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miércoles, 20 de diciembre de 2017

El Club de los Fracasados



Samuel Gómez Patiño

 
La vida está llena de decisiones, buenas y malas que al fin y al cabo fijan el rumbo de nuestra existencia. Algunas de ellas son trascendentales, tanto que puedes voltear atrás y te darás cuenta con el tiempo cuan diferente hubiera sido tú camino.


Aunque muchos no creen en mi timidez, de adolescente y joven mis indecisiones me llevaron a perder oportunidades de trabajo, de éxitos deportivos e inclusive de amores. No me arrepiento de ninguna decisión tomada, finalmente me sirvieron de experiencia y fueron cosas del pasado que forman al Samuel que ahora conocen.
Cuando estudiaba en la universidad no me gustaba participar en clase, siempre temía al ridículo, al fracaso, por lo tanto, era el alumno que me escondía del profesor; sin embargo, cuando era necesario dar una clase particular o a un pequeño grupo de compañeros lo hacía con gusto y bien.

Trabajaba en una maquiladora y me absorbía mucho tiempo, tanto que descuidé mis estudios, por lo que decidí renunciar no sin antes solicitarle a mi padre que me apoyará económicamente mientras terminaba el semestre. Curiosamente renuncie el día que me ascendieron a gerente de almacén.

Ese día llego a buscarme al salón una abogada, dueña y directora de una Academia Comercial, el “Instituto Latino” ya que alguien del grupo me recomendó para dar clases. Cuando entré a estudiar la carrera de administración había dos actividades que dije que no quería hacer con mi carrera profesional: gerente de recursos humanos y maestro.

Aprendí que nunca debía prometer algo que no pudiera cumplir, ya que mi primer trabajo profesional fue ser gerente de personal en unas zapaterías y la segunda… bueno me convenció la directora de integrarme a su escuela. Recuerdo el tormento de las dos primeras semanas, llegar al salón con mis libros bajo el brazo y un cierre en la boca. Descubrí que podía estar callado 60 minutos frente a grupo; recuerdo que me nombraron padrino de generación y tres años en las academias y 31 en la universidad hacen ver mi camino muy diferente.

Dos decisiones importantes en mi vida: renunciar a la gerencia de la maquiladora, la oportunidad de crecer en esa industria, pero por otro lado terminar mi carrera profesional y, la otra aceptar dar clases en la academia y posteriormente hacer carrera en la docencia. Notas que en estas decisiones el rumbo de mi vida fue diferente. Por cierto, aceptar ser gerente de la zapatería también dejó otro resultado diferente, en este trabajo conocí a Rosario, mi esposa y aunque mientras trabajamos juntos no hubo la química necesaria, eventualmente nos volvimos a juntar cuando aceptó trabajar para mí en una escuela en la cual era director y esa es otra historia.

El fracaso debe tomarse como es: fijamos expectativas y por alguna razón no las alcanzamos, entonces aprendemos; formamos experiencias en nuestra vida que ayudarán a tomar una mejor elección. Fracasar no es más que un paso más hacia el éxito.

La primera vez que participe con el entonces Club Toastmasters Tijuana, en los ochentas me pare y mis dos minutos fueron de silencio, no pude contestar la pregunta que me hicieron en la Dirección de Tópicos y, sin embargo me inscribí al club con la única meta de prepararme para mi examen profesional que solicité que se realizará de forma pública, en parte porque me asignaron a un maestro que durante la carrera me había amenazado con no permitir que terminará la universidad y  porque aunque ya daba clases en academias quería aprender a hablar en público. Algunos compañeros dicen que ahora cómo me pueden callar, en tono de broma. Hoy pertenezco al Club Toastmasters Ejecutivo de Tijuana del cual soy el Vicepresidente Educativo, Comunicador Avanzado Plata y Líder Avanzado Bronce.

El Club de los Fracasados significa que todos podemos aprender del fracaso, aprendemos más de nuestros errores, pero lo importante es que nos sirven a todos. Así como presentamos las empresas y personas exitosas, también podemos compartir los casos de fracasos, analizándolos y aprendiendo de ellos, ¿serias capaz de compartir el peor de tus fracasos?

La próxima vez que tropieces con una piedra, no la patees echándole la culpa de estar ahí en tú camino, párate cerca de ella, analiza porque te caíste y aprende a darle la vuelta, a brincarla, a ignorarla o simplemente a levantarla y a llevarla contigo para que te recuerde que siempre que te caigas te vas a levantar, quizás raspado pero en definitiva más fuerte y con más experiencia.
La próxima semana; “La tarjeta de navidad”.
 

  1. Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño


*Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana

Universidad Autónoma de Baja California

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