lunes, 4 de junio de 2018

Los recursos para los migrantes indígenas residentes en la Zona Metropolitana de Guadalajara




(Segunda de tres partes)



A pesar de que en Guadalajara hay un considerable número de indígenas migrantes residentes, el Consejo encargado para atenderlos no tiene presupuesto directo para brindarles un apoyo, pero sí en cambio auxilia a los interesados en estudiar a conseguir becas que otorga el Gobierno Federal. De acuerdo a Felipa Reyes Jiménez, la Promotora Regional de Indígenas Urbanos de la Comisión Estatal Indígena (CEI), en Jalisco hay una población de aproximadamente un millón de personas y el 40 por ciento de ese total vive en la Zona Metropolitana de Guadalajara.



“Yo soy purépecha, vivo en Guadalajara desde hace treinta años y mi nombre es Felipa Reyes Jiménez”, así se presenta quien es la actual Promotora Regional de Indígenas Urbanos de la Comisión Estatal Indígena (CEI).

—¿Actualmente dónde vives?
—En el municipio de Tonalá.


A pregunta expresa, a Felipa Reyes Jiménez, la Promotora Regional de Indígenas Urbanos de la Comisión Estatal Indígena (CEI), de si la CEI tiene un presupuesto asignado para la población migrante urbana de la Zona Metropolitana de Guadalajara responde.

“La Comisión Estatal Indígena no tiene un presupuesto asignado para las comunidades indígenas específicamente, ya que la Comisión no lleva acabo, ni tiene programas sociales o de infraestructura donde destine recursos específicamente para comunidades indígenas ya sea originarias o migrantes residentes. Lo que nosotros hacemos es, precisamente, ver las cuestiones de los recursos que hay en otras instancias y qué parte de esos recursos se pueden destinar a la población indígena.

”Por ejemplo, el programa de becas indígenas que no es de nosotros pero es de nuestra cabeza de sector, que es la Secretaría de Desarrollo de Integración Social, ahí es donde nosotros incidimos para que ese presupuesto, que en un principio era de 5 millones y ahora es de once millones de pesos actualmente y es para toda la población estudiantil que sea indígena de cualquier comunidad del estado y fuera del estado, pero que vivan aquí”.

—¿Y cómo es que ustedes administran los recursos de otras instituciones?
—Nosotros no administramos nada. Directamente nosotros no ejercemos ni un recursos, lo que sí es que de las diferentes instancias, por ejemplo el que tiene el Programa Prospera, nosotros lo que hacemos es que efectivamente llegue a la comunidad; y que en el presupuesto que está destinado, entre efectivamente beneficiarios de las poblaciones indígenas.

Nosotros, entonces, lo que hacemos es promocionar los programas, ya que muchas veces lo que ocurre es que existe es desconocimiento sobre las formas y requisitos de ingresar, y es ahí donde nosotros intervenimos.

—¿Y es suficiente o insuficiente el presupuesto que se otorga a las comunidades indígenas migrantes urbanas?

—Ha aumentado sustancialmente, sin embargo no tenemos cifras exactas lo que se destina a cada programa.

De acuerdo a las cifras que ofrece Felipa Reyes Jiménez, en la actualidad son un millón de personas en las comunidades indígenas en todo el estado, y en las distintas regiones. “En la Zona Metropolitana de Guadalajara somos un cuarenta por ciento de ese total”, a las que se debe atender, dice.

La sociedad y las comunidades migrantes

“Yo creo que es importantes lo que piense la sociedad y también lo que nosotros sentimos, creo que todo va de la mano, ya que a veces nos sentimos agredimos cuando alguien que no es de nuestra comunidad nos mira “raro” porque vestimos diferente, o nos escucha hablar en nuestra lengua a lo mejor esa pequeña diferencia que notan las personas que nos son de las comunidades indígenas, a nosotros se nos hace como un acto de discriminación. Y eso encadena muchas cosas: tanto que nosotros mismo nos oprimimos en algún momento, de hablar o de vestir, y es cuando vamos perdiendo parte de nuestra esencia de la cultura a la que pertenecemos. Yo llegué a Guadalajara muy chica, tenía aproximadamente dos años, cuando mi mamá llegó con nosotros aquí a la ciudad. En lo personal yo he tenido suerte, a mí no me tocó ningún acto de discriminación, pero yo he escuchado de mis hermanos que sí tuvieron, ya que en las escuelas a las que entraron, nuestras mamás iban con nuestra indumentaria a las reuniones de padres de familia. Entonces, sí, mis hermanos fueron foco y punto de lo que ahora se le llama buying escolar por la cuestión de que veníamos de una comunidad indígena. A mí en lo personal en la primaria me tocó sólo un poco, pero como nosotros como migrantes viajamos en grupos, cuando yo ya me incluí en la educación primaria, ya la gente de la colonia nos conocía más, ya estaban familiarizados, entonces cuando yo llegué a las aulas, ya no nos veían tan raro. Yo, entonces, no sufrí la discriminación tan fuerte, a diferencia de mis hermanos y mis familiares que llegaron y sí fue mucho el impacto de que la gente los viera de manera permanente, porque antes íbamos y veníamos. Hasta que vinimos para establecernos definitivamente.”


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