La
discusión sobre la recuperación del salario en México es impostergable. Así nos
lo dicen los más de 20 millones de mexicanos que trabajan jornadas completas y
no reciben ingresos suficientes para alcanzar la línea de bienestar, así nos lo
dicen las profundas disparidades e inequidades que nos impiden transitar hacia
una economía más competitiva y productiva.
Sin
embargo, apenas este 21 de mayo, el Consejo de Representantes de la Comisión
Nacional de los Salarios Mínimos decidió no continuar con el proceso de
revisión y recuperación del salario, argumentando que hay un “riesgo de
impactar negativamente las inercias positivas de varios indicadores económicos
y laborales” (Conasami, 21/V/18).
Lo
que no dice esta institución es que las “inercias positivas” no lo son tanto.
El gobierno de la República presume la creación de 3.4 millones de empleos
formales durante este sexenio, pero no dice que el 74 % de estos trabajadores
recibe menos de dos salarios mínimos, menos de 4 mil pesos al mes. En estas
“inercias positivas” tampoco se menciona que 2017 fue el año con la inflación
más alta en México en lo que va del siglo XXI, con un nivel de 6.7 %, ni
tampoco se menciona el impacto en las finanzas personales y familiares ante
realidades como el gasolinazo o la expansión de la informalidad.
Es,
precisamente, por estos factores que muchos consideramos que es necesario
transitar hacia un proceso de recuperación del salario en México, porque tener
mejores salarios no está peleado con la productividad, sino todo lo contrario.
Una mejora en el salario de los trabajadores impactaría positivamente en su
especialización, estabilidad y certidumbre, en el fortalecimiento del consumo y
del mercado interno y, por lo tanto, en la competitividad y en la productividad
de nuestra economía.
Recuperar
el salario no sólo es necesario, también es posible. Los primeros pasos para
hacerlo comprenden tres esferas de acción: en primer lugar, reestructurar y
desburocratizar la Conasami, para que no sea controlada por cúpulas, sino
conducida por instancias técnicas y ciudadanas, donde se puedan fijar metas
institucionales transparentes y sujetas al escrutinio y rendición de cuentas.
En
segundo lugar, se debe emprender un proceso de revisión de las variables con
las que se fija el salario en México porque existen problemas de diagnóstico
que hoy son camisas de fuerza que impiden emprender una recuperación del salario.
El salario mínimo equivale a dos mil 640, pero la Línea de Bienestar
establecida por el Coneval equivale a dos mil 969. La sola Canasta Alimentaria
equivale a mil 482, es decir, el 56 % del salario de una persona. Por ello, se
deben revisar y replantear las variables con las que se determina el salario
para fijar objetivos claros en una recuperación gradual y sostenida del
salario, y esto sólo lo podrá hacer una instancia técnica, ciudadana que rinda
cuentas.
La
tercera esfera de acción debe enfocarse a combatir la inequidad salarial entre
hombres y mujeres. Hoy una mujer gana hasta 20% menos que un hombre, revertir
este patrón de inequidad es un paso fundamental en la construcción de una
economía y un país más justo y competitivo.
La
salida del PRI del poder y la nueva configuración política del Poder
Legislativo será una oportunidad para emprender esta discusión y construir
alternativas viables que le den a México salarios dignos y no mínimos.
*Candidato al Senado de la República por Movimiento
Ciudadano en Jalisco.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario