo lo sé. Es un secreto personal y conforma lo que ahora soy.

Demasiado enredo y poca explicación. Esto lo escribo para mí y si alguien lo lee en algún momento no entenderá: no escribo para otros, escribo para mí. Por el momento.


La muerte de Llerandi cumple ya una semana: hoy apareció una entrevista que le hice y la lectura de la misma me conmueve. A veces —casi siempre— lo escrito para el periódico lo escribo sin saber exactamente qué. Y cuando vuelvo al impreso me sorprende como si me fuera ajeno... extraña paradoja.


Hoy no es un buen día para escribir estas notas, estoy demasiado abrumado por la dispersión y por la falta de espacio. Mi espacio personal, por el momento, no me pertenece.
Ya habrá mejores días.


Mañana —día del cumpleaños de D.— haremos un breve viaje a Tequila, en específico a la hacienda La Cofradía.


13 julio
Todo el día en poblado de Tequila, en la hacienda tequilera La Cofradía. Un día realmente feliz y que nos trajo alivio en la rutina. Creo que a D. le gustó mucho pasar así su cumpleaños —eso espero y eso mencionó.


15 de julio
¡Qué alivio la soledad compartida! ¡Qué alivio el espacio compartido en verdad y no robado impunemente!


16 de julio
Hace un instante —y en la tarde— recibí la nota del final de Miedo al vacío. He escrito apenas unas páginas, si acaso dos... mañana espero dar término a este nacimiento que cumple su tiempo de gestación y nacimiento, ¿cuántos años tenemos al nacer?


17 de julio
Son las dos de la tarde en esta parte del mundo. El sol brilla intenso. El viento mueve a los árboles. Las campanillas, en la cocina, derraman su sonido. Es el punto final de Miedo al vacío. Hay un dolor. Un vacío y la náusea en el estómago. Hacía un buen tiempo que no sabía de la sensación de terminar un texto, una forma elaborada y extensa de escritura.
Han pasado exactos nueve meses desde el inicio.
Es el final —ahora: alivio y dolor—: ¿qué sigue en la escritura, en la imaginación?


19 de julio
Este fin de semana decidí que debo atrasar la escritura de Afinidades electivas: no debe ser antes de una rigurosa preparación. Antes escribiré breves artículos que vayan definiendo mi capacidad para el ensayo. No sé si nombrarlo de otra forma o llamarle Equipaje ligero, ¿podría ser? Pero. Es otro asunto, no son crónicas sobre la ciudad. Quizá deba ser otro nombre. Dudo. Lo que sí sé es que debe ser un libro en donde el encanto sea un propósito, no importan los temas. Y la indagación inteligente y sensible. Pero su escritura debe diferenciarse de lo que es la novela. También una forma, este libro, de borrar el lastre de Miedo al vacío: con frecuencia, después de una larga jornada de escritura de equis material, uno se queda “pegado” y no debo permitirme que suceda.
El juego entre la narración, el ensayo, el artículo y la carta a Nadie, la página de Diario, debe predominar. Quizás puede llamarse Principios... en el sentido de: “aperturas, estrenos, inauguraciones, primicias, umbrales o chispazos”. Tengo ya dos temas para el comienzo. El arranque definitivo. Obre Dios.

Todos los temas caben. Todas las formas de lo que es un ensayo. Y el juego. Siempre la divagación no premeditada. Lo que surja. Eso es. El libro es un entretenimiento: mientras corrijo y termino El fabulador nocturno, que debe estar listo a más tardar en noviembre de este año. Faltan afinaciones. Un libro breve de narraciones (Historia privada de la maldad), que serán una especie de fábulas o parábolas. Y dos capítulos y el final. Falta trabajo, entonces, que debe ser riguroso. Pero no detener la maquinaria de la imaginación, de la escritura diaria o cotidiana.   


20 de julio
Hace unas horas leí de nuevo los últimos correos enviados por Llerandi. Su fondo casi me hace llorar: un dolor en el pecho me hicieron cerrarlos apresuradamente.


Esta mañana leí un correo (masivo) del pintor argentino Ricardo Celma, que alguna vez estuvo en la ciudad y amistó, al parecer profundamente, con Llerandi.
Es una felicitación por el día del Amigo.
Debo contarle de la muerte de Llerandi. Es una pena, debo sortearla.


24 de julio
Hasta ahora resiento el final de novela. Intento volver los ojos al nuevo libro iniciado, pero todavía no me adapto al nuevo tema. Al matiz de la escritura. A la tesitura de la voz, la media voz de este nuevo canto. Espero hallarlo pronto: será un saldo de cuentas pendientes con mi propia existencia.
Ahora ya tengo cuarenta y uno: es el tiempo de una revisión.


Parece que avanza, firme, Sobre los principios: a cada instante se mueve, se revela, toma giros no previstos, encarna y sus huesos toman la dureza, ¿comienza su vida?
Apenas tres cuartillas y ya escucho su propia respiración.


28 de julio
He decidido volver a la escritura de la novela Retorno al reino imaginario, que había comenzado en 1998 —y me resulta muy buena. Creo que si no lo hago, olvidaré los sueños y pesadillas: su base.


30 de julio
Retorno al reino imaginario, que yo creía en buen camino, en realidad está y no; esto es: debe ser trabajada para lograr alcanzar (y si se puede —es la idea— superar) la altura de Miedo al vacío. Está bien claro, al menos para mí, que nuestras palabras nos comprometen. Y como me ha dicho D. “tú ya tiene un compromiso que debes cumplir”. En verdad que lo logrado en la novela recientemente terminada me lleva a una exigencia mayor, tremenda. Es muy clara D. cuando lo afirma y su petición, plena de rigores, es cierta. No debo caer en el facilismo: la exigencia es —ahora— superior.


4 de agosto
Nada seguro: infinitas imágenes...


14 de agosto
Hoy terminó su poemario D. La suma azul es un excelente libro. Por mi parte: cuatro magníficas cuartillas que se agregan a Retorno al reino imaginario.
De ningún modo exagero.


16 de agosto
Resumen. 


1. Han ocurrido escenas extraordinarias en la ciudad: el domingo pasado, por ejemplo, en alguna parte cayó una tremenda granizada que convirtió las calles de Guadalajara en otras calles. Escenas, digo, que llevan a este espacio de la geografía universal a volverla en la misma y en otra. Témpanos de hielo; agua desbordante; ríos de un infierno gélido que Carlos Ibarra, un amigo fotógrafo, tuvo el tino y la suerte de grabar en su cámara y merece, esa fotografía, un cuento o ser pasaje de alguna de las novelas que ahora escribo. Realmente lo visto es un Caronte en un mar, en un averno congelado. Merece esa imagen un premio.
Por otra parte, el jueves el río que es calle ahora, aquí mismo afuera del coto se desbordó de tal manera que el agua subió hasta estar en el césped del jardín de nuestra casa. Poco faltó para inundarnos: todo fue un caos. Para acabar con el cuadro el auto se descompuso en plenas calles de la Minerva...


2. La tranquilidad del sábado y domingo para nosotros fue maravillosa. Trabajo y lucidez. Amor a nosotros y, otra vez, elaboración de proyectos nuevos y antiguos.

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