>El
Depor-Tivo
Salvador
Medina
En un
entorno lleno de tabúes, paradigmas, acusaciones y juicios, pareciera que el
tener una pasión y ejercer la labor de comunicador fueran temas que simplemente
no se deben mezclar, ¿el simpatizante y la opinión no se llevan? El principal
argumento es la pérdida de credibilidad ante la audiencia que es global y son
ellos los que desempeñan el papel de hincha, es posible, el corazón muchas
veces puede ganarle al micrófono, a la tinta, a las acciones y direcciones. De
acuerdo a esto es justamente ser juez y parte.
El
gusto por el futbol nace de una pasión, misma que nació de chicos cuando
veíamos en el televisor o escuchábamos en la radio el partido de aquel equipo
que nos llenaba de emociones y al mismo tiempo nos ahogaba en gritos, cabe
mencionar que el futbol y el sufrimiento van de la mano, dicha pasión tuvo que
nacer y existir en algún momento duradero o no pero estuvo vivo, ya depende de
cada quien dejarlo vivir o intentar matarlo, porque dudo mucho que se pueda
extinguir, es un cariño que no se estanca sino que al contrario incrementa, lo
que si puede suceder es una especie de punto de equilibrio, moderación o
control, a final de cuentas no se hablan o se escriben historias de amor sino
hechos.
Pero,
los hechos hablados sin sentimiento, sin pasión, secos, se vuelven en una
pérdida de lo humano en algo que es justamente humano, cayendo en una apatía
rutinaria donde no se transmite absolutamente nada más que palabras, quitarte
la playera para comunicar es correcto, pero hacerlo solo para evitar juicios y
maquillar la imagen es lo inhumano.

Existen
sólidos argumentos académicos en el cual se demuestran los códigos éticos de la
profesión, pero toda autenticidad radica en una pasión, las emociones
finalmente son las que nos mueven, el ser aficionado de un equipo no
imposibilita el reconocimiento al equipo contrario, ¿Deberían los periodistas
ocultar cuál es el equipo que los apasiona?, la única herramienta finalmente
que siempre se debe llevar es la verdad, no dejarse engañar llevando la
contraria a hechos comprobables, no dar la espalda a nuestra identidad.
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