>Los conjurados
Ricardo Sigala
La primera vez que lo vi fue hace
casi treinta años. Era 1988 y en la Facultad de Letras recibíamos escritores de
una recién fundada FIL de Guadalajara. Su presencia era imponente, como su voz,
y más tarde descubrimos que también su literatura. Para nosotros su presencia
venía cargada de un halo mítico, porque pertenecía a una comitiva de escritores
de Nicaragua encabezada por Ernesto Cardenal, el poeta y sacerdote católico que
había sido increpado en público y luego suspendido de su sacerdocio por Juan Pablo
II, por “propagar doctrinas apóstatas”; Cardenal había apoyado al Frende
Sandinista de Liberación Nacional y, al triunfo de la Revolucion Nicaragüense,
había sido declarado ministro de cultural.
Lo
vi, como decía, por primera vez allá por finales de los años ochenta en el
auditorio Adalberto Navarro Sánchez de la Facultad, creo que en esa ocasión
presentaba su nuevo libro Castigo Divino, pero la descarga de anécdotas de
quien una década antes había sido también protagonista de la Revolución
Sandinista, de la Junta de Reconstrucción Nacional y luego vicepresidente de
Nicaragua, fue avasalladora y olvidamos sus libros para quedarnos con esa
personalidad tan dominate que es la de Sergio Ramírez.
En
los años noventa, no sin cierto desencanto, se despidió de la vida política con
su libro de memorias Adiós muchachos, y “sin derramar una gota de rencor” se
dedicó de lleno a la literatura. Los frutos vinieron muy pronto, en 1998 obtuvo
el Premio Alfaguara de novela por Margarita, está linda mar, un homenaje a Rubén
Darío, el primer gran escritor nicaragüense de quien él mismo se reconoce
heredero. Antes había ganado el Premio
Dashiel Hammett y posteriormente los
premios Casa de las Américas, el José Donoso y el Carlos Fuentes. El jueves 16
de noviembre se anunció que Sergio Ramírez es el ganador del Premio Cervantes de
este año, el más grande galardón en lengua española a que puede aspirar un
escritor.
Sergio Ramírez es un autor incansable, ha pubicado casi
cincuenta libros entre cuento, novela, ensayo y testimonio, además es un
periodista activo, tiene columnas en diarios como La jornada en México y El
país en España. Ramírez concibe la escritura como una mezcla de libertad e
imaginación con responsabilidad ciudadana, así pues sus temas constantes son la
historia de Nicaragua y de Hispanoamérica, así como la situación de los
migrantes, la diversidad, la xenofobia, los peligrosos nacionalismos que se
fermentan en nuestros tiempos.
La crítica literaria, por su parte,
lo encuentra deudor de escritores del Boom latinamericano como Carlos Fuentes,
Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Quizás de ahí le venga esa
necesidad de conjuntar la imaginación y la realidad, él ha declardo que en su
método de escritura intenta “diluir la historia real dentro de la ficción y
crear una realidad paralela, que termina siendo la verdad. Es la gran
arrogancia del escritor y al mismo tiempo, el gran triunfo del novelista”.
Nosotros tendremos oportunidad de
verlo en breve, puesto que el 25 de noviembre presentará en la FIL de Guadalajara
su más reciente novela Ya nadie llora por mí, además de una antología de sus
cuentos.
A finales del siglo XIX, Ruben
Darío, con su excepcional experimento literario conocido como el Modernismo,
puso a Nicaragua y a Hispanoamérica en la geografía literaria de la poesía,
ahora con el Premio Cervantes, Sergio Ramírez vuelve a poner a Nicaragua en el
centro del mapa literario, pero ahora desde la narrativa, para complementar la
grandeza de ese pequeño país centroaméricano, que como vemos mucho le ha dado a
la literatura mundial.
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