Toda
escritura, todo pensamiento y la vida misma es hipertextual, es decir, se
construye con bases de distintas cosas para, luego, concentrarlas y hacer una reunión
de las cosas. Sin embargo, las técnicas para realizar todo escrito son variadas
y diversas, no obstante, debe existir, finalmente una coherencia que vaya
detallando lo escrito.
Qué,
Quién, Cómo, Cuándo Dónde y Por qué —las preguntas básicas del periodismo, son
las mismas a las que todo texto responde— hacen a manera de hipertexto una recolección
informativa para finalmente encontrar un discurso entendible, legible,
manejable para cualquier lector, esas interrogantes logran que las estructuras
sean un camino que conduzca. En realidad, el hipertexto es como conducir un
auto: cuando uno maneja hace distintas cosas a la vez, pero el fin es único:
manejar el auto adecuadamente y llegar a un lugar. De ese modo, entonces, la
vida misma y toda escritura es igual: tiene varios caminos, pero una meta que
se debe definir. Se ha dicho que “Todos los caminos llevan a Roma”, pero esos
caminos por donde quiera que estén y de donde quiera que vengan siguen una meta
y cada uno puede elegir o bien el destino nos lleva por tal o cual camino con
tal de que llegue a Roma…
Se habla de arquitectura de la
escritura. No es algo nuevo. La escritura es arquitectura, de eso no hay duda y
es un antiguo concepto que también se puede explicar de manera inversa: toda arquitectura
es escritura. Y el hipertexto se parece mucho al Barroco, a la arquitectura
barroca: muchas líneas y un camino. Muchos sentidos y un destino de la mirada.
La poesía de largo aliento, esa que está expresada en poemas como “Piedra de
Sol” de Octavio Paz, “Primero sueño” de Sor Juana Inés de la Cruz o “Muerte sin
fin” de José Gorostiza son poemas arquitectónicos y son hipertextos…
Pero
quizás el mejor ejemplo de un poemas-hipertextos sean “La tierra baldía” y
“Cuatro cuartetos” T. S. Eliot cuya arquitectura y acercamiento al concepto de
hipertexto del que hablamos en es como el de la multimedia y el periodismo
digital, ya que esos poemas (sobre todo “Cuatro cuartetos”) están edificados
con una variedad muy amplia de información histórica, sensible y con infinitas
imágenes y conceptos que, al final, responden a las preguntas básicas de todo
texto que son las preguntas del periodismo tradicional.
(“Cuatro
cuartetos”, fragmento)
El tiempo presente y el tiempo
pasado
Acaso estén presentes en el tiempo
futuro
Y tal vez al futuro lo contenga el
pasado.
Si todo tiempo es un presente
eterno
Todo tiempo es irredimible.
Lo que pudo haber sido es una
abstracción
Que sigue siendo perpetua
posibilidad
Sólo en un mundo de especulaciones.
Lo que pudo haber sido y lo que ha
sido
Tienden a un solo fin, presente siempre.
Eco de pisadas en la memoria,
Van por el corredor que no seguimos
Hacia la puerta que no llegamos
nunca a abrir
Y da al jardín de rosas. Así en tu
mente
Resuenan mis palabras.
Pero
no sé
Con cuál objeto perturbamos el
polvo
Que vela el cuenco en donde están
los pétalos
De rosa.
Y
otros ecos
De
hecho, el concepto de hipertexto aparece desde hace mucho pero fueron los
estructuralistas franceses quienes los utilizan como tal y a propósito en el
siglo XX.
Luego
entonces el concepto y la utilización ya es, a estas alturas, un modo que en la
actualidad emplea la multimedia pero que no es propio ni sólo de ésta, sino que
hasta nuestro pensamiento es así: un constante hipertexto.
El
arte, la vida, y las nuevas tecnologías como nunca están tan ligadas y se han
contaminado (en el gran sentido del término) para hacer que las cosas sean de
otro modo pero finalmente del mismo como han sido: múltiples, emocionantes,
intensas. El periodismo digital, ni duda cabe, emplea e implementa todo a su
alcance para ser de ese modo: múltiple, emocionante, intenso pero concentrado…
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