Samantha Melendrez
>“Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!”
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!”
>“Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
Mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.”
Mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.”
El siglo veintiuno ha traído maravillas y las buenas nuevas. Cada vez
hay más mención y reconocimiento de los grandes logros que han obtenido las
mujeres a lo largo de los años y que han sido dejados a la orilla de la nada.
Rosario Castellanos es un motivo que
sumamos al reflector de lo que merece ser murmurado, hablado y gritado a los
cuatro vientos.
La poeta, novelista, ensayista, profesora,
diplomática y feminista, nace un 25 de mayo
de 1925
en la actual Ciudad de México en un día de
viaje y de paso. Vive su infancia a lado de sus padres Adriana Figueroa y César
Castellanos en Comitán, Chiapas. Como
toda niña de “buena” posición en la comunidad y a como se acostumbraba, se le
fue asignada una compañera indígena de la misma edad para jugar llamada María
Escandón. De la cual aprendería y de su nana Rufina para poder escribir lo que
escribió en años posteriores acerca de sus iguales.
Dieseis primaveras y huerfana, llega al
antiguo Distrito Federal, completa secundaria y es admitida por la UNAM a la
carrera de Filosofía. Comenzando a los 18 con sus primeras publicaciones en la
revista Antológica América y formando parte de los Ocho poetas (integrado por Dolores Castro,
Javier Peñalosa, Alejandro Avilés, Octavio Novaro, Efrén
Hernández, Honorato Ignacio y Roberto Cabral del Hoyo) asignado el nombre por Alfonso Méndez Plancarte, ya que
los ocho solían reunirse a leerse entre sí sus creaciones.
Egresada de la licenciatura, añade al currículum: maestría en filosofía
y para no parar la vida académica,
más tarde sus méritos le permite recibir una beca en el Fondo de Cultura
Hispánica y en el año 1950 en el que Rosa Parks pasa a la historia por defender
los derechos civiles, Castellanos pasa un posgrado de estética y estilística en
la principal universidad de Madrid.
En el 52, regresa y se convierte en directora del Instituto Chiapaneco
de Ciencias y Artes de Tuxtla Gutiérrez desarrollándose de guionista e
indudablemente, hablando de temas que le concernían, llámese alfabetización,
llámese otros. Cuando se pensaba qué
podría ir a la lista de la Barbie mexicana por multitask, por
segunda vez es jefa y de Información y Prensa por parte de su casa
de estudios. En el 71 toma cargo de embajadora de México en Israel. El 7 de
agosto del 74, muere para vivir eternamente en el corazón
de sus fieles y de la literatura
mexicana.
Obras:
Balún Canán (1957) Se atreve
y escribe un libro que refleja la viva imagen de la niñez que vivió coexistiendo
y relacionándose entre blancos e indigenas.
Oficio de tinieblas (1962) Cuenta en ficción la realidad de las
diferencias entre ser español e indígena en San Juan Chamula en Chiapas.
Mujer que sabe latín (1973) Dicho popular
alrededor del globo y Rosario en burla de él, le dedica a un libro a la mujer
en la sociedad.
Poesía no eres tú (1972) Poemario creyente
que nacemos enteros y no necesitamos de una mitad.
Cartas a Ricardo (1994) Cartas a su
ex-esposo.
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