Samuel Gómez Patiño
Siempre he pensado que soy malo para vender,
tan malo que entro vendiendo y salgo comprando. Sin embargo, estoy consciente
que al final todos nos debemos convertir en el mejor vendedor del mejor
producto: uno mismo.
En
mí ya largo caminar por la vida, he trabajado en diversas empresas y en
diversos puestos y oficios. Desde mensajero, auxiliar contable, auxiliar de
almacén, pequeñas tiendas de autoservicio hasta en puestos más profesionales
como gerente de personal, administrador de un colegio, director de una escuela
comercial y secundaria, administrador de una empresa de tecnologías, así como
emprendiendo ya sea servicios educativos para empresas o servicios
profesionales en administración y tecnológicos.
Con
mis 33 años de carrera en la Universidad me he desempeñado desde un maestro de
asignatura hasta coordinaciones deportivas, de áreas como administración
avanzada, recursos humanos, mercadotecnia y ahora de apoyo y de derecho,
pasando como administrador de la Facultad y coordinador de la carrera sino la
más importante si la más grande: la de administración de empresas, y he llegado
a la conclusión ¡que el cliente no es primero!
Es
cierto que gracias a los clientes existen las empresas, vaya sin estudiantes no
hay universidad, pero también es cierto que las teorías de administración en
las empresas exitosas han empezado a tomar en cuenta al motor de cualquier
organización: el personal.
Estoy
convencido que para aprender a mandar primero debo aprender a obedecer y esto
último sólo se aprende cuando empiezas a trabajar en los puestos de operación
de una empresa. Difícil ser jefe de bomberos si jamás he trabajado en apagar un
incendio.
Recuerdo
una historia contada sobre un empresario en Tijuana que presumía a sus amigos
sobre su hijo que acababa de terminar sus estudios universitarios y ahora
administraba sus negocios:
Desde que mi hijo está a cargo del
negocio me estoy volviendo rico.
¿Entonces estas contento con tu
hijo?
Que va, me está volviendo rico,
pero antes era millonario.
Cuando inicias el negocio primero
contratas a tus empleados y luego buscas a los clientes, toda organización vive
no de sus empleados sino con sus empleados. Muchas empresas no sobreviven a una
segunda generación y está comprobado que las más exitosas han sido gracias a
que los fundadores se preocuparon porque sus hijos y en algunos casos sus
nietos aprendieran desde la raíz el negocio. No sólo les dieron educación
profesional sino los prepararon sin reparos en las operaciones de la empresa
desde abajo.
Hace años un alumno me platicaba
sobre su negocio. Tijuana no era una ciudad con edificios de mucha altura
(también es una zona de riesgo por los temblores) aunque actualmente empezamos
a crecer de forma vertical. Pues el negocio era de poner luces externas al
edificio para que en las noches pudieran lucir más y ser vistos desde la
distancia, pero el comento algo que me pareció absurdo:
A mis trabajadores no les enseño el
secreto de mi negocio para que luego no se conviertan en mi competencia.
Entonces le comenté que poner al
trabajador sólo a poner luces pegadas en la pared sin que entendieran la
esencia del trabajo era limitarlos y, por lo tanto sería muy difícil que al
presentarse una dificultad la pudieran resolver. Todo por el temor a que lo
superen, cuando la mejor estrategia debe ser de rodearnos de personas
inteligentes y con talento, sin miedo a que sean mejores que nosotros. Gente
mediocre (no capacitados, sin las habilidades o conocimientos requeridos),
generan resultados mediocres.
La mejor inversión siempre es el
talento y las habilidades de cada persona. Quiero tener éxito, debo empezar por
juntar un equipo talentoso, pulirlo y emocionarlo en nuestra visión de negocio.
Pensemos un poco, cuando hemos emprendido un negocio o una nueva aventura,
¿hemos llevado el mejor equipo? ¿Nos tomamos el tiempo para seleccionar lo
mejor?
Hace años, asistí a una conferencia
sobre trabajo en equipo con Carlos Carsolio, un alpinista como expositor. Les
confieso que acudí movido más por la curiosidad que otra cosa, ¿Cómo un
alpinista me iba a enseñar sobre trabajo en equipo?
Carlos, un ingeniero civil que se
convirtió en leyenda siendo uno de los pocos humanos en alcanzar el club de las
cimas de los 14 ochomiles, nos dio una plática donde ilustro la forma en que un
equipo, generalmente 4 personas suben a la cima y donde lo importante no es
llegar primero o vivo a la meta sino regresar con vida todo el equipo.
Comentaba que arriba, el frio, el viento, la presión hace que tomes la decisión
más difícil: querer vivir, ya que como lo comento sentarse a esperar la muerte
era la decisión más fácil de tomar.
Si quieres llegar a la cima, ¿Quién
quieres que te acompañe?
La próxima semana, reuniendo mi
equipo.
Me
gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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