>Los conjurados
Ricardo Sigala
Un grupo de
jóvenes ingleses en los años noventa están internados en Hailsham, instituto de
educación entre victoriano y neo hippie ubicado en la campiña británica. Ahí
estudian como todos los adolescentes, hacen deporte, práctican artes, se
enamoran, descubren el sexo. La historia sigue desarrollándose hasta que los
personajes tienen entre 25 y 30 años, y gira en torno a la amistad y la
rivalidad amorosa de Kath y Ruth en torno a Tommy. Éste es el planteamiento
incial de Nunca me abandones, la
sexta novela de Kazuo Ishiguro, premio Nobel de literatura 2017. Se trata de un
libro bellísimo, sutil, amable en apariencia, escrito con una delicadeza que
recuerda a ciertos escritores japoneses, pero que al mismo tiempo se va
tornando poco a poco en una pesadilla terrible. Terrible porque justo parece
que todo está bien, que a nadie parece importarle lo que le está sucediendo a
este grupo de chicos.
En el desarrollo
del libro todo parece normal e incluso anodino, salvo una permanente y muy
discreta atmósfera de misterio y tensión. De a poco nos enteramos que ninguno
de los miembros de la escuela conoce a sus padres ni a sus parientes, de hecho
pronto sabremos que no los tienen. También nos encontramos con que su educación
excluye la posibilidad de proyectos de vida, nadie debe verse en el futuro como
un profesionista, no pueden hacer su vida en ninguna ocupación u oficio.
También descubrimos que no son fértiles, que se les permite, y recomienda,
tener relaciones sexuales para que se mantengan sanos, el sexo es tan importante
como la alimentación y el deporte, pero deben evitar tener relaciones con
personas ajenas a su grupo, para evitar infecciones y sobre todo que se
enamoren de ellos. Y es que el futuro de este grupo de jóvenes ya está
determinado, no tienen alternativa, deben ser donantes. Sí, donantes de
órganos.
Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro es una novela terrible porque las
cosas se dicen sin decirlas y eso resulta mucho más inquietante. Varios son los
dilemas éticos planteados en el libro, pero nunca son enunciados con la pompa
de la propoganda, el discurso político o la publicidad; ni siqueira recurre a
las formas literarias tradicionales como la literatura de denuncia, las
distopías o la ciencia ficción. Ishiguro va provocando un rastro de preguntas que
debemos plantearnos, nos obliga a hacernos activos y llevar esos
custionamientos a nuestra vida cotidiana. ¿Qué pasa con la ética de la ciencia
en relación no sólo con la clonación si no con su capacidad de modificar la
lógica de la naturaleza?, ¿hasta dónde puede llevar la práctica de la donación
de órganos en un mundo donde hay seres humanos de primera y de segunda
categoría?, ¿qué tan ético es un sistema educativo que prepara a sus
estudiantes a aceptar su condición como un destino inmodificable, aun cuando se
trate de un asunto tan cuestionable?
A diferencia de
las distopías del tipo de Un mundo feliz
o 1984, Ishiguro ubica su historia en
el presente, no recurre a sofisticados tecnicismos ni hace ostentación de un
mundo tecnologizado en exceso, el autor parece decirnos que los problemas
derivados del mal uso de la ciencia que tanto inquietaron a Aldoux Huxley y a
George Orwell no están el futuro, que el futuro nos ha alcanzado y no nos hemos
dado cuenta de ello.
Nunca me abandones es una buena opción para acercarse al universo
Ishiguro, y comenzar a ver nuestro mundo
con otros ojos.
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