>Los conjurados
Ricardo Sigala
¿QUERRÁ USTED LEER ESTE LIBRO?
Zeitgeist tropical de Federico Vite es un
puñetazo. Nadie puede permanecer incólume ante estas páginas. El lenguaje; la
realidad que retrata y recrea; los personajes entre entrañables, terribles e
inquietantes; el desarrollo de las historias que evidencian un oficio gozoso de
la escritura; la sabiduría técnica; el humor a veces despiadado; los guiños al
lector y otras cuantas cosas que ahora no enuncio para no parecer enciclopédico
(y con eso traicionar al libro) construyen una literatura poderosa y
desinhibida. Si usted está buscando golosinas culturales, si quiere un libro
para leer un domingo por la tarde en el sofá, si es de los que se asoman a la
literatura para evadirse de la realidad, aléjese de Zeitgeist tropical. Pero si
para usted la literatura tiene que ver con la comprensión de la realidad y de
su tiempo; si es de los que reconocen que la violencia es una cuña que se ha
insertado en nuestras vidas; si le gustan las historias y los personajes
complejos, si como Tom Waits prefiere
“las bellas melodías que dicen cosas terribles”; si lo tienta el humor, ese
bicho políticamente incorrecto, entonces sea bienvenido a estas páginas para
que se acuerde de Acapulco, no como María Bonita, sino como Federico Vite, y
con él los que hemos leído su libro.
¿CÓMO DEMONIOS HABLAR DE ZEIGIEIST TROPICAL?
Cómo hablar de Zeitgeist tropical,
me pregunto. Le he estado dando vueltas a este asunto durante los últimos días.
Colocarle un adjetivo o un atributo sería traicionarlo. Por una parte tiene esa
capacidad de cautivar al lector, quien no puede dejar de leer uno tras otro sus
cuentos, un libro que no sólo se deja leer sino que es difícil dejar de leer,
sin embargo como ya dije no es un libro fácil. Es un libro rabioso y visceral,
sí pero no sólo eso. Es un libro bien trabajado, con una estructura claramente
proyectada, que juega con la expectativa del lector, sí, pero no sólo eso. Se
trata de un libro tan vivo, tan difícil de asir que siento que habría que
comentarlo por primera vez entre cervezas en una palapa de Acapulco o en San
Juan de Dios en Guadalajara. “No manches Federico, qué tipo tan dañado el del
taller mecánico.” O bien, “Qué pedo con esa vieja, la acosadora del face”, o
“Qué huevotes los del sicario marica”, esas cosas y en ese tono en que se
comparten las revelaciones, esa quizás sería la forma ideal de hablar de este
libro de Federico Vite.
LA VIOLENCIA
La violencia cotidiana de Acapulco
es el telón de fondo de todas las historias del libro, música emanada de tiroteos, disparos de AKA
47, ajustes de cuentas, ambulancias, cadáveres en el mar, heridos en las
calles, más heridos que médicos en los hospitales. Se trata de una música
ruidosa con la que se ha aprendido a vivir. Es esa violencia de los capos de la
droga y también la institucional, la de los daños colaterales, el recuerdo de
los amigos muertos.
En
un estado en donde la violencia es la moneda que más circula, ésta no se limita
a los cárteles, al ejército y la policía como si de una guerra particular se
tratara. La violencia germina y se extiende como una carcoma, la gente y sus
relaciones se ven hundidas en esas aguas tropicales. Un alto ejecutivo recibe
una bala perdida; un mecánico provoca una avería en el coche de una de sus
clientas; alguien quiere poner un negocio de tacos y lo agobia la burocracia y
la corrupción institucional, pero además debe pagar derecho de piso; un jefe de
la policía usa la maquinaria oficial contra sus enemigos; diluir cuerpos en
ácido o cortar lenguas es un oficio al que se llega inesperadamente, sin plan
ni escapatoria. Y luego están la violencia laboral, la familiar y la amorosa.
La casa, la cama, las cuentas de banco, las redes sociales son un campo de
batalla, son el ring de boxeo de la vida cotidiana.
COMO UN ECO
Hay momentos memorables en estas
páginas, pasajes que por distintas razones permanecen como un eco en la
memoria. Un duelo en diferentes campos de batalla entre un policía y un
reguetonero puertorriqueño, la cual da como resultado un álbum de boleros
titulado También las cachorras sufren por amor.
Un alto ejecutivo que se enamora de su violador, éste se va metiendo en
su vida hasta expulsarlo de su propia familia. Impotentes que despiertan su virilidad oliendo billetes, o
viendo la revista Alarma!, o animales atropellados en la carretera. Un
licenciado en filosofía que se realiza como jardinero. Un artista del dibujo
que quiere ser Bob Ros, dañado por inhalar cemento, tan inocente y terrible
cercenador de lenguas. Hay también mucho
amor y desamor, divorcios, duelos separaciones, pleitos impersonales, sin
nombre entre el juzgado y las redes sociales. La pérdida es seña de identidad,
se pierde la paz, y la mujer, con ellos se pierde el trabajo, una pierna, la
estabilidad, la virilidad.
Hay
un pasaje en el último cuento del libro (“E tu, come ti chiami?”), un pelotón
de ciclistas es arrollado por una camioneta, en ella el autor muestra una
impresionante capacidad de escritura, una de las escenas más logradas que he
leído en los últimos tiempos.
ALGUNAS ALUSIONES
Zeitgeist tropical es además un
diálogo con la cultura. “Variaciones musicales sobre la justicia” es una
defensa y un homenaje a Agustín Lara y, de forma indirecta a Stepehn Crane en
La roja insignia del coraje. “Últimos atardeceres en el mundo” alude al cuento
casi homónimo de Roberto Bolaño, “Últimos atardeceres en la tierra”, que
también sucede en Acapulco. “Casablanca: pensamientos repentinos, naturalezas
muertas, Acapulco”, juega con la película de Michael Curtiz, y la imagen de
Humprey Bogart e Ingrid Bergman, se trata además una historia amorosa de una
ternura inesperada en el conjunto del libro.
LOS LIBROS DE ACAPULCO
Federico Vite asegura que Acapulco le dio los libros, más
precisamente que las calles de Acapulco le dieron los libros. Quizás por eso
estas historias se arraigan con tanta fuerza en la calles del puerto, quizás
por eso estos cuentos y sus personajes se parecen tanto a la vida, porque, como
él dice “para algunos la literatura no es sólo un pasatiempo sino la vida
misma”.
Quizás esa sea la razón por la que
Federico Vite agarró a su adorado Acapulco y lo metió a Zeitgeist tropical,
este libro que además nos recibe con la nota de que ha ganado el Premio
Nacional de Cuento Juan José Arreola.
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