*Mtro.
Eduardo Ponce Llamas
Desde
antes de nacer, el niño se encuentra inmerso en un ambiente estético
determinado; la familia aporta una importante influencia y las instituciones
educativas introducen elementos que facilitan el enriquecimiento estético del
pequeño. Puesto que el ser humano está preparado para conocer el mundo a través
de los sentidos, los sentimientos y el intelecto, la introducción musical desde
la edad infantil contribuirán enormemente al desarrollo integral del individuo,
dado que la persona que crea, que construye, difícilmente destruye.
Trabajar
la música con niños requiere de una sistematización metodológica con distintos
grados de implicación de sus progenitores, que van en relación al nivel de
autonomía de los pequeños.
Antes
de decir sus primeras palabras, los niños ya canturrean. Imitan la entonación
de sus padres al hablar y comienzan así a apuntalar las bases del lenguaje. De
hecho, la capacidad de hablar y la de comprender la música comparten recursos
cerebrales, por lo que numerosos estudios de neurociencia se han centrado en
estudiar si potenciar una de las dos áreas puede comportar beneficios
transferibles a la otra.
Estudios
confirman la importancia de la música en los primeros años de vida. La Escuela
actual considera que la música debe abarcar al hombre en su totalidad, de
manera integral. Asimismo, pedagogos como Montessori, Decroly, las hermanas
Agazzi, entre otros también coinciden en la importancia de la música destacando
el valor que tiene la educación musical en la sociedad.
Los
niños están en contacto incluso antes de nacer con la música, con los sonidos
del ambiente que le rodea, de la madre, el padre, …el bebé se desarrolla en un
entorno sonoro diverso y complejo, por lo que la educación musical puede
comenzar desde incluso antes de nacer el bebé, y puede iniciarse en el seno
materno si la madre canta o escucha música.
En
el seno materno el bebé reacciona ante determinados sonidos, modificando su
posición y generando una respuesta cuando lo oye. De esta forma, se ha
demostrado que los sonidos graves tienen un efecto más relajante que aquellos
que son agudos, y que hay sonidos que agradan al bebé y le proporcionan
relajación y tranquilidad.
Todo
es posible debido a que el oído es el primer órgano sensorial que se desarrolla
dentro del útero; el feto oye, reacciona al sonido y aprende de él. El niño/a
discrimina sonidos tanto provenientes de la madre (latido cardíaco, relajación,
…) como sonidos exteriores (ruidos, música…).
Desde
las primeras etapas del desarrollo, los niños/as emiten respuestas (motrices,
sonoras, de atención, …) a estímulos musicales que son reiterados durante un
periodo de tiempo.
Las
canciones de cuna, por su parte, proporcionan al niño bienestar, relajación, estrechan
el vínculo de la madre con el hijo, siendo una actividad en la que los dos están
conectados (voz-escucha). El bebé reacciona ante estos sonidos, produciendo respuestas
y cambios según los sonidos que se emitan. Llegan al bebé elementos musicales
tales como compás, ritmo, sonoridad, etc., que pueden activar el estado general
o tranquilizarlo.
Cobra
especial importancia en esta etapa la educación sensorial, ya que es a través
de los sentidos y las sensaciones como el niño comienza a interactuar y desarrollar
su pensamiento, y a través de la música el niño/a comienza a descubrir y
aprender.
A
la música, y sobre todo a la música clásica, siempre se le han otorgado muy
diversos tipos de beneficios. Entre otras cosas, se dice que sirve para reducir
el estrés, mejorar el ánimo o que incluso afecta de forma positiva a plantas y
animales. Pues además de todo eso, también se han recogido multitud de
beneficios para los niños, representando una gran importancia en su desarrollo
intelectual, auditivo, sensorial, del habla y motriz.
La
música tiene el don de acercar a las personas. El niño que vive en contacto con
la música, aprende a convivir de mejor manera con otros niños, estableciendo
una comunicación más armoniosa. A esta edad la música les encanta.
El
trabajar con los niños en un ambiente musical deriva en:
Mejoría
en la capacidad de memoria, de atención y de concentración de los niños.
Estimula
su inteligencia al mejorar la habilidad para resolver problemas matemáticos y
de razonamiento complejos.
Es
una manera de expresarse e incluso con la música la expresión corporal del niño
se ve más estimulada.
Introduce
a los niños a los sonidos y significados de las palabras, fortalece el
aprendizaje y contribuye a mejorar su lenguaje, pues por ejemplo las letras de
las canciones, además de favorecer su discriminación auditiva, enriquecen su
vocabulario.
Les
hace más sociables, ya que la música brinda la oportunidad para que los niños
interactúen entre sí y con los adultos.
Desarrolla
la creatividad y estimula la imaginación infantil, puesto que la música
estimula el área derecha del cerebro, mejorando así la capacidad para realizar
cualquier otra actividad artística, como la pintura.
Al
combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo
muscular de los niños, al adaptar su movimiento corporal a los ritmos,
contribuyendo también de esta forma a potenciar el control rítmico de su cuerpo
y mejorar su coordinación.
Provoca
la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
Estimula
el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del
desarrollo.
Y
finalmente, ayuda a establecer rutinas, sentando así las bases de una futura
disciplina creando asociaciones entre la música y determinadas actividades.
El
entrenamiento musical comporta un sinfín de beneficios a nivel cognitivo y
perceptual. La música tiene la capacidad de potenciar las habilidades de los
niños para detectar, predecir y reaccionar de forma rápida a los patrones en el
mundo, lo que resulta de gran relevancia en el mundo complejo en que vivimos.
*Asesor
en el Centro de Actualización del Magisterio de Cd. Guzmán, Jal.
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