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jueves, 2 de agosto de 2018

Denuncian que arrancones inundan la ciudad




Juan José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán


A últimas fechas Ciudad Guzmán ha estado siendo invadida y sus habitantes atormentados y padeciendo riesgos innecesarios, por la actitud que asumen conductores de vehículos y motocicletas que circulan a velocidades fuera del límite permitido, con escapes o equipo para generar ruidos a muy altos decibeles, lo que sucede ante la indiferencia ¿impotencia? de las autoridades que debieran de sancionar su actitud por atentar los derechos de las demás personas.



            El ruido así generado trastoca la tranquilidad habitual de la ciudad y de las personas, daña la salud y es un claro manifiesto de impunidad de quienes lo producen, incluso en la zona centro, ya no se diga en avenidas como Serafín Vázquez, ruta con una gran carga vehicular y que atraviesa una zona muy habitada y por si fuera poco con muchos baches y topes que los enajenados motorizados usan a veces como rampas.

            Nos que claro, porque se ve todos los días, que la Dirección de Movilidad y Tránsito de Ciudad Guzmán no cuenta con los elementos materiales para hacer frente al fenómeno que crece día con día, cuando más espacio gana el uso de la motocicleta como transporte rápido y para fines de servicio de restaurantes, tortillerías, pizzerías y cuanto negocio se pueda imaginar, amén de quienes las usan para practicar o competir en pruebas de campo traviesa, etc.

            No discutimos que el uso de la motocicleta proporciona fluidez en la movilidad personal, ahorro en combustible, incluso de espacio, comparado con un vehículo de cuatro llantas y un motor con más potencia, lo que ha generado una oferta muy generosa del aparato por toda Ciudad Guzmán, incluso cada día se les otorgan más espacios en la vía pública para su aparcamiento afuera de los negocios o empresas que las utilizan, o bien para el público en general.

            Sin duda que esto seguirá creciendo en número, pero por qué no regularlo, en cuanto a los límites de velocidad, por el uso de escapes o equipo reformado, adaptado para generar más ruido a su paso. Esta anomalía ya tiene sus repercusiones, en cuanto a la velocidad y a la imprudencia con que conducen algunos motociclistas, de manera continua hay accidentes, lo más fatales, dejando como secuela luto en algunos hogares y problemas legales para quienes tienen la mala fortuna de participar en un percance de esta naturaleza.

            Los motociclistas y los conductores de vehículos todo terreno que circulan por las calles y avenidas de la ciudad y que quedan comprendidos en el tema que aquí se aborda, se sienten y de hecho tienen derecho al libre tránsito, a que se les respete su espacio y posición en una fila de autos que transitan por una calle o avenida, pero también deben ser conscientes de que su derecho termina cuando se invade el ajeno, cuando indebidamente zigzaguean entre autos, se ponen delante de la fila rompiendo con ello el espacio y el orden en la circulación.

            De igual forma se otorgan el derecho de modificar sus equipos para generar ruido a muy altos decibeles para hacerse notar cuando transitan por las calles y avenidas, lo que es molesto y riesgo para la salud de los demás, sobre todo cuando a horas de la madrugada, por cuestiones tal vez muy a su gusto o personales, hacen uso de sus equipos para movilizarse, ante la indiferencia de las autoridades, que no los ven, no los oyen, no los molestan, pero que sí, cuando hay un accidente o anomalía en las calles se amontonan hasta cinco patrullas para “auxiliar” o atender el problema. Lo mejor es prevenir, no sancionar, mucho menos esperar a que ocurran daños a las cosas o a las personas para actuar. La pregunta es…¿Actuarán las autoridades competentes para atender el problema?.
           
           
           

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