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lunes, 28 de mayo de 2018

Las ranas pidiendo rey



Héctor Olivares


Hará cosa de dos meses un precipitado pronunciamiento de un líder sindical de la Secretaria de Salud desató “la caja de Pandora” al anunciar la inminente destitución del Director de la Región Sanitaria VI, Ciudad Guzmán, a quien los trabajadores sindicalizados acusan de violentar las Condiciones Generales de Trabajo, destacando una “actitud” poco proclive al diálogo. Como dicen que dicen los abogados “asumiendo sin conceder” que dicho señalamiento sea verdad, entonces el directivo tiene que irse, porque la dinámica de la vida institucional, sobre todo de las dependencias públicas, requieren de un liderazgo basado en la confianza. Una definición de “librito” señala que “el líder debe abrir espacios de comunicación y acción para que sus colaboradores aprendan, innoven y contribuyan a los objetivos previstos”. “Donde hay muro por delante y por detrás, abundan las murmuraciones, la envidia y la conspiración mutuas, señala Rabelais en Gargantúa.




Pero hablaba de la “caja de Pandora” (aunque en realidad era una tinaja ovalada) y de los males que escaparon al abrirla, y es que apenas la semana pasada los trabajadores sindicalizados de la Región Sanitaria, incluidos por supuesto los hospitales de Ciudad Guzmán y Sayula, se manifestaron abiertamente exigiendo la renuncia inmediata no sólo del Director de la Región, sino del Responsable de la Salud Pública (una especie de Diógenes), y de los directivos del Hospital Comunitario de Sayula. Pero el asunto no paró ahí, es decir en una legitima demanda de los trabajadores –legitima no porque sean verdaderos los señalamientos en contra de estos servidores públicos, sino porque dichas manifestaciones se circunscriben dentro de la “lucha” permanente que conlleva todo pacto social, adoptando la expresión utilizada por Rousseau, sino porque “alguien” escudado en el anonimato mandó sendas ofrendas mortuorias a los servidores públicos señalados, acción reprobada por los líderes sindicales y por los propios trabajadores de la salud, acrecentando más el nivel de incertidumbre respecto a las demandas de los trabajadores sin que a la fecha se haya tomado una decisión oficial al respecto.


Ojala y al final del día no vaya a ocurrirle a los trabajadores sindicalizados lo que les ocurrió a las ranas de la fábula de Esopo, las cuales cansadas del desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey. Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca. Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.


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