*Mtra.
Leticia López del Toro
En la
actualidad, son notables los cambios que están aconteciendo en torno al ámbito
educativo; reconocer, analizar, comprender y explicitar los elementos y las
acciones que se desarrollan en dicho contexto es primordial y trascendente en
nuestra sociedad. El Sistema Educativo
de nuestro país, ha iniciado un proceso de transformaciones donde en
particular, se requiere de calidad docente; es decir, profesionales con una
adecuada formación, autónomos, creativos y sobre todo con capacidades de
actualización permanente que les permita hacer frente a los cambios y sobre
todo generarlos. En consecuencia, uno
de los grandes retos que enfrento como docente, es la búsqueda constante para
mejorar los resultados educativos, sobre todo en la diversificación de las oportunidades
de Formación Continua y desarrollo profesional para los docentes en servicio.
Para
retomar este proceso de cambio y transformación de la práctica docente, la
investigación de la misma es una valiosa alternativa que requiere del esfuerzo
de los profesores. Así pues, Bazdresch, (2000) señala que para lograr este
propósito es necesario implementar un método a partir de la acción educativa,
para reconstituirla, resignificarla, teorizarla e intervenirla para
transformarla.
En
otras palabras; la investigación de la práctica se convierte en un proceso
intencionado y articulado que permite construir y repensar acciones orientadas
hacia la innovación, entendida esta no como un proceso de vanguardia, sino
dirigido a concretar y caracterizar los cómo y las relaciones
docencia-aprendizaje de forma vivencial, con la intención de encontrar un
resignificado y a partir de ello generar conocimientos, principalmente en el
trabajo del aula, donde se materializa y reconstruye la realidad.
En este
sentido, la profesionalización docente se convierte en una competencia a la que
se le da prioridad para desarrollar a lo largo de nuestra carrera. El análisis
fundamentado de la actividad educativa es una oportunidad para reconstruir las
capacidades, expresadas según Delors, (1994) en el aprender a conocer para
adquirir los instrumentos de la comprensión; en el saber hacer, para poder
influir sobre el propio entorno; el saber convivir, para participar y cooperar
con los demás en todas las actividades humanas; y finalmente, aprender a
aprender para llegar a ser, proceso fundamental que recoge elementos de los
tres anteriores.
En efecto, desde esta perspectiva, el rol del docente gira en
torno a plantear las condiciones para redescubrir el conocimiento y para
construir capacidades para el autoaprendizaje; renovarse en la docencia a
partir de los procesos de formación, de análisis de los resultados de
aprendizaje, de encontrar sentido en esos procesos de relación y los saberes
que se generan desde la propia práctica docente.
*Asesor
académico CAM Cd. Guzmán
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