El
cierre del periodo ordinario de sesiones en el Senado de la República deja un
muy mal sabor de boca para nuestra democracia, sobre todo, de cara a los
enormes retos que tiene el país en la tarea de reconstruir la confianza
ciudadana y dignificar nuestras instituciones.
Lo que
vimos en las últimas sesiones ordinarias del Senado de la República fue, a
todas luces, una pérdida de cordura de parte del PRI y sus aliados. Distintos
momentos marcaron esta jornada, pero me concentraré en tres:
1) La
imposición de la Ley Chayote, un insuficiente y deficiente ordenamiento para
regular la publicidad oficial, que no es más que una simulación frente a los
vacíos legales en materia de derroche y discrecionalidad que privan la política
de comunicación oficial. La obligación del Congreso de la Unión era aprobar un
instrumento para controlar y transparentar el gasto en esta materia y para
acabar con el manejo político de la propaganda oficial, pero la mayoría del PRI
decidió otra cosa.
2) La
cooptación del Inai por medio de comisionados “carnales”, impuestos por el PRI
en una alianza todavía no esclarecida con Morena. Este proceso electoral ha
puesto en competencia dos visiones: La de quienes pretenden desmantelar y
desvirtuar a los organismos autónomos y la de quienes queremos fortalecerlos,
modernizarlos y empoderarlos. En el Senado se impusieron los primeros.
3) La
negativa de eliminar el fuero de los servidores públicos mediante el recurrente
juego del PRI de simular y engañar. Luego de que esta reforma constitucional
fuera aprobada en la Cámara de Diputados por todos los partidos políticos,
incluido el PRI, en el Senado se topó con una mayoría dispuesta a hacer el
ridículo con tal de no perder sus privilegios.
La
inmunidad procesal de los servidores públicos es un anacronismo del viejo
sistema de partido hegemónico, y la reforma aprobada por los diputados, aunque
puede ser perfectible, resultaba satisfactoria política y legalmente.
Naturalmente, no es la primera ni la última vez que el PRI, abiertamente,
decide darle la espalda a una demanda ciudadana generalizada, lo que sorprende
es que ni siquiera la posibilidad de mejorar su pobre situación electoral lo
haya motivado a tomar una decisión digna y del lado de los ciudadanos.
El
Senado de la República, como muchas instituciones de este país, necesita
recuperar la cordura, la capacidad de tomar decisiones sensatas, responsables y
que respondan a los intereses de los ciudadanos. En este proceso electoral, los
mexicanos nos jugamos la oportunidad de elegir entre quienes han sido parte de
estos problemas o entre quienes pueden recuperar el rumbo de las instituciones
mediante la construcción de una nueva correlación de fuerzas políticas, donde
la falta de cordura y la mezquindad ya no sean mayoritarias.
El
próximo Senado, además de aprobar la eliminación del fuero, tendrá tareas de
gran magnitud. Entre muchas otras, la de garantizar la plena autonomía de la
Fiscalía General de la República, con una reforma constitucional y la
expedición de la ley reglamentaria, así como mediante la designación de los
fiscales general y Anticorrupción, además de que tendrá en puerta el
nombramiento de un ministro de la SCJN. No serán tareas menores, ojalá llegue
la cordura al Senado.
*Candidato al Senado de la República por Movimiento Ciudadano en Jalisco
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