Juan
José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán
El Volcán/Guzmán
Las
romerías anuales hacia el santuario de Nuestra Señora del Rosario de Talpa
durante los meses de enero, febrero y marzo, requieren de una gran preparación
física, pero que lamentablemente no es así en lo espiritual. “Yo no he visto
que haya una preparación espiritual, pero sí la física, donde los feligreses
acuden durante nueve lunes, por lo regular, la visita al Santo Niño de Atocha
que se venera en Huscalapa, y el fenómeno se repite con gran ahínco hacia
Talpa”, dijo en entrevista el Cronista de Zapotlán el Grande Fernando G.
Castolo.
Dijo que a Talpa y en romería parten
gentes que provienen no solamente de la Región sur de Jalisco, sino del vecino
estado de Colima, de la capital del estado Guadalajara que ya tienen una ruta
sagrada bien determinada con varios servicios y elementos arquitectónicos que
aparecen allí a propósito de avistamientos sobre los paisajes que se pueden
apreciar por la ruta. “Esos caminos han sido trazados no sabemos cuántos años,
pero sí tenemos reconocido aquí en Zapotlán desde la segunda mitad del siglo
XVIII, un barrio que se reconoció aquí como de Nuestra Señora de Talpa”.
Este fenómeno religioso que el
propio cronista ha vivido al haber cumplido su cuarto año consecutivo de ir a
Talpa caminando, lo que dijo ya no hará de esa forma sino por otros medios en
el futuro, precisamente por el gran esfuerzo físico que requiere pero sobre
todo por las vivencias que se tienen entre los mismos peregrinos, que se exigen
y hasta lastiman en aras de cumplir una manda, un gusto o un experimentar la
experiencia, lo que dista mucho de ser un acto de devoción o de preparación
espiritual, que ha impactado mucho en la economía local lo que se aprecia en algunos
de los servicios que se prestan a los peregrinos.
“El fenómeno en sí implica varias
aristas: La de la propia experiencia, qué se siente caminar yendo a Talpa, a
fin de entender esa fortaleza que el ser humano tiene por sí solo para
emprender rutas en determinados días y horas. También tenemos la arista de las
mandas, donde las personas van encauzadas por ese estímulo de evidenciar, de
manera propia, el hecho de que se nos haya escuchado, a través de la
intersección de la virgen, a una demanda que se tiene por algún apresuramiento
personal y ya se tuvo el beneficio que se pedía o se está solicitando a la
sagrada imagen”.
Otra arista es la tradición. “En mi
familia persiste una tradición que data de mis bisabuelos, mis abuelos y que yo
quiero continuarla y que mis hijos la entiendan también, que no implica otra
cosa más sino el hecho de sentir el orgullo que en el seno familiar se cuenta
con una tradición, de años, de estar haciendo estas visitas en romerías a la
Virgen de Talpa. Pero también se tiene la otra arista de la renovación, una
renovación espiritual que hoy día, con ese estilo de vida que llevamos en la
comunidad, estamos ávidos de abrazarnos de un halo espiritual que nos llene
estos entes providenciales como es la Virgen de Talpa, aristas que se
revitalizan al estar frente a la imagen de la Virgen de Talpa”, abundó.
JUAN
RULFO EVIDENCIO LAS DEBILIDADES HUMANAS EN SU OBRA TALPA
Sobre la falta de preparación
espiritual en algunos de los peregrinos a Talpa, fue el escritor jalisciense
Juan Rulfo quien en su obra Talpa, en donde muestra justamente las debilidades
carnales y humanas que se tienen cuando se está lejos del espacio donde
normalmente nos desarrollamos. “Ese alejamiento que se tiene de la patria
chica, también permite que haya ciertas solturas, no todo mundo va con apesumbramientos,
de oración permanente del camino al Sagrario, muchos aprovechan estas romerías
como un espacio alternativo de vacacionar, sobre todo en personas que no tienen
capacidad económica para hacerlo en otras latitudes, y aprovechan ese
esparcimiento de relajar la mente y el cuerpo por lo que hay mucho consumo de
bebidas alcohólicas, lo que evidencia lo que Juan Rulfo data en su cuento,
debilidades carnales que también se van llevando por el camino”, consideró.
Agregó que no se debe asustar por
este fenómeno ni menospreciar a quienes no llevan capacidad de reconocer un
camino sagrado, entenderlo sí como seres humanos y mortales que somos todos,
que sí se dan estos carismas diversos; “Que son los atrayentes de hacer estas
romerías hacia Talpa”, concluyó el Cronista de Zapotlán el Grande.
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