Samuel Gómez Patiño
Hace muchos años la sociedad de
alumnos de la universidad organizaba un congreso internacional donde
presentaban a grandes expositores del mundo de los negocios que servían para
acercar a los estudiantes con la realidad de las empresas. Las experiencias de
los directivos, ejecutivos o gerentes que venían resultaban enriquecedoras para
todos.
Recuerdo
en particular a Gerentes de las Tiendas de Wal-Mart provenientes de los Estados
Unidos que platicaban emocionados sobre su trabajo en esta organización,
destacando que lo mejor que les podía haber sucedido en la vida era trabajar
para ellos. Al salir de la conferencia mis alumnos me comentaron esto último
sorprendidos por la elocuencia utilizada por ellos y entonces les di mi
opinión:
-
Ellos se sienten orgullosos de su trabajo y si trabajará en otra tienda
hubieran dicho lo mismo, en cambio en México trabajas para Comercial Mexicana y
hablas de lo mal que te va con ellos y lo injusto que son contigo, te cambias a
trabajar a Soriana y no solamente hablas mal de ellos sino también de tú
antiguo trabajo.
Me
va también en mi negocio que alcanza hasta para que me roben mis empleados,
escuche a un empresario. Sin duda, me sería difícil trabajar con un patrón que
desconfiara de mí.
Este
año tuve la oportunidad de ver la película “A dog’s purpose”, titulada en
español “La razón de estar contigo”, basada en el libro “A dog’s purpose: a
novel for humans”, de W. Bruce Cameron, que nos deja una enseñanza de la
lealtad y de aprender a disfrutar cada momento.
Bailey
es un perro que encuentra el propósito de su vida al llegar a una familia que
lo adopta y se encariña con el niño de la familia; en sus andares muere y
resucita con su alma de perro y conoce nuevos humanos, algunos buenos que lo
cuidan y otros indiferentes para protegerlo. Aprende sobre las personas pero
sobre todo muestra su lealtad y cariño incondicional hacia sus amos hasta que
se reencuentra con el niño (ya adulto) para protegerlo y ayudarlo a rehacer su
vida. Entonces se da cuenta de la misión de su vida canina. Una historia de
lealtad y amor incondicional.
Me
pregunto porque los líderes de las empresas prefieren amedrentar a los
empleados creyendo que con eso ellos serán leales, cuando en verdad le tienen miedo
y a la primera oportunidad se van a desquitar de quien los ha humillado,
menospreciado o simplemente ignorado en sus necesidades y sueños como personas
que son.
La
lealtad no es más que el convencimiento que lo que hacemos no es para alagar al
jefe sino entender que es por un orden superior a líder y empleado. Es el
sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los
compromisos establecidos o hacia alguien.
A
veces pensamos que con un curso de “ponerse la camiseta” los empleados van a
dar todo por nosotros pero debemos de ser congruentes, por ejemplo les pedimos
a los trabajadores que den su máximo esfuerzo y trabajen más tiempo por pago de
horas extras pero cuando nos buscan nunca estamos ahí, nos vamos de vacaciones
o nos vamos temprano. No estamos al pie del cañón.
Debemos
hacer sentir al empleado la importancia de lo que le toca hacer, reconocer su
labor y guiarlo de cerca para que logre sus propias metas con nosotros. No hay
nada más reconfortante que sentirse útil en lo que haces, el reconocimiento de
los demás pero sobre todo de tus superiores encontrando cual es nuestro
propósito y como contribuyo a mi crecimiento y el de la organización.
No
hay mayor decepción que hacer tu mayor esfuerzo y que pase desapercibido porque
consideran que es lo que tenías que hacer, pero la diferencia entre un
trabajador mediocre y uno exitoso radica en el esfuerzo que realmente haces, en
el extra y el amor que le pones a cada acción; piensa en el chef que sale muy
temprano a escoger los mejores ingredientes para el platillo del día, que no
escatima en la calidad de los productos, que dedica horas para lograr un
cocimiento exacto, que lo sirve de manera elegante y procura que el comensal viva
toda una experiencia culinaria. Salir de la cocina para conocer la opinión de
quién prueba su creación, que no está esperando un premio como si estuviera en
un “Master Chef” y recibe el agradecimiento puntual por su trabajo. Debe ser
motivante.
Ahora
te pregunto, ¿Qué tipo de empleado quieres? ¿El adulador que solo quiere quedar
bien o aquel que de verdad se preocupa por que las cosas salgan como debe de
ser? Depende de ti. Por cierto, está película me hizo recordar una antigua
frase que escuche hace años: “entre más conozco a la gente, más quiero a mi
perro”.
La
próxima semana, “Coco o mejor dicho vive el momento”
Me
gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja California
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