Samuel Gómez Patiño
La semana
pasada disertábamos sobre la importancia de conocer la diferencia entre
invertir y gastar. Comentaba que, por lo general los pequeños empresarios no
alcanzan a definir estos conceptos y por lo tanto tienen problemas financieros.
En ocasiones anteriores hemos escrito sobre las funciones de la empresa como
son la administración del capital humano, la utilización correcta de los
dineros, los estudios de mercado y conocimiento de las necesidades de los
consumidores para ofrecerles los satisfactores adecuados además de establecer
los métodos adecuados de producción de bienes y servicios y, a la vez hemos
dicho que ninguno es más importante que otro.
¿Alguna vez has intentado armar un lío con tu linda mamá, preguntándole enfrente de tus hermanos a quien quiere
más? Te cuento esta pequeña historia (juro que yo no fui):
Precisamente le preguntaron a una
linda mamá a cuál de sus hijos quería más y ella haciendo gala de gran
sabiduría le pregunta a su hijo:
Si tuvieras
que desprenderte de uno de los dedos de tu mano, ¿Cuál elegirías?
A todos mis
hijos los quiero igual-contesto la mamá- pero es indiscutible que hay momentos
en que debo ponerle más atención a unos sobre los otros, ya sea porque este
enfermo, tenga algún problema o simplemente necesita mi atención.
Cuando una empresa se declara en
bancarrota, no dice quebró el departamento de finanzas o el de mercadotecnia,
fracasa toda la empresa, tal como le acaba de suceder a la tienda departamental
de juguetes Toys “R” Us, que en esta caso es una combinación de problemas
financieros (un gran endeudamiento) y la falta de visión de competir en los
nuevos modelos del E-Commerce.
Por lo general, el comportamiento
humano es igual en lo personal como en la empresa, si los directivos no son
cuidadosos en su vida personal con sus gastos va a ser difícil hacerlo de
manera adecuada en la organización.
Hace tiempo observaba a un
restaurante de una cadena de Pizzas y, me llamaba la atención cuando pasaba
enfrente de este negocio que fuera de su establecimiento estaban 25
motocicletas estacionadas. Por lo general, estos negocios tienden a vender más
a domicilio por lo que sus estrategias se establecen a los recursos
disponibles, como es la capacidad de producción y de distribución.
Se debe establecer el radio de
acción que les permita llegar a un domicilio con la pizza todavía caliente (ya
no es importante llegar antes de los 30 minutos, sino que el cliente pueda
consumir el producto en su punto), por lo tanto se realizan análisis para que
el tiempo de solicitud y entrega les permita cumplir con la calidad deseada. Lo
curioso de este ejemplo, es que es difícil que contrates más de dos
repartidores y, por lo tanto necesitas 2 vehículos por lo que tener 25
estacionadas fuera del establecimiento siempre me pareció exagerado. Es cierto,
lo podemos ver como inversión, pero solo si producen ganancias y en este caso
la mayoría de ellas se convierten en un gasto, porque su mantenimiento y
espacio erogan dinero.
A veces somos compulsivos para
comprar, por ejemplo los ludópatas (adictos a los juegos de azar) que son
capaces de perder su dinero y prácticamente vivir en los casinos. Los que
coleccionan objetos, cartas de jugadores de béisbol, automóviles o simplemente
los acumuladores que llenan sus casas de basura. Me parece que todos tenemos un
poco de esta locura, por eso es importante educarnos desde pequeños a reconocer
que es un gasto y que un desperdicio.
En la empresa debemos ser profesionales,
por lo tanto, debemos aprender a presupuestar para planear de manera correcta
el uso de los dineros; los gastos al final de cuentas son inevitables, pero no
por eso vamos a malgastar los recursos. Por ejemplo, platicábamos que el pago
de nómina debemos considerarlo como una inversión, les pagamos a los empleados
por el servicio prestado a la empresa, pero ¿Qué pasa cuando tienes empleados
de más?
Capacitar a los empleados, no es
un gasto. Inviertes en tener personal calificado, que pueda prestar mejor sus
servicios, resolver problemas e inclusive innovar dentro de la organización,
pero todo depende de que se haga en verdaderos talleres que enfoquen la
necesidad de los empleados y se alineen con la misión y visión de la empresa.
No es malo darse sus gustos, como
comprar un helado, salir a comer a un restaurante o comprarse un disco de tu
autor favorito, lo malo es comprarlo todos los días en detrimento de nuestra
salud y en algunos casos de nuestro bolsillo.
La próxima semana, “El vendedor más
grande del mundo” de Og Mandino.
Me
gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en
Facebook: Samuel Gómez Patiño
Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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