Ricardo Sigala
La historia de
México es una suerte de grandes expectativas que por una u otra razón no se
logran. Muchos de los momentos de nuestra historia se presentan como un futuro
prometedor, como un escenario promisorio. Pensemos en la Guerra de
Independencia que prometía liberarnos del yugo español. Pensemos en la
civilidad política de la Reforma o el progreso del Porfiriato. Pocas etapas tan
optimistas como la Revolución Mexicana, con su constitución que representaba un
verdadero cambio social con sus artículos 3º, 27 y 123. Y qué decir del
nacionalismo de Lázaro Cárdenas; los gobiernos civiles a partir de Miguel
Alemán y su modernización. El milagro mexicano de la economía. El tratado del
libre comercio que nos catapultaría al primer mundo, la transición a la democracia
del año 2000.
Sin excepción la historia de México, luego de crear expectativas, nos
puso una crisis que vino a desmentir todas las promesas de mejora y desarrollo
económico, para demostrarnos que en realidad las expectativas fueron falsas.
Hacer una revuelta contra el rey de España para establecer una monarquía
mexicana, establecer el desarrollo tecnológico y la prosperidad a precio de la
explotación de millones de mexicanos, un revolución que se traiciona al
institucionalizarse, un milagro económico que comienza a desmoronarse con la
matanza de estudiantes, el arribo de la democracia con un presidente que no
sabe lo que es la democracia, querer solucionar los problemas sociales con el
ejército y denigrar la investidura presidencial.
Por alguna extraña razón cuando más seguros estamos de que por fin
nuestro país dará el gran paso, el optimismo se nos diluye. Somos en ese
sentido el país del ya merito, ya mero somos desarrollados, ya mero
solucionamos el problema de la desigualdad, ya mero logramos la democracia y la
paz.
Curiosamente la expresión ya merito se ha acuñado no para la política
nacional sino para la selección mexicana de futbol, por su papel prometedor en
las copas del mundo. Si bien sus primeras participaciones fueron un verdadero
desastre, fue a partir 1962 que nuestra selección se ha mostrado con serias
promesas de trascender (como se dice en el argot futbolístico), pero siempre se
queda en ilusión, como si fuera una broma especular de la realidad nacional.
Todo comenzó cuando en el mundial de Chile 1962 le ganamos 3 a 1
Checoslovaquia que a la postre sería la subcampeona del mundo. Un descuido de
último momento con España provocó la derrota que nos dejó fuera en la fase de
grupos, una selección mexicana que para muchos ha sido la mejor de la historia.
Todo pintaba muy bien, pero no se pudo. En 1978, en Argentina, José Antonio
Roca había formado un equipo prometedor e inventado el T3, un sistema táctico
que llamaba la atención en todo el mundo; el resultado fue en verdad
catastrófico, último lugar, y además goleados por Alemania, Polonia y Túnez. En
Estados Unidos Miguel Mejía Barón nos metió a la segunda fase pero contra
Bulgaria se guardó los cambios y fuimos eliminados en penales. En Francia 98,
Corea y Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2016, la historia
fue casi igual, hemos sido eliminados de manera, muy digna eso sí, siempre
dando batalla, en la fase de octavos de final, dos veces por Alemania y por
Argentina y una por Holanda y otra por Estados Unidos. Sólo en condición de
locales hemos podido llegar a cuartos de final. Parafraseando a Juan Pablo
Villalobos, esos mundiales los íbamos a ganar, pero no se pudo.
En la primera jornada de la fase de grupos del mundial que ahora mismo
se juega en Rusia, México ha logrado una victoria histórica, venciendo nada
menos que a Alemania, la actual campeona del mundo. Una semana más tarde,
venció a Corea del Sur, pero el miércoles pasado fuimos masacrados por la
selección de Suecia. La imprevista eliminacion de Alemania por Corea, en un
inesperado 2 a 0, tiene a México en los octavos de final. Nuestra selección ha
creado una gran expectativa, como cuando en Sudáfrica le ganamos a Francia y en
Brasil goleamos a Croacia. Esperamos que México dé el gran paso y deje de ser
el ya merito, que no se quede en la ilusión melancólica del “sí se puede”. Que
México por fin avance más allá de los octavos de final, y que el juego de
espejos que se presenta entre la historia nacional y nuestra seleccón de futbol
nos lleve a que en las elecciones del 1º de julio México no vuelva a perder,
como ha sucedido tantas veces a lo largo de nuestra historia.
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