Héctor Olivares
Dante
Medina (Jilotlán de los Dolores, 1954), escribe novela, cuento, crónica,
ensayo, teatro, poesía, crítica literaria, etcétera y si no alcanzan los
convencionalismos para nombrar lo que hace y dice, lo inventa y escribe un “cuentonela”
(Ir, volver y…qué darse), un fresco delirante y satírico de la sociedad”, una
comedia de enredos en donde como en la casa del jabonero el que no cae resbala.
Su obra
escrita es basta y diversa, policrómica y polifacética. Escribe de todo y lo
escribe bien, valiéndose de una prosa osada y puntillosa, impregnada de un
humor negro que caracteriza su obra y que sólo puede lograrlo un observador
consumado. “Cuando viajo nunca tomo notas, no llevo cámara. Oigo y veo; pruebo
y toco; mis sentidos son mi memoria”, escribe en “Los placeres del viajero”.
“Yo no voy a la literatura, la literatura viene a mí y me habla con palabras de
la realidad, aclara en “Arigato” un libro que detalla su periplo por el Japón
milenario, y que a decir del autor no es un relato de viajes, ni una narración
de recuerdos. Sólo un ejercicio para situarse a sí mismo. “Y quizás para
enfrentar la soledad de otra manera”. En “Los placeres de la lengua”, combina
viaje, teoría, arte culinario, gente e historia. “Nadie más culpable de nuestra
relación con el mundo que la lengua. Y nadie más cómplice de los dos placeres
fundamentales: el gusto y la palabra”. En “Los placeres de los ojos”, describe
a los tapatíos tal como los ve, sin censura y sin concesiones. De las tapatías
dice que “cuando caminan no se desplazan, se pasean; para ir de un lugar a otro
se sirven de sus piernas, pero alegremente, disfrutando paso a paso,
integrándose al paisaje”. “Si usted no lo había notado será porque es un mal
mirón”.
En los
“Baldanders”, recrea criaturas engendradas “de un acto sexual inesperado entre
la pantalla de televisión y la memoria”. Baldander significa “Ya diferente” o
“Ya otro”. Luego entonces, Dante Medina, es uno de ellos, aunque se asemeja más
a un “Delbandars”, el número seis, aquel que puede triplicarse, el 666, y es
dueño de los seres porque los contiene y los sustituye a todos. Dante Medina
escritor es entonces “una proyección del deseo del Dante íntimo”.
Dante
Medina no es un escritor que se haya quedado “colgado del cordón umbilical de
su época”, Dante se reinventa, y sin abandonar la veta humorística que le
caracteriza suele “ponerse tierno” y explorar “rutas y sensaciones” que ni él
mismo “creía que existieran en su bagaje espiritual (Gracias por dejarme
llorar). O qué decir de “Ya nadie es perfecto” libro en el que evidencia un dilema
ético de nuestros tiempos: el uso y abuso de la cirugía estética, las chicas de
silicón.
¿Así tú
eres? – Así me fui haciendo. Un dialogo que lo dice todo.
Tengo a
la mano “Jilotlán de los Dolores”, libro irónico, irreverente, provocador. Leo
y veo los rostros de los jilotlenses de carne y hueso, y por más que intento no
puedo verlos “encuerados” o “vestidos” eso es algo que quiero escuchar de voz del
propio autor y al día de hoy, no me ha sido posible.
“Satori”, poemario ganador de los X Juegos
Florales “Ramón López Velarde” (2017), revela a un Dante sosegado, impregnado
de una espiritualidad poco usual en su obra, tal como lo manifiesta el poema “Frío”,
el cual reconoce una nueva etapa:
Soñé
que no dormía solo.
Ha
llegado
El
invierno.
En
“Juanes de ficción” Dante despliega sapiencia no sólo de la obra literaria de
la “juanes”, sino de esa parte intimista, personal que los propios autores de
Pedro Paramo y de la Feria fueron construyendo a su alrededor. “Esa es la
historia real. Pero no la verdadera” ¿Entonces?
En fin,
según uno de sus biógrafos son 95 los libros publicados por Dante Medina y ni
los he leído ni los tengo todos, sólo puedo hablar de los que tengo a mi lado y
he leído. Están por ahí otros títulos, pero ya no hay espacio para hablar de
ellos, lo mejor que puede hacer quien quiera saber de Dante Medina es leerlo.
Jomi García
Ascot, poeta tunecino radicado en México hasta su muerte, dijo que cuando Dios
terminó su obra de creación, reunió a las criaturas y les leyó la gran obra que
todos iban a representar, asignando a cada una un papel y el compromiso de
transmitir a sus hijos esas instrucciones. Pasados los años, todos, incluido el
creador, se olvidaron de la obra y de su propósito. Como las criaturas
enseñaban oralmente a sus propias criaturas el papel que les tocaba, pronto se
infiltraron y multiplicaron los olvidos, los errores y con ello arribaron las improvisaciones
interpolaciones e inventos. Llegó el momento que nadie sabía nada de la obra,
qué proseguía, qué parte corresponde al texto original, ni qué fue olvidado.
Nadie sabía qué parte desempeñan aun Dios, las criaturas o el azar.
Me
gusta pensar que Dios, cualquier cosa que ello signifiqué, se percató de ese
error y rectificó y creo a un grupo selecto de poetas, de escritores con el propósito
de salvaguardar la memoria de la humanidad y evitar el naufragio. Si hay algo
de verdad en esto, entonces Dante Medina es uno de ellos, de ahí su genialidad,
su veta inagotable y su generosidad.
Muy generoso, muy gentil, de parte de un agudo e inteligente lector.
ResponderBorrar