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miércoles, 11 de octubre de 2017

La solidaridad espontánea


Samuel Gómez Patiño


Solidaridad o sólo dar y dar. Después de presenciar desde lejos las tragedias de los sismos y los huracanes en nuestro país, y la reacción espontánea de los habitantes de cada región afectada, sólo me queda preguntarme ¿Qué pasaría en este país si utilizáramos siempre esa misma fuerza para vivir mejor? ¿Por qué en nuestros peores momentos sacamos lo mejor de nosotros mismos?



            Estaba escuchando a través de un video de Facebook, una entrevista a Diego Luna donde comentaba que estaba sorprendido como después de derrumbarse un edificio vio a la gente correr, pero no huyendo de la cortina de polvo que salía del lugar del siniestro, sino todo lo contrario regresando para tratar de ayudar a las personas atrapadas aún a costa de su propia vida. Agregaba que la gente corría a ayudar porque sabía que el gobierno no iba a ser nada, apreciación que me parece errónea ya que no creo que todos los voluntarios pensaban en lo que el gobierno tenía que hacer sino en resolver inmediatamente una necesidad para las personas atrapadas o heridas, y sin afán de defender al gobierno, en una catástrofe de tal magnitud las fuerzas públicas se ven rebasadas para atender con la rapidez requerida.

            Lo anterior sólo nos muestra una cara de la naturaleza humana, ayudar a los demás sin pensar en las consecuencias. Entonces vimos personas iniciando las operaciones de rescate, vecinos ayudando sus vecinos, familiares ayudando a sus familiares, desconocidos ayudando a desconocidos. No era momento de siglas partidistas, de protestas gubernamentales, rivalidades deportivas, era el momento de ayudar al necesitado.
          
  Desde cualquier rincón del país, pudimos observar los miles de héroes ayudando; unos trabajando entre los escombros, otros dirigiendo a las multitudes, otros compartiendo sus celulares para comunicarse, ofreciendo agua y comida, un lugar de descanso, transporte gratis, o simplemente ofreciendo consuelo o palabras de aliento ante el sufrimiento ajeno.

            Imágenes como la del anciano cargando una piedra, un soldado llorando al rescatar cuerpos sin vida, hombres, mujeres y niños al pie del cañón. Un puño levantado, no para protestar sino para dar esperanza a todos y un silencio no de muerte más bien de vida para escuchar al que está en desgracia bajo los escombros. La imagen de la mujer que después de varias horas enterrada es rescatada y sale con una sonrisa de fe y esperanza.

            Ni siquiera puedo imaginar el sentimiento de las personas al encontrar personas con vida y rescatarlas, como tampoco cuando encontraban un cuerpo ya sin vida pero que al final serviría de consuelo a sus familiares que pudieron enterrar a su difunto y despedirse de él.

            Lo mejor de la naturaleza humana ante la catástrofe. Igual ver a un perro agotado después de buscar entre los escombros y salvar varias vidas. Las imágenes de los perros rescatistas y creer que ellos también sienten satisfacción del deber cumplido y esperan no una paga, sino el amor de su entrenador nos muestra que a pesar de las diferencias como especies podemos trabajar en conjunto aprovechando las habilidades de cada uno.

            Por supuesto agradecer a quienes en lugar de observar de lejos la tragedia se trasladaron a los lugares afectados ofreciendo sus herramientas y conocimientos, así tuvimos la llegada de voluntarios no sólo de muchos rincones del país sino de otras naciones que llegaron sin ningún otro interés que ayudar al damnificado.

            México sana sus heridas, y ahora ocupamos que siga la misma solidaridad con las personas que perdieron sus pertenencias, su patrimonio de toda la vida, familias partidas por la catástrofe. Ahora es cuando se ocupa que el gobierno haga su trabajo, ¿Por qué se cayeron algunos edificios? Interesante que ahora se den cuenta de la corrupción en algunas edificaciones mal estructuradas con permisos para construir y con falta de supervisión para el uso de materiales adecuados. En lugar de construir viviendas parecen ataúdes gigantes. El gobierno debe empezar por evitar estos malos hábitos de funcionarios y profesionistas ávidos de riqueza, si de verdad les llego la tragedia que se pongan a trabajar.

            Como vecinos debemos tener otra actitud, volvamos a la cultura del buen vecino donde nos cuidábamos unos a otros, nos preocupábamos por nuestro vecindario. Dejemos de construir muros físicos y mentales que hacen que en cada casa se viva como en una isla.

            Las empresas deben ser socialmente responsables, pero “no de dientes hacia afuera”, las inmobiliarias deben dejar de construir casas que no cumplen con las normas internacionales para la buena convivencia de las familias. Transportistas cumpliendo con el servicio de calidad que merecemos, medios de comunicación preocupados por informar y entretener más que por el dinero, en fin, rescatemos lo mejor de nosotros de las cenizas de la tragedia.
           
El mejor meme sobre el sismo: un niño cargando un escombro grande en sus espaldas y la leyenda “Y retiembla en sus centros la tierra un soldado en cada hijo te dio”. ¡FUERZA MÉXICO!
            La próxima semana: la economía circular.
                       
Me gustaría leer tú opinión, puedes escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño


*Vicepresidente Educativo del Club Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de Contaduría y Administración, en Tijuana

Universidad Autónoma de Baja California

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