Un momento por favor
J. JESÚS JUÁREZ MARTÍN
Hay
lecturas que traen luminosidad especial, mueven las facultades humanas con
motivación para continuar el camino, que aunque largo, el horizonte distante se
encuentra al frente con visión renovada y promesa armónica.
Me
obsequiaron un opúsculo de veintena de páginas, media carta y desde el título,
“El ser y el hacer… en el contexto evangélico” y el inicial
epígrafe: “La verdad y la ley natural implican la universalidad” atrajeron
mi atención y fue prioridad terminar su lectura, al
avanzar en ella, como recorrido tenían sus diversos mensajes, la
aseveración de premisas fundamentales compartidas por el autor y yo lector,
eran una perspectiva de avance recreativo, sin embargo al
interiorizar los silogismos de un texto secuenciado, regresaba a retomar las
congruencia de pertinencia intelectual, realidad y esencia
vital. Manifiesto que creí, que en su apartado 10 “Matrimonio y
familia: Proyecto de Dios”, llegaba al culmen, que los finales 9 apartados,
serían glosa de esta realidad meridiana para la comunidad como el ADN de ella
misma, porque la familia sólo si se recicla en su primigenia vocación, regalará
la esperanza de una mejor humanidad avistando, disfrutando la felicidad en
su reconstrucción familiar, comunitaria esencial para el género
humano con la alegría de la buena nueva: “El Padre nos
ama”.
Actualmente
somos testigos como el matrimonio y familia son objetivos de ataques y hay
estados que se ufanan de la modernidad al crear leyes que ponen en
riesgo la familia y hasta suplantan su misión, porque “Nuestros
proyectos… no son siempre los proyectos naturales.
El
número 12 analiza: “El rol de los educadores” asevera que ellos deben respetar,
valorar promover y sentar bases para garantizar la integridad de los educandos,
sin ignorar el derecho inalienable de los padres de familia de elegir la clase
de educación para sus hijos de acuerdo a sus convicciones morales, culturales y
religiosas. Afirma que la Conferencia episcopal tiene el “pulso” de la vida
nacional en sus diversos órdenes, especialmente en el campo educativo, pues la
formación es primordial a la Iglesia, al Estado, no en forma contraria o
contradictoria, sino de colaboración porque a mejores fieles, mejores
ciudadanos. La educación, es un proceso social complejo en la vida
comunitaria que propone a las nuevas generaciones formas de
vida, tecnología, lengua, historia humana, valores
que cultiva sus proyectos para una vida mejor de las generaciones
que se educan y construyen conocimientos, formas de convivencia, de producción,
organización social de acuerdo a principios morales, éticos que proponen las
agencias educadoras, en especial, la familia, el estado, la iglesia, redes
sociales...
La
Conferencia episcopal da algunas propuestas. 1ª - Recuperar la centralidad
de la persona que implica respeto y trascendencia, para no perdernos en
perspectivas sectarias, protagonistas, qué nos alejen de la prioridad personal
de cada educando. 2ª – Aspirar, trabajar por una educación integral, de calidad
para todos, al decir todos, entiendo, una reeducación, actualizarnos en los
objetivos educacionales los que nos sentimos ya formados, porque todos educamos
y deseducamos, según sea la calidad de acciones que
realizamos, socialmente son ejemplos los comportamientos. 3ª- Educar en la
verdad y en la libertad, para promover la paz. La falta de fidelidad a la
verdad ha desviado la historia, que muestra verdades oficializadas antes que
resaltar la verdad histórica, tendientes a apoyar regímenes sin honrar la
veracidad.. 4ª - “Reconocer el papel fundamental de la familia” y sus derechos
naturales, sin atropellos. Hay la aceptación a que el estado sostenga la
rectoría de la educación, pero primero es “reconocer, antes de otorgar” el
derecho inalienable de los Padres de Familia para educar. “Es preciso
dejar de ser profesor… hay que aspirar a ser maestro” 5ª propuesta: Hacer de
toda instancia eclesial y de toda acción pastoral un servicio educativo,
porque la visión de los obispos visualizan la panorámica de la educación, campo
privilegiado para que las generaciones nuevas se nutran de los valores
evangélicos desde su tierna edad. La escuela es espacio estupendo, formidable
para la educación en la fe, si de verdad la educación pretende ser integral.
6ª- Lograr que la escuela y los educadores encuentren caminos para el
cumplimiento de su misión”. Camino trazado, sólo falta acceder a él para
transitar por él. Indispensable, no sólo profesionalización, sino desde la
profundidad vocacional. El profesor cultiva diversas competencias, y el
maestro lo hace desde el testimonio de su vida como testigo de verdad, de
orden, justicia, sin llegar a ser “piedra de escándalo, sino de edificación”
7ª- Propiciar que los medios de comunicación sean instrumentos y no fines.
Siempre hay que jerarquizar ¿Hasta dónde son creíbles las poderosas “redes
sociales?” ¿Tendrán ética y moralidad adecuadas para la formación. 8ª-“Promover
la colaboración del gobierno y de la sociedad para una nueva acción educativa”.
Que los alumnos, las familias perciban que los profesores aman su profesión, y
su prioridad es la educación sobre todo. 9ª- “¿Para qué sirve la libertad de
enseñar… si no somos capaces de enseñar a ser libres? En 1921, José Vasconcelos
Calderón, como Secretario de Educación Pública, logró una revolución educativa:
“la alfabetización de la población” Marcó criterios, entusiasmó con sus
acciones y ejemplo, sin duda que implementó capacitación y los resultados de
cuatro años fueron excelentes. Con la actual tecnología… ¿cuánto bien se
logrará en el tiempo que queda al agónico sexenio? Y 10ª- propuesta para los
católicos: “Mirar a Cristo y a María como sentido y plenitud del proyecto
educativo de la Iglesia”. Porque Cristo es “plenitud de verdad”. La educación
no puede ir transitando fuera de la verdad, de la verdad histórica del país y
de los acontecimientos.
Finalmente,
manifiesto mi alegría por la lectura de este pequeño libro del Pbro. José
Oceguera Méndez, me permití comentar la parte relacionada
directamente con la educación, porque no podemos ignorar que todos
marginalmente somos educadores en el contexto comunitario, nadie puede
sustraerse de este hecho y es mejor reconocerlo para dejar un mejor testimonio.
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