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viernes, 12 de enero de 2018

¿Se puede ser periodista y aficionado al mismo tiempo?




>El Depor-Tivo




Salvador Medina




En un entorno lleno de tabúes, paradigmas, acusaciones y juicios, pareciera que el tener una pasión y ejercer la labor de comunicador fueran temas que simplemente no se deben mezclar, ¿el simpatizante y la opinión no se llevan? El principal argumento es la pérdida de credibilidad ante la audiencia que es global y son ellos los que desempeñan el papel de hincha, es posible, el corazón muchas veces puede ganarle al micrófono, a la tinta, a las acciones y direcciones. De acuerdo a esto es justamente ser juez y parte.



El gusto por el futbol nace de una pasión, misma que nació de chicos cuando veíamos en el televisor o escuchábamos en la radio el partido de aquel equipo que nos llenaba de emociones y al mismo tiempo nos ahogaba en gritos, cabe mencionar que el futbol y el sufrimiento van de la mano, dicha pasión tuvo que nacer y existir en algún momento duradero o no pero estuvo vivo, ya depende de cada quien dejarlo vivir o intentar matarlo, porque dudo mucho que se pueda extinguir, es un cariño que no se estanca sino que al contrario incrementa, lo que si puede suceder es una especie de punto de equilibrio, moderación o control, a final de cuentas no se hablan o se escriben historias de amor sino hechos.

Pero, los hechos hablados sin sentimiento, sin pasión, secos, se vuelven en una pérdida de lo humano en algo que es justamente humano, cayendo en una apatía rutinaria donde no se transmite absolutamente nada más que palabras, quitarte la playera para comunicar es correcto, pero hacerlo solo para evitar juicios y maquillar la imagen es lo inhumano.

Ricardo Darín prestigioso actor y director argentino, menciona en una entrevista donde se le cuestiona el porqué no accedió a participar en Hollywood, el máximo referente del cine donde todos sueñan estar, el simplemente contesta contundentemente “no puedo sentir en otro idioma”, dando valor a la pasión, a lo humano, lo genuino, lo artesanal hecho a mano sin mascaras sin disfraces, en ese sentido uno no puede negar el amor con el que fue criado, desde esa visión el reconocerse como aficionado de un equipo es un acto de autenticidad y honestidad que lejos de afectar su objetividad la refuerza, un ejemplo claro podría ser Costa Febre relator argentino, bien sabido aficionado de River Plate, su principal característica de hecho, en el descenso del equipo de la banda era capaz de enchinarle la piel a cualquier aficionado al futbol independientemente al equipo que le fueran, brindando si un show increíble, pero una narración épica que muchos recordaremos, y es justo el toque especial de esto.
Existen sólidos argumentos académicos en el cual se demuestran los códigos éticos de la profesión, pero toda autenticidad radica en una pasión, las emociones finalmente son las que nos mueven, el ser aficionado de un equipo no imposibilita el reconocimiento al equipo contrario, ¿Deberían los periodistas ocultar cuál es el equipo que los apasiona?, la única herramienta finalmente que siempre se debe llevar es la verdad, no dejarse engañar llevando la contraria a hechos comprobables, no dar la espalda a nuestra identidad.









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