Un
momento por favor
J. Jesús Juárez Martín
J. Jesús Juárez Martín
Hace 60
años la UNESCO declaró que analfabeta era la persona que no tiene las
competencias que le permitan leer y escribir un texto sencillo de la vida
ordinaria y los augurios de los años
setenta de erradicar el analfabetismo al inicio del tercer milenio en nuestro
México, simplemente no se cumplieron porque a casi dos décadas del su inicio,
aún el problema se focaliza como grave y numeroso, es decir que los proyectos
educativos básicos no se cumplieron y ya van 50 años de ese problema
comunicativo esencial.
En los
últimos 25 años, el analfabetismo entre la población de 15 años y más ha
disminuido, en el caso de las mujeres este indicador bajó de 15 a 6% y en el
caso de los varones de 10 a 4%.
Por
ahora destaco el tema relacionado a la habilidad lectora que superó el
alfabetismo, porque los lectores no nacen, se hacen por ejemplos en la vida y encontrar
el gusto a la lectura, porque ella los lleva a descubrir mundos, aventuras sin
fin en un ámbito consciente o inadvertido de crecimiento personal por la
comunicación sin barreras de la geografía o la cronología.
Leí
hace muchos años el Quijote de la Mancha,
me comunicó con el siglo XVI y España
descripciones de los ideales del Caballero sin Mancha y las
contrastantes consideraciones de Sancho con la sensatez de la realidad,
escenario de sueños y dramas de la vida de antaño, donde deja enseñanzas del
idealismo que mejora la coexistencia y las acciones que las modifican y así
ubicarse en una realidad insoslayable de los propios protagonistas; medio
milenio y más de nueve mil kilómetros de distancia y en alguna forma el lector
recrea aldeas, ciudades, personas, caminos y hasta el espectáculo de la lucha
con los molinos de viento, con interpretación personal libre como el aire y
aprendizaje de aquellas latitudes y
tiempos que son base de una nueva “realfabetización” la de interpretar los misterios
y la recreación de las lecturas.
De mi
infancia recuerdo la Mtra. Flora de 4° grado, de disciplina rígida, no de tan
sufridos castigos para mí, aunque los golpes de regla sobre el escritorio eran
lenguaje, formábamos filas, tomábamos
distancia en formación, nos sentábamos al golpe preciso de la regla, cuando íbamos
a salir del salón al golpe primero girábamos sentados 90 grados en nuestra
silla, luego la señal de ponernos de pie, dar flanco hacia el pizarrón, y luego
los dos golpes , que eran media vuelta hacia la puerta del salón para llegar al
corredor, donde sin gritos terminaba la fila y de ahí al patio donde el recreo
se tomaba o bien nos dirigíamos hacia la puerta de salida en aquel horario discontinuo
de 9 a las12 y de 3 a 5, sin embargo en tardes especiales, la Maestra nos
regalaba minutos de lectura del “Diario de Ana Frank” o “Corazón, diario de un
Niño”, momentos de auténtico encuentro afectivo, de reconciliación si había
resentimientos. Nos solidarizábamos con los acosados judíos en especial de
aquella tierna niña que no alcanzó la liberación, o disfrutábamos de las
ocurrencias de aquel grupo de niños en convivencia escolar, donde nos
identificábamos con los protagónicos personajes o los detestábamos, nos involucramos
en el deseo de ser mejores personas... el gusto por la lectura visten de gala,
de misterio los momentos del diálogo con los libros, en algunas ocasiones
encontré la declaración que el mejor ejemplo de un maestro es tener en sus
manos un libro ajeno al aprendizaje escolar, es un reto y hasta el deseo de la lectura por saber que
lee el docente.
Nunca
los mexicanos nos hemos distinguido como lectores, aunque va en ascenso la lectura,
ero más que éxito escolar es producto de la mercadotecnia, que al fin impulsa a
mejor lugar el gusto por la lectura.
La tan
llevada y traída Reforma Educativa sin duda considera espacios para la lectura
y el comprobar si se realizó tal actividad,
si no hay esa obligación, no veo la forma que aumente el gusto por la
lectura, porque las familias en general, no pueden inculcar lo que no viven.
Es una
prioridad indispensable dedicar más tiempo, acompañamiento, imaginación, recursos suficientes, programas para obtenerse
resultados positivos de la afición por la lectura, porque es instrumento de
aprendizaje, experiencia y sobretodo formación humana y social.
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