Juan
José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán
El Volcán/Guzmán
A
últimas fechas Ciudad Guzmán ha estado siendo invadida y sus habitantes
atormentados y padeciendo riesgos innecesarios, por la actitud que asumen
conductores de vehículos y motocicletas que circulan a velocidades fuera del
límite permitido, con escapes o equipo para generar ruidos a muy altos
decibeles, lo que sucede ante la indiferencia ¿impotencia? de las autoridades
que debieran de sancionar su actitud por atentar los derechos de las demás
personas.
El ruido así generado trastoca la
tranquilidad habitual de la ciudad y de las personas, daña la salud y es un
claro manifiesto de impunidad de quienes lo producen, incluso en la zona
centro, ya no se diga en avenidas como Serafín Vázquez, ruta con una gran carga
vehicular y que atraviesa una zona muy habitada y por si fuera poco con muchos
baches y topes que los enajenados motorizados usan a veces como rampas.
Nos que claro, porque se ve todos
los días, que la Dirección de Movilidad y Tránsito de Ciudad Guzmán no cuenta
con los elementos materiales para hacer frente al fenómeno que crece día con
día, cuando más espacio gana el uso de la motocicleta como transporte rápido y
para fines de servicio de restaurantes, tortillerías, pizzerías y cuanto
negocio se pueda imaginar, amén de quienes las usan para practicar o competir
en pruebas de campo traviesa, etc.
No discutimos que el uso de la
motocicleta proporciona fluidez en la movilidad personal, ahorro en
combustible, incluso de espacio, comparado con un vehículo de cuatro llantas y
un motor con más potencia, lo que ha generado una oferta muy generosa del
aparato por toda Ciudad Guzmán, incluso cada día se les otorgan más espacios en
la vía pública para su aparcamiento afuera de los negocios o empresas que las
utilizan, o bien para el público en general.
Sin duda que esto seguirá creciendo
en número, pero por qué no regularlo, en cuanto a los límites de velocidad, por
el uso de escapes o equipo reformado, adaptado para generar más ruido a su
paso. Esta anomalía ya tiene sus repercusiones, en cuanto a la velocidad y a la
imprudencia con que conducen algunos motociclistas, de manera continua hay
accidentes, lo más fatales, dejando como secuela luto en algunos hogares y
problemas legales para quienes tienen la mala fortuna de participar en un
percance de esta naturaleza.
Los motociclistas y los conductores
de vehículos todo terreno que circulan por las calles y avenidas de la ciudad y
que quedan comprendidos en el tema que aquí se aborda, se sienten y de hecho
tienen derecho al libre tránsito, a que se les respete su espacio y posición en
una fila de autos que transitan por una calle o avenida, pero también deben ser
conscientes de que su derecho termina cuando se invade el ajeno, cuando
indebidamente zigzaguean entre autos, se ponen delante de la fila rompiendo con
ello el espacio y el orden en la circulación.
De igual forma se otorgan el derecho
de modificar sus equipos para generar ruido a muy altos decibeles para hacerse
notar cuando transitan por las calles y avenidas, lo que es molesto y riesgo
para la salud de los demás, sobre todo cuando a horas de la madrugada, por
cuestiones tal vez muy a su gusto o personales, hacen uso de sus equipos para
movilizarse, ante la indiferencia de las autoridades, que no los ven, no los
oyen, no los molestan, pero que sí, cuando hay un accidente o anomalía en las
calles se amontonan hasta cinco patrullas para “auxiliar” o atender el
problema. Lo mejor es prevenir, no sancionar, mucho menos esperar a que ocurran
daños a las cosas o a las personas para actuar. La pregunta es…¿Actuarán las
autoridades competentes para atender el problema?.
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