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lunes, 16 de julio de 2018

Cursos de verano







Un momento por favor          

J. Jesús Juárez Martín




El universo se rige con el orden que llamamos:  naturaleza, reflejo de la sabiduría del Creador y desde “siempre” lo consideramos  como orden natural,  todo cuerpo en nuestro medio es atraído por la gravedad de la tierra, hay cambios porque universo es dinámico, astros, galaxias con órbitas definidas, la gravedad universal a los sistemas cósmicos los interrelaciona con lo que llamamos fuerzas centrípeta y centrífuga, la humanidad aprendió a medir los tiempos con los  movimientos de rotación,  (día) y traslación (año) y encontró que cada movimiento daba origen  al día a la noche, al amanecer, al anochecer, las estaciones diferentes en temperatura, de vegetación y frutos, alguna llena de sol y calor y los otros periodos de menos calor, hasta de frío,  todo con  exactitud porque las leyes físicas se cumplen. De las actividades de verano en especial para los niños y juventud deseo hacer algunos comentarios sobre la forma de emplear el tiempo de estas vacaciones veraniegas a sus responsabilidades escolares, pues los meses de julio y agosto, siempre han sido el tiempo de tener el receso de las actividades escolares.

Los cursos escolares se establecían en algunos estados como Jalisco  a partir del primer día hábil de septiembre, porque el primero de septiembre era día del informe presidencial con el precepto de oírlo, aunque no se escuchara la “danza de los millones de egresos públicos en el sacrosanto gasto a la mejor vida de la población”, era sacrilegio cívico y resultábamos apátridas no darle el tiempo suficiente de oír el informe, obligaba oírlo, no escucharlo; para cumplir con este precepto se instalaban, por parte de las autoridades, equipos de sonido en edificios públicos y plazas y escuchábamos el epílogo político. “Documento patriótico, visión de nuestra vida pública que señala el derrotero y rumbo del país en lo sucesivo”, porque, esa, era la señal liberadora del ordenamiento.
El esperado curso se iniciaba con euforia  y entusiasmo y luego al adentrarse las clases empezábamos a contar los días que faltaban para el primer período de vacaciones de dos semanas en Navidad. Regresábamos después de iniciado el nuevo año civil y el ritual era semejante gusto por el regreso, trabajo duro y “repiqueteado” y luego la ansiosa espera de vacaciones de primavera, y después de mediados de junio llegaban las vacaciones escolares, con aproximados 185 días de clases.

La asistencia escolar de primaria, porque la secundaria sólo en ciudades se localizaban, se reducía después de las primeras lluvias en las poblaciones campesinas, porque los niños eran los sembradores y la oportunidad anual de ocupar a sus hijos por el pago que en algo remediaba las necesidades de vestir, calzar que era en lo que se invertía el pago, y, todo mundo contento por la frescura de las aguas. Tiempo de paseos campestres, porque la mayoría de la población se localizaba en pueblos y ranchos habitados donde se distribuía la población, cada municipio podría tener diez, quince o más rancherías, no era raro que hubiese casas aisladas  en el campo con una familia, o matrimonio que vivían en el entorno de su actividad agrícola y ganadera. 

Hace tres décadas se inició con creciente intensidad lo que llamamos “cursos de verano” que en alguna forma tendían a nivelar a los alumnos con deficiencias de aprendizaje y la nivelación era el objetivo, rápidamente se tomaron como ocupaciones de entretenimiento lúdico formativo, para dar el salto a diversas actividades artísticas culturales, de conocimiento de disciplinas que no ocupan un punto focal en la educación formal de los cursos regulares, y ahora se dan los cursos en clubes deportivos, bibliotecas, universidades, albercas escuelas de charrería, unidades deportivas, clubes de equitación, excursionismo; escuché que se impartían y adaptaban en las fechas de la S. E. P y las vacaciones del CUSUR del 10 al 25 de julio, cuando menos en esta casa de estudios, los cursos de verano son un reflejo de la diversidad de gustos tendencias ocupaciones, necesidades de desarrollo de la propia sociedad nuestra.

Descansar de los deberes ordinarios, no se interpreta como descanso, no hacer algo, sino en ocuparnos en realizar lo que de ordinario no podemos efectuar por los deberes escolares y familiares.

Ojalá los mayores de la tercera y sucesivas, si las hay, nos contagiáramos del dinamismo infantil, juvenil y realizáramos actividades de actualización en las diversas ramas de recreación deporte, arte y cultura. Sin duda serían canales de acercamiento a otras personas de relativa vida rutinaria, aislada para darle mejores condiciones personales de vida, sociales, de entretenimiento y ocupación.  Feliz desarrollo educativo de los curso de verano, que si apenas se inicia, pronto llegarán a su fin.







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