Alan
Arenas
Muchas
madres nos decían «calladito te ves más bonito» cuando hablábamos cosas, que
para ellas no eran correctas y fuimos creciendo sin decir nada ni opinar nada
en contra de la autoridad que representaba las madres de familia; por
desgracia, esta sentencia penetro hasta el tuétano del pensamiento social. Nos hemos acostumbrado a callar porque hablar
algo que no estemos de acuerdo ante una autoridad, nos vemos mal. Estamos fuera del cuadrante
del visto bueno de la sociedad porque no estamos acostumbrados a recibir una
crítica a dialogar.
Ante cualquier comentario en contra
de una ideología, sea cual sea, siempre viene el golpeteo tanto verbal como
fisco; las acusaciones y la guerra sucia. No sabemos dialogar, es por ello que
cualquier debate que se quiere ejercer en México, caerá, sin excepción, a dimes y direte; y no en propuestas que fortalezcan una
dialéctica que lleve a un camino a la
resolución de conflictos.
Por
desgracia ha ido más allá; entre una ola
de violencia y crímenes, esta los asesinatos a aquellas personas fungieron en
su momento como activistas. La ley mordaza que ahora está en boga, tanto en el
ambiente político como social, ya existían desde hace mucho tiempo, ha sido una
herramienta usada para silenciar a aquellos que le mueven el tapete a la elite de poder – tanto política,
económica o amabas – porque en nuestro
país solo tiene dos sopas en la opinión pública sobre temas políticos-económicos:
estas conmigo o en contra de mi. Y si estas de mi lado no opines nada en contra
porque eso significa que no estás alineado.
Por consiguiente, si opinas algo en
contra de cualquier figura pública, acción o ley, aunque se tengan los
fundamentos; siempre estarás mal, incluso podrías estorbar a los intereses que
ellos buscan. Por tal motivo, en México,
ser periodistas o activistas es poner en la línea de fuego tu vida. Simplemente en los últimos dos años han sido
asesinados más de 340 activistas, según la revista proceso; y la cifra sigue en
aumento. Ejemplo, el último fue el asesinato, en Cheran, de Guadalupe Campanur
Tapia organizadora de grupos en contra de talamontes clandestinos.
Es tan
grave la situación que hace unos días la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH), ordenó a México proteger de forma inmediata la vida e
integridad personal de la luchadora social Bettina Cruz y su núcleo familiar,
tras acreditar la situación de riesgo que enfrenta por su trabajo en defensa de
los derechos de los pueblos indígenas que se oponen a la construcción de un
proyecto de energía eólica en el Istmo de Tehuantepec. Así lo informó en un
comunicado oficial. A este grado a
llegado la inseguridad para las personas que opinan y esta es la acción que
realizan las personas que no saben dialogar.
Mientras
no tengamos como base una educación de diálogo, en nuestro país será muy
peligroso opinar en contra de la gente que tiene el poder y sólo vela por sus
intereses; más cuando leyes como la Ley mordaza y la Ley de seguridad de
seguridad interior funcionen para silenciar de manera tajante las voces que
están en contra de sus interés, porque para ellos «calladito te ves más
bonito».
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