Samuel Gómez
Patiño
Si tuvieras la oportunidad antes de morir de volver a vivir el mejor
momento de tú vida, ¿Cuál escogerías?
Si tuvieras la oportunidad
de volver a platicar por última vez con alguna persona en especial, ¿Qué le
dirías?
Si pudieras ver otra vez
la sonrisa que más te cautivo, ¿Cuál sería?
Si tuvieras la oportunidad de ver por última vez una persona, ¿Quién sería?
Si tuvieras un minuto más de vida, ¿Cómo lo aprovecharías?
No todos tenemos la
oportunidad de despedirnos de nuestros seres queridos, y pudiéramos desear una
última taza de café, una buena charla y un momento antes de partir; siempre
quedan cuentas pendientes.
Reflexionaba mientras unas
lágrimas recorrían mis mejillas al recordar lo que ya no puedo cambiar pero sobre
todo lo que Samuel Gómez pueda dejar. No solo una foto para que no me olviden,
sino un legado para trascender después de partir.
Hace tiempo que el dinero
no significa mucho para mí, no trabajo por ganarlo sino porque dejo algo de mí
en cada misión que llevo a cabo. Me da tristeza ver a compañeros de trabajo que
sólo se mueven a trabajar si hay papelitos de por medio para convertirlos en
bonos y posteriormente en dinero. Estoy convencido en lo vacío de sus vidas
tratando de llenarlas con bienes materiales y vaciando su corazón para darle
espacio. Al final voy a partir y todo lo voy a dejar excepto las memorias de lo
que haya hecho.
¡Vive el momento! De forma
recurrente lo planteaban los protagonistas de la película que habla de nuestras
tradiciones (aunque sigo convencido que no son de todo México, ya que como toda
región tenemos nuestra propia historia), y que al final cumple su propósito:
dar a conocer nuestro festejo de “Día de muertos”, y no me importa que Disney y
Pixar se hayan atrevido a realizarlo ya que me parece que lo hicieron
profesionalmente, logrando educarnos y reforzar esta creencia de una parte de
nuestro México.
Si tuviera la oportunidad
antes de morir de volver a vivir el mejor momento de mi vida, después de
pensarlo mucho, me parece que sería este:
Cuando mi señora estaba
embarazada de nuestros hijos, algo que no quisimos saber hasta que nacieran era
que si eran hombre o mujer. Así en 1991, nació Samuel Alfonso, mi hijo mayor y
en 1993 Perla del Socorro “Pita” como le decía su hermano. Cuando se confirmó
que Rosario (mi esposa) estaba embarazada de “Pita” le dijimos a mi hijo que
pronto tendría un hermanito (a) y su reacción fue para nosotros además de
sorpresiva, preocupante: lloro de coraje gritando que no quería un hermanito, y
así los casi diez meses de embarazo cada vez que le mencionábamos esto, lo
repetía y volvía a protestar.
Por alguna razón la niña
no llegaba, fue tal la preocupación que los doctores del Seguro Social
decidieron internar y provocarle el embarazo a Rosario, la última solución
sería la cesárea algo que mi señora no deseaba, ella prefería el parto natural,
una decisión muy valiente de su parte. Tres días hospitalizada mientras me
quedaba en la casa con mi hijo aprovechando para tratar de concientizar al
niño, pero una y otra vez tenía la misma reacción.
Por fin, el 13 de junio
nació Perla pero se tuvo que quedar otro día en observación ya que les pareció
a los doctores que no era normal el peso (más de 5 kilogramos y más de 50
centímetros de estatura), así mi señora volvió a casa sin la niña. Samuel
estaba menos inquieto mientras no le recordáramos que ya tenía una hermanita.
El problema sería al día siguiente cuando nos entregaran a la bebé. Esa noche
no pude dormir bien, pensaba que posiblemente tendría que cuidar la cuna todas
las noches, evitar que el niño le estuviera pegando y quitando los juguetes a
su hermana, en fin, una noche de insomnio.
Llegamos al Seguro Social
y Rosario tuvo que subir por la niña mientras mi vástago y su servidor esperamos
en el primer piso; todavía le comente a Samuel que su mamá venía con su hermana
y por fin la conocería y otra vez mostro su coraje, ¿Qué más podía hacer?
Entonces llego el momento,
no sé si el mejor de mi vida, pero si el que me gusta rememorar siempre.
Llego Rosario con Perlita
entre sus brazos, la niña lloraba de hambre ya que la entregaron a la hora de
la comida de los bebés. Una enfermera le había entregado un biberón que tuvo mi
señora que esconder para que no la vieran los guardias. Samuel al escuchar su
llanto me pidió que lo levantara y lo abrazara hasta alcanzar a su hermana y
ante mi sorpresa le dio su biberón para que ya no llorará. Nació un lazo
especial entre ellos.
Hoy los dos son adultos,
pero si partiera pronto estoy tranquilo porque aunque ahora cada quién tiene su
carácter, sé que pueden correr por la vida como lo que son: hermanos, y de una
u otra forma nacieron para competir juntos por la vida.
La próxima semana,
¿Valores o antivalores?
Me gustaría leer
tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook:
Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente
Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y
Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la
Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad
Autónoma de Baja California
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