(Primera parte)
Pablo Magaña Espinoza
Si el tema habla de la radiografía del docente, debemos de
partir de ciertos cuestionamientos; necesariamente un docente en su hacer, debe
diariamente cuestionarse, ¿A quién voy a enseñar? ¿Qué voy a enseñar? ¿Cómo voy
a enseñar? ¿Dónde y para qué voy a enseñar? ¿Cómo voy a evaluar?...
interrogantes que nos permiten centrar nuestra atención en una acción
metacognitiva de valoración de nuestra practica educativa; analizar sin duda
cada paso que damos. Esto hace que podamos fortalecer el caminar no solo de
nosotros, sino de quienes son la pieza importante, nuestros alumnos.
Las respuestas a estas interrogantes, brindan momentos para
visualizar la radiografía y así puedo centrarme en mi acción ¿Soy Maestro? Los
procesos actuales, generan acciones de valoración, donde se tenga el
conocimiento general del hacer de ese “SOY”, para estar a la vanguardia, partiendo
de que debo tener en mente que ser docente es ser Servidor Público, y estar al
día para contar con las competencias que las necesidades de los alumnos en
nuestros días demandan, y que con ello, cada día debemos de estar mejor
preparados para enfrentarnos a los retos que la sociedad actual nos determina.
Pero ante esta valoración, ante este análisis y reflexión, ¿qué
buscamos? primero, analizar de manera efectiva qué somos. Dinamizador AFT.
Scolartic. (2017) establece que un docente es “GUÍA, pero los guías siempre
marchan adelante mostrando el camino; sondeando los peligros, presintiendo los
fracasos y buscando las fallas que podrías ser fatales en el ascenso; marchan
con la mirada en alto escrutando los horizontes y sorteando las brisas para definir
las rutas de sus guiados. Dan consejos seguros y dejan huellas muy visibles
para que todos logren llegar a la meta perseguida”, ante este panorama de
radiografía, hace que sin duda podamos como parte fundamental de los actores
educativos en una institución en el nivel que estemos laborando, emprender ese
sentido de “Guía”, brindar el acompañamiento que requieren para enfrentar esos
peligros, que actualmente se establecen como retos cognitivos enmarcados en
aprendizajes esperados que hacen que el alumno conforme tenga su proceso de
actividad de preparación, alcanzará las competencias establecidas para el
aprendizaje que requiere para la vida.
Para ello, el docente debe de tener de manera fundamental
cierta flexibilidad para adaptar toda acción en aprendizajes, de tal forma que
al encontrarse ciertas dificultades, pueda realizar las adecuaciones
pertinentes para modificarlas y transformarlas en fortalezas, estirando y
aflojando lo que se requiera y aplicar de manera adecuada en su práctica
educativa, esto permite que el docente amplié su visión en todo momento y
encuentre siempre el momento oportuno para encausar adecuadamente a sus alumnos
al logro de los objetivos trazados.
Haciendo
una alegoría, debemos de pensar en los retos del “cometa”, para poder ser
volarlo, debemos de buscar la fuerza del viento adecuado, el hilo consistente
para poder estirar y aflojar lo conveniente, teniendo previamente su
construcción como la mejor para enfrentar retos… esto conlleva, que debemos de
conocer a nuestros alumnos, estar enterados de sus saberes previos, ése bagaje
de conocimientos que trae para poder aplicar “el estirar y aflojar”, en esas
corrientes de aire que van hacer que el aprendizaje del niño lo haga volar lo
necesario para adquirir nociones que con
esa experiencia de estar en el grupo y en el salón de clases contigo maestro,
sea lo que requiera de manera motivante para ver en el todo, el amaestramiento
que busca.
En
nuestros días, se pretende que el docente, encuentre en el proceso de
evaluación, ese cambio, esa fortaleza, esa necesidad de cambiar paradigmas si
es necesario para ser ese “Guía” que los niños requieren, que los padres de
familia buscan y que la sociedad verá en ti, al maestro que se requiere.
Pero entonces; ¿cómo definimos al maestro?, Dinamizador AFT.
Scolartic. (2017) opina que “Se dice que el maestro es un compuesto. Un maestro
debe tener la energía de un volcán en erupción, la eficiencia de una
computadora de última generación, la memoria de un cámara digital, la sabiduría
de Salomón, la tenacidad de una araña, la paciencia de una tortuga tratando de
cruzar la autopista en la hora del tráfico, la firmeza de un general, la
diplomacia de un embajador y la perspicacia financiera del más grande banquero.
Debe recordar que enseña siempre por palabra, pero más por ejemplo”. Grandes
retos, difíciles, pero no imposibles ¿Qué opinan ustedes?
En la siguiente parte, es preciso hablar de otro actor
fundamental, los padres de familia…
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