Alan
Arenas
El arte
es la máxima expresión de nuestra espiritualidad y una de las expresiones más
especiales del ser humano. Desde que los primeros habitantes forjaron su forma
de vida y exploraron nuevos territorios, hemos sido testigos de la capacidad
creadora del hombre.
Todas
aquellas expresiones que hacen voltear nuestra mirada y darnos cuenta de que
esa no es una creación cualquiera. Si bien es cierto que tenemos una noción de
lo que significa el arte, vale aclarar que los estudiantes también deben crecer
teniendo conocimiento de todas las expresiones que engloban a este término. No
olvidemos que las artes están vinculadas íntimamente a los sentidos y que estos
nos nutren para una vida plena, es decir disfrutar de la existencia.
La
música, por ejemplo, nos permite la concentración. A través de escuchar música
nuestra mente navega y logramos profundizar en nuestra interioridad, también
despierta el sentido del oído y esto nos hace más perceptivos.
La
literatura desarrolla nuestro pensamiento, el lenguaje se vuelve amplio y
florido, logramos transmitir nuestras ideas con suma claridad, ya que a través
de la lectura nuestro vocabulario se hace más extenso. Hay que leer por placer,
no sólo para estudiar o ganar una calificación.
El
teatro y la danza hacen más ágil nuestro cuerpo, nos permiten la comprensión de
los ritmos y nos llevan a la tan necesaria catarsis cuando el cuerpo se suelta
libremente.
Las
artes visuales y la arquitectura, nos refieren constantemente a nuestra
historia. En términos modernos tiene mucho que ver con nuestro disco duro, pues
está comprobado que sin referentes visuales perdemos la memoria; por ende,
necesitamos contar nuestras experiencias en forma visual. Para muestra ahí
están las cuevas de Altamira que nos narran la vida cotidiana de nuestros
ancestros.
Una
pintura, un edificio, un parque, una fotografía nos dan referencias de nuestro
sentir y ser, además nos llevan a comprender a nuestros antepasados. Sin las
artes visuales no tendríamos identidad, ni reconoceríamos el lugar donde
nacimos sin el referente visual, ya sea arquitectónico o plástico.
Son los
pedagogos y los maestros, los que tienen que tomar nuevamente las riendas de
los planes de estudio, de la mano del sector más sensible de la sociedad que
son los artistas e intelectuales, para salvar a estas nuevas generaciones que
están aprobando la guerra y la deshumanización que, a su vez, dan paso a la
corrupción, al individualismo extremo, al quítate tú para ponerme yo.
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