El Depor-Tivo
Salvador
Medina
Ronaldinho
siempre jugaba con una sonrisa en el rostro, pues estaba haciendo justamente lo
que le apasionaba, trabajaba siendo feliz, y era capaz de transmitir su
felicidad a los aficionados.

Debutando
en 1998 con Gremio de Porto Alegre, él ya era capaz de conquistar a los
conocedores del deporte más popular del mundo, emigrando después al París Saint
Germain club que representaría para el astro brasileño su primer reto en Europa
perteneciendo al equipo francés del 2000 al 2003 es transferido al Futbol Club
Barcelona donde sin duda todos fuimos testigos de su mejor magia, llegando a un
club blaugrana que se disputaba sorprendentemente en puestos de descenso y que
llegaría esa misma temporada a clasificar a la UEFA Europa League.

Con la
selección nacional de Brasil ganó un mundial sub 17 en Egipto, una Copa América
en Paraguay 1999, la Copa del Mundo de Corea del Sur y Japón 2002, y una Copa
Confederaciones en Alemania 2005, perteneciente a esa selección brasileña del
“Jogo Bonito” que se movía al ritmo del capoeira y samba, que daba miedo si
eras rival, imponía, que daba espectáculo y que el aficionado disfrutaba ver,
era todo un ritual ver a esa hermosa selección brasileña con Ronaldinho,
Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldo, Ze Roberto y compañía.

Sin
duda nuestra época fue marcada por esa sonrisa, ese festejo bailando haciendo
forma de puño con sus manos extendiendo los dedos pulgar y meñique, esos pases
dirigiendo el balón a una dirección contraria que lo que hacía entender su
mirada, haciendo goles imposibles y esos regates que eran poesía, quebrando
cinturas y provocando caídas, escondiendo el balón como todo un mago, él le
sonreía al futbol y a nosotros nos hacía sonreír, el espectáculo estaba en sus
pies. Gracias por tanta felicidad.
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