(Segunda de tres partes)
A pesar
de que en Guadalajara hay un considerable número de indígenas migrantes
residentes, el Consejo encargado para atenderlos no tiene presupuesto directo
para brindarles un apoyo, pero sí en cambio auxilia a los interesados en
estudiar a conseguir becas que otorga el Gobierno Federal. De acuerdo a Felipa
Reyes Jiménez, la Promotora Regional de Indígenas Urbanos de la Comisión
Estatal Indígena (CEI), en Jalisco hay una población de aproximadamente un
millón de personas y el 40 por ciento de ese total vive en la Zona
Metropolitana de Guadalajara.
“Yo soy
purépecha, vivo en Guadalajara desde hace treinta años y mi nombre es Felipa
Reyes Jiménez”, así se presenta quien es la actual Promotora Regional de
Indígenas Urbanos de la Comisión Estatal Indígena (CEI).
—¿Actualmente dónde vives?
—En el
municipio de Tonalá.
A
pregunta expresa, a Felipa Reyes Jiménez, la Promotora Regional de Indígenas
Urbanos de la Comisión Estatal Indígena (CEI), de si la CEI tiene un
presupuesto asignado para la población migrante urbana de la Zona Metropolitana
de Guadalajara responde.
“La
Comisión Estatal Indígena no tiene un presupuesto asignado para las comunidades
indígenas específicamente, ya que la Comisión no lleva acabo, ni tiene
programas sociales o de infraestructura donde destine recursos específicamente
para comunidades indígenas ya sea originarias o migrantes residentes. Lo que
nosotros hacemos es, precisamente, ver las cuestiones de los recursos que hay
en otras instancias y qué parte de esos recursos se pueden destinar a la
población indígena.
”Por
ejemplo, el programa de becas indígenas que no es de nosotros pero es de
nuestra cabeza de sector, que es la Secretaría de Desarrollo de Integración
Social, ahí es donde nosotros incidimos para que ese presupuesto, que en un
principio era de 5 millones y ahora es de once millones de pesos actualmente y
es para toda la población estudiantil que sea indígena de cualquier comunidad
del estado y fuera del estado, pero que vivan aquí”.
—¿Y cómo es que ustedes administran
los recursos de otras instituciones?
—Nosotros
no administramos nada. Directamente nosotros no ejercemos ni un recursos, lo
que sí es que de las diferentes instancias, por ejemplo el que tiene el
Programa Prospera, nosotros lo que hacemos es que efectivamente llegue a la
comunidad; y que en el presupuesto que está destinado, entre efectivamente
beneficiarios de las poblaciones indígenas.
Nosotros,
entonces, lo que hacemos es promocionar los programas, ya que muchas veces lo
que ocurre es que existe es desconocimiento sobre las formas y requisitos de
ingresar, y es ahí donde nosotros intervenimos.
—¿Y es suficiente o insuficiente el
presupuesto que se otorga a las comunidades indígenas migrantes urbanas?
—Ha
aumentado sustancialmente, sin embargo no tenemos cifras exactas lo que se
destina a cada programa.
De
acuerdo a las cifras que ofrece Felipa Reyes Jiménez, en la actualidad son un
millón de personas en las comunidades indígenas en todo el estado, y en las
distintas regiones. “En la Zona Metropolitana de Guadalajara somos un cuarenta
por ciento de ese total”, a las que se debe atender, dice.
La sociedad y las comunidades
migrantes
“Yo
creo que es importantes lo que piense la sociedad y también lo que nosotros
sentimos, creo que todo va de la mano, ya que a veces nos sentimos agredimos
cuando alguien que no es de nuestra comunidad nos mira “raro” porque vestimos
diferente, o nos escucha hablar en nuestra lengua a lo mejor esa pequeña
diferencia que notan las personas que nos son de las comunidades indígenas, a
nosotros se nos hace como un acto de discriminación. Y eso encadena muchas
cosas: tanto que nosotros mismo nos oprimimos en algún momento, de hablar o de
vestir, y es cuando vamos perdiendo parte de nuestra esencia de la cultura a la
que pertenecemos. Yo llegué a Guadalajara muy chica, tenía aproximadamente dos
años, cuando mi mamá llegó con nosotros aquí a la ciudad. En lo personal yo he
tenido suerte, a mí no me tocó ningún acto de discriminación, pero yo he
escuchado de mis hermanos que sí tuvieron, ya que en las escuelas a las que
entraron, nuestras mamás iban con nuestra indumentaria a las reuniones de
padres de familia. Entonces, sí, mis hermanos fueron foco y punto de lo que
ahora se le llama buying escolar por la cuestión de que veníamos de una
comunidad indígena. A mí en lo personal en la primaria me tocó sólo un poco,
pero como nosotros como migrantes viajamos en grupos, cuando yo ya me incluí en
la educación primaria, ya la gente de la colonia nos conocía más, ya estaban
familiarizados, entonces cuando yo llegué a las aulas, ya no nos veían tan
raro. Yo, entonces, no sufrí la discriminación tan fuerte, a diferencia de mis
hermanos y mis familiares que llegaron y sí fue mucho el impacto de que la
gente los viera de manera permanente, porque antes íbamos y veníamos. Hasta que
vinimos para establecernos definitivamente.”
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