Los conjurados
> Lo primero que uno piensa es
que cómo se puede concebir una unión entre la izquierda y la derecha mexicanas,
el PRD y el PAN son enemigos acérrimos e históricos, que en el papel ostentan postulados
tan dispares que sólo la imaginación más excéntrica podría conciliar.
Ricardo Sigala
El 4 de noviembre se cumplieron dos
meses de que se dio a conocer una de las aberraciones más elocuentes de nuestro
sistema político, una de las manifiestaciones más claras del estado de
decadencia en que se hunde la retórica política en nuestro país. Se le ha
llamado Frente Ciudadano por México y está integrado en principio por los
partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento
Ciudadano (MC), y recientemente se han sumando el Partido Nueva Alianza
(PANAL). El frente ha declarado que tiene como como objetivo evitar el triunfo
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de Movimiento de Renovación
Nacional (MORENA), para las elecciones de 2018.
Lo
primero que uno piensa es que cómo se puede concebir una unión entre la
izquierda y la derecha mexicanas, el PRD y el PAN son enemigos acérrimos e
históricos, que en el papel ostentan postulados tan dispares que sólo la
imaginación más excéntrica podría conciliar. Cómo podemos hacer comprensible
que MC se asocie con estos partidos tradicionales cuando su estrategia para
encumbrarse ha sido justamente alimentada por el discurso de distanciamiento
frente ellos, MC ha convencido a millones de ingenuos bajo el argumento de que
los naranjas son lo contrario del PRI, pero también del PAN y del PRD.
Lo anterior nos hace suponer que
estos partidos carecen de principios y si es así no deben aspirar a puestos
públicos, pues la ausencia de principios produce gobernantes sin escrúpulos. O
bien que los partidos sí tienen principios, pero sus miembros los están
traicionando, y si es así estos políticos no deben ser candidatos porque quien
traiciona los principios ideológicos de su propio partido también traicionará a
sus gobernados y a su patria.
Pero quizás sea inocente de mi
parte esperar preceptos ideológicos o principios a los políticos que representan
a estos partidos. La historia nos ha enseñado que tanto el PAN como el PRD una
vez en el ejercicio del poder han adoptado, a veces de modo más refinado y
eficiente, muchos de los tradicionales vicios del PRI. La corrupción, la
impunidad, la ineficiencia y la irresponsabilidad social ya los había unido
antes de la existencia de este frente. Por su parte MC, que ha tenido poco
tiempo para demostrar sus alcances, ya ha mostrado por medio de su
autoritarismo y sus sofistas estar más cerca de la herencia priísta de lo que
nos quieren mostrar sus discursos.
La verdad es que en nuestro país ya
no es posible hablar de partidos políticos ni de ideologías, está claro que se
trata de una clase política, y digo clase por no decir mafia. Esta clase busca
por los todos medios permanecer en el poder, saltan de un partido a otro,
famosos priístas han continuado sus carreras en el PAN, en el PRD y no se diga
en MC. Quieren eternizarse en el poder, vivir del presupuesto, aprovechar las
prebendas y canonjías que ellos mismos se otorgan, han vampirizarado este país
como nunca había sucedido en nuestra historia.
Nos estamos acercando a las
campañas presidenciales de 2018 y no debemos dejar de ver estas
inconsistencias, es tiempo de que les dejemos de llamar políticos y comencemos
a llamarlos servidores, porque a diferencia de lo que solemos pensar en México
los políticos no deben estar por encima de nosotros, son nuestros servidores,
su obligación es servir a la patria y a los ciudadanos que no sólo los
mantienen en sus puestos sino que les pagar sus altos sueldos.
Sí, el llamado Frente Ciudadano por
México es una de las aberraciones más elocuentes de nuestros sistema político,
una de las manifiestaciones más claras del estado de decadencia en que se unde
la retórica política en México, es una revoltura de la misma escoria de
siempre, pero el verdadero peligro es que los electores les vayamos a creer
nuevamente en 2018.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario