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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Volver a mirar hacia Nicaragua, el Premio Cervantes para Sergio Ramírez



>Los conjurados




Ricardo Sigala


La primera vez que lo vi fue hace casi treinta años. Era 1988 y en la Facultad de Letras recibíamos escritores de una recién fundada FIL de Guadalajara. Su presencia era imponente, como su voz, y más tarde descubrimos que también su literatura. Para nosotros su presencia venía cargada de un halo mítico, porque pertenecía a una comitiva de escritores de Nicaragua encabezada por Ernesto Cardenal, el poeta y sacerdote católico que había sido increpado en público y luego suspendido de su sacerdocio por Juan Pablo II, por “propagar doctrinas apóstatas”; Cardenal había apoyado al Frende Sandinista de Liberación Nacional y, al triunfo de la Revolucion Nicaragüense, había sido declarado ministro de cultural.

            Lo vi, como decía, por primera vez allá por finales de los años ochenta en el auditorio Adalberto Navarro Sánchez de la Facultad, creo que en esa ocasión presentaba su nuevo libro Castigo Divino, pero la descarga de anécdotas de quien una década antes había sido también protagonista de la Revolución Sandinista, de la Junta de Reconstrucción Nacional y luego vicepresidente de Nicaragua, fue avasalladora y olvidamos sus libros para quedarnos con esa personalidad tan dominate que es la de Sergio Ramírez.

            En los años noventa, no sin cierto desencanto, se despidió de la vida política con su libro de memorias Adiós muchachos, y “sin derramar una gota de rencor” se dedicó de lleno a la literatura. Los frutos vinieron muy pronto, en 1998 obtuvo el Premio Alfaguara de novela por Margarita, está linda mar, un homenaje a Rubén Darío, el primer gran escritor nicaragüense de quien él mismo se reconoce heredero.  Antes había ganado el Premio Dashiel Hammett y  posteriormente los premios Casa de las Américas, el José Donoso y el Carlos Fuentes. El jueves 16 de noviembre se anunció que Sergio Ramírez es el ganador del Premio Cervantes de este año, el más grande galardón en lengua española a que puede aspirar un escritor.

Sergio Ramírez  es un autor incansable, ha pubicado casi cincuenta libros entre cuento, novela, ensayo y testimonio, además es un periodista activo, tiene columnas en diarios como La jornada en México y El país en España. Ramírez concibe la escritura como una mezcla de libertad e imaginación con responsabilidad ciudadana, así pues sus temas constantes son la historia de Nicaragua y de Hispanoamérica, así como la situación de los migrantes, la diversidad, la xenofobia, los peligrosos nacionalismos que se fermentan en nuestros tiempos. 

La crítica literaria, por su parte, lo encuentra deudor de escritores del Boom latinamericano como Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Quizás de ahí le venga esa necesidad de conjuntar la imaginación y la realidad, él ha declardo que en su método de escritura intenta “diluir la historia real dentro de la ficción y crear una realidad paralela, que termina siendo la verdad. Es la gran arrogancia del escritor y al mismo tiempo, el gran triunfo del novelista”.

Nosotros tendremos oportunidad de verlo en breve, puesto que el 25 de noviembre presentará en la FIL de Guadalajara su más reciente novela Ya nadie llora por mí, además de una antología de sus cuentos.

A finales del siglo XIX, Ruben Darío, con su excepcional experimento literario conocido como el Modernismo, puso a Nicaragua y a Hispanoamérica en la geografía literaria de la poesía, ahora con el Premio Cervantes, Sergio Ramírez vuelve a poner a Nicaragua en el centro del mapa literario, pero ahora desde la narrativa, para complementar la grandeza de ese pequeño país centroaméricano, que como vemos mucho le ha dado a la literatura mundial.


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