Samuel Gómez Patiño
Son impresionantes las imágenes que
cada Black Friday podemos ver a través de los noticieros o las redes sociales
de personas luchando por un producto, situaciones de verdaderas peleas por
comprar algo que está en oferta y en algunas ocasiones de heridos o muertos por
la frenética reacción de los consumidores.
El
Buen Fin, estrategia comercial ideada en el sexenio pasado, es una copia de la
ya mencionada del Black Friday, aunque con la salvedad de durar más tiempo en
México como en esta ocasión del 17 al 20 de noviembre y, todavía con la
desconfianza en las empresas de que sean verdaderas las ofertas y en algunos
casos con organizaciones que no terminan con comprender la oportunidad de poder
ganar en este periodo no sólo utilidades, sino a los consumidores generando
confianza y si lo trabajan bien hasta su lealtad.
Se
abre la puerta del establecimiento y se ve en las imágenes personas entrar sin
control tirándose sobre lo primero que ven sin saber exactamente que es. Una
señora intercambiando golpes por unos pantalones, niños entrenados para correr
sobre los productos y llenar los carritos, el caos total con clientes haciendo
fila para pagar y ahí mismo escogiendo que se llevan y que dejan, y en algunos
casos con días de anticipación haciendo fila para ser los primeros en ingresar
a la tienda con sus casas de campaña en las afueras de las empresas; en fin el
frenético consumismo en toda su extensión.
Para
algunos es como una profesión el cazar las ofertas y salir triunfante con algo
en sus manos aunque no lo necesite. La semana anterior les comentaba que
deberíamos convertirnos en consumidores inteligentes, es decir cuando tengamos
una necesidad debemos identificar que satisfactor puede cubrirla, investigar no
sólo el precio (buscando el más barato) sino las otras cualidades que pueden
evitar un desaguisado cuando no cumple con las especificaciones requeridas,
como las garantías, el uso que le queremos dar, la calidad buscada, etc.; por
supuesto, ya tenemos muchos productos que nos tienen convencido y sería muy
difícil sustituirlos por otros, pero siempre encontraremos necesidades que
cubrir y nuevas ofertas que aprovechar.
Dicen
que llenamos los huecos del alma, como el amor, la paz, la alegría que no
tenemos con bienes materiales y por eso compramos muchos zapatos, ropa u otros
objetos que nos hacen sentir momentáneamente bien, pero que al pasar la ilusión
nos volvemos a deprimir. Nos estamos volviendo literalmente, chicos materiales;
hay que recordar que finalmente aprendimos de nuestros padres primero, y en
algunos casos los regalos eran una forma de disculparse por no pasar más tiempo
con nosotros. Llenaron los huecos del alma con objetos materiales y replicamos
comprándonos cosas que sigan cubriendo nuestras deficiencias personales.
El
mercadólogo conoce que compramos más emocionalmente que racionalmente, trabaja
dándonos experiencias que nos muevan los sentimientos, no importa si no
reflexionamos sino que reaccionemos y compremos. El 14 de febrero tenemos que
regalarle a la persona amada o al amigo y nos mueve el sentimiento hacia la
novia o la compañera de tú vida; festejamos a
mamá más que a papá, es más emocional alagar a la madre que al padre; la
fiestas decembrinas y de año nuevo son los momentos para la reflexión y
compartir con nuestros familiares momentos de paz y unión, y no falta
intercambiar regalos y momentos especiales, las experiencias refuerzan nuestros
sentimientos.
Todavía
recuerdo la sensación cuando compre mi actual carro, un Jetta nacional de la
Volkswagen en diciembre de 2006; por fin estrenando un carro de agencia; la
emoción de mi familia cuando salimos en el a pasear, el aroma a nuevo hizo
especial que estrenáramos ese auto y, contrario a lo que algunos pensaron, lo
compre con crédito bancario a 4 años.
Acaba de ser promovido para
administrar la Facultad donde todavía trabajo, por lo que obtuve una
compensación que permitió que ganará un poco más mensualmente que me dio la
oportunidad de poder pagar las mensualidades, además consulte en varias
agencias para saber si se podían adelantar pagos o por lo menos pagar a capital
sin ser penalizado, por lo que la Volkswagen y el Banco Scotiabank me dieron
esa oportunidad y nos decidimos por ese auto.
A
través del tiempo he tenido varios carros, pero este fue el primero de agencia
y lo compramos analizando las opciones y aprovechando la promoción en el
trabajo, que nos dio la oportunidad de adquirirlo. Y tú, ¿ya planeaste la
próxima compra?
La
próxima semana, ¿Cuánto aprendes de tus errores?
Me
gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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