Samuel Gómez Patiño
La vida está
llena de decisiones, buenas y malas que al fin y al cabo fijan el rumbo de
nuestra existencia. Algunas de ellas son trascendentales, tanto que puedes
voltear atrás y te darás cuenta con el tiempo cuan diferente hubiera sido tú
camino.
Aunque muchos
no creen en mi timidez, de adolescente y joven mis indecisiones me llevaron a
perder oportunidades de trabajo, de éxitos deportivos e inclusive de amores. No
me arrepiento de ninguna decisión tomada, finalmente me sirvieron de
experiencia y fueron cosas del pasado que forman al Samuel que ahora conocen.
Cuando
estudiaba en la universidad no me gustaba participar en clase, siempre temía al
ridículo, al fracaso, por lo tanto, era el alumno que me escondía del profesor;
sin embargo, cuando era necesario dar una clase particular o a un pequeño grupo
de compañeros lo hacía con gusto y bien.
Trabajaba en
una maquiladora y me absorbía mucho tiempo, tanto que descuidé mis estudios,
por lo que decidí renunciar no sin antes solicitarle a mi padre que me apoyará
económicamente mientras terminaba el semestre. Curiosamente renuncie el día que
me ascendieron a gerente de almacén.
Ese día llego
a buscarme al salón una abogada, dueña y directora de una Academia Comercial,
el “Instituto Latino” ya que alguien del grupo me recomendó para dar clases.
Cuando entré a estudiar la carrera de administración había dos actividades que
dije que no quería hacer con mi carrera profesional: gerente de recursos humanos
y maestro.
Aprendí que
nunca debía prometer algo que no pudiera cumplir, ya que mi primer trabajo
profesional fue ser gerente de personal en unas zapaterías y la segunda… bueno
me convenció la directora de integrarme a su escuela. Recuerdo el tormento de
las dos primeras semanas, llegar al salón con mis libros bajo el brazo y un
cierre en la boca. Descubrí que podía estar callado 60 minutos frente a grupo;
recuerdo que me nombraron padrino de generación y tres años en las academias y
31 en la universidad hacen ver mi camino muy diferente.
Dos decisiones
importantes en mi vida: renunciar a la gerencia de la maquiladora, la
oportunidad de crecer en esa industria, pero por otro lado terminar mi carrera
profesional y, la otra aceptar dar clases en la academia y posteriormente hacer
carrera en la docencia. Notas que en estas decisiones el rumbo de mi vida fue
diferente. Por cierto, aceptar ser gerente de la zapatería también dejó otro
resultado diferente, en este trabajo conocí a Rosario, mi esposa y aunque
mientras trabajamos juntos no hubo la química necesaria, eventualmente nos
volvimos a juntar cuando aceptó trabajar para mí en una escuela en la cual era
director y esa es otra historia.
El fracaso
debe tomarse como es: fijamos expectativas y por alguna razón no las
alcanzamos, entonces aprendemos; formamos experiencias en nuestra vida que
ayudarán a tomar una mejor elección. Fracasar no es más que un paso más hacia
el éxito.
La primera vez
que participe con el entonces Club Toastmasters Tijuana, en los ochentas me
pare y mis dos minutos fueron de silencio, no pude contestar la pregunta que me
hicieron en la Dirección de Tópicos y, sin embargo me inscribí al club con la
única meta de prepararme para mi examen profesional que solicité que se
realizará de forma pública, en parte porque me asignaron a un maestro que
durante la carrera me había amenazado con no permitir que terminará la
universidad y porque aunque ya daba
clases en academias quería aprender a hablar en público. Algunos compañeros
dicen que ahora cómo me pueden callar, en tono de broma. Hoy pertenezco al Club
Toastmasters Ejecutivo de Tijuana del cual soy el Vicepresidente Educativo,
Comunicador Avanzado Plata y Líder Avanzado Bronce.
El Club de los
Fracasados significa que todos podemos aprender del fracaso, aprendemos más de
nuestros errores, pero lo importante es que nos sirven a todos. Así como
presentamos las empresas y personas exitosas, también podemos compartir los
casos de fracasos, analizándolos y aprendiendo de ellos, ¿serias capaz de
compartir el peor de tus fracasos?
La próxima vez
que tropieces con una piedra, no la patees echándole la culpa de estar ahí en
tú camino, párate cerca de ella, analiza porque te caíste y aprende a darle la
vuelta, a brincarla, a ignorarla o simplemente a levantarla y a llevarla
contigo para que te recuerde que siempre que te caigas te vas a levantar,
quizás raspado pero en definitiva más fuerte y con más experiencia.
La próxima
semana; “La tarjeta de navidad”.
- Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
No hay comentarios.:
Publicar un comentario