(20 de marzo)
Fue muy
extraño —y extraordinario— pasar mi cumpleaños cuarenta y tres en un
restaurante de aeropuerto: deseaba que se alargara el tiempo, pues las
despedidas me ponen triste, mal, a pesar de saber que un mes de viaje tarda
eso: un mes. Sin embargo, cuando me ofreciste tu abrazo a mí llegaron
sentimientos encontrados y, ya afuera, justo cuando mi amigo y yo cruzamos el
límite del estacionamiento, llegó a mi pecho una especie de dolor que había
estado allí, pero no me había permitido sentir cuando caminamos todavía juntos
por los pasillos. Entonces se lo dije a mi amigo y él, con la sabiduría de
quien ha despedido a alguien, me dijo claro y directo: “...y espera que pasen
las horas y los días: todo va a ser más fuerte...”.
La
ciudad, vista desde la carretera, ya no fue igual: el día que para los dos
comenzó lleno de sol se nubló y ya no sé si fue el humo de las calles o esa
nuestra primera despedida, tu primer gran viaje, y me confortó decirle a mi
amigo que sería, para ambos, un tiempo real de aprendizaje.
(22 de marzo)
Esta
mañana fui al ex Convento del Carmen a una rueda de prensa y a hacer una
entrevista a Marco Antonio Campos. Previne mi novela para ver si podía hablar a
solas con él y resultó interesante la mañana. Le hice una excelente entrevista
que, sin petulancias lo digo, dejó con el ojo cuadrado a todos. Pero eso no es
extraordinario: conozco más o menos la obra de Campos y los demás no sabían ni
su nombre correctamente.
A Marco
Antonio le sorprendió verme allí y que yo recordara antiguos versos escritos
por él y, su mano pasaba por mi espalda demostrando su gusto por la entrevista
y el verme. Al final le pedí si podíamos hablar en privado y decidió que
fuéramos al Café Madoka, que es de sus preferencias, según me dijo. Salimos y
buscamos la calle y resultó una muy buena y amigable charla bebiendo café
fuerte.
Me
preguntó por mi vida actual —hacía diez años que no nos veíamos— y le compartí
que me había casado con D.
Ya en
el café conversamos sobre todo de Arreola y Rulfo. Hablamos como si el tiempo
no hubiera pasado y, luego, le entregué el manuscrito de mi novela Miedo al vacío, que prometió leer a
conciencia... Por cierto, ya establecido que D. —es decir tú— era mi mujer le
dije que estabas en Roma y, como un asunto curioso y en broma, me dijo: “Se fue
con Sandoval Íñiguez, ¿o qué?” y yo le respondí que era cierto. Aunque él
bromeaba supo que era una verdad: que mi mujer viajaba a Italia con el
Cardenal.
Otra
curiosidad: su libro se llama Viernes en
Jerusalén (a donde también viajarás) y, el poema que yo recordé habla de su
primer viaje, que fue, coincidentemente, a Roma. Nos causó gracia el asunto.
Ya
acabado el café, le conté un viaje que hice a San Gabriel, realizado en 1997, y
le expliqué que allí había nacido mi madre; volvimos, entonces, a recordar a
Rulfo. Le manifesté que muy cerca estaba el orfanato —un día lo fue— Luis
Silva, en donde había estudiado “Juanito”. Salimos rumbo a cada lugar de
nuestras citas, pero lo empujé a visitar el lugar, que era el convento del
Templo de Jesús María, justo en la calle Morelos y Mariano Bárcenas; fuimos
entonces y entramos un instante hasta donde se nos permitió...
Nos
despedimos y reiteró los saludos para ti.
* * *
Desde
la clara altura del monte Scopus
contemplo
de mañana y tarde las colinas
y
resplandece áurea en el centro la cúpula
en
círculo del Domo de la Roca, y resplandecen,
en la
ladera inferior del Monte de los Olivos,
las
cúpulas de oro de la iglesia rusa
de
María Magdalena, que parece puesta de pie
sobre
un andamio de aire
De
tanto en poco y de nuevo en autobús
bajo
del monte a la ciudad en sol de viernes,
y
atravieso barrios donde pájaros negros
contrapuntean
la luz y hablan con Dios, y sólo eso
(Fragmento
del poema “Viernes en Jerusalén”)
(23 de marzo)
La
tarde está bellísima: en el cielo se pueden disfrutar breves nubes aborregadas
doradas por el último sol del día. Y las aves vuelan en lo alto formando la V que ya conoces. Son veinte a las ocho
en esta parte del mundo.
¿Allá
son las tres de la mañana?
Uy,
espero no haberte despertado.
Te amo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario