>Los conjurados
Ricardo Sigala
Juan Villoro es un escritor y
periodista reconocido ampliamente en el ámbito de la lengua española, derivado
de sus intereses y de sus necesidades de comunicación ha practicado una
multiplicidad de géneros y su producción es abundante. Es autor de cerca de
cuarenta títulos entre novela, cuento, ensayo, crónica, teatro y libros
infantiles. Desde la publicación en 1980 de La
noche navegable hasta Apocalipsis
(todo incluido) de 2014, Juan Villoro ha venido construyendo una obra
constante y múltiple, tanto desde la ficción como desde la especulación
ensayística, y especialmente desde la crónica, en la que se ha convertido en
una de las voces más importantes de la actualidad.
Educado
en la Ciudad de México de la mitad del siglo XX, es hijo del filósofo catalán
Luis Villoro y la psicoanalista la mexicana Estela Ruiz Milán, pareciera que
los astros se hubieran conjuntado a favor del futuro escritor, que además la
dieron los ingredientes ideales para la conformación del espíritu propio de su
generación: nació con el mismo año que el rock and roll, y vivió el 68 en la
adolescencia. El escritor escribió que los años sesenta fueron el momento en
que “la ilustración se hizo eléctrica y cambió las pelucas por las melenas.”
Juan Villoro definió la crónica
contemporánea como el ornitorrinco de la prosa, porque algo tiene de la novela,
el reportaje, el cuento, la entrevista, el teatro, el ensayo, e incluso la
autobiografía. Antes Alfonso Reyes había usado la metáfora del centauro para
explicar el ensayo. El conjunto de la obra de Villoro podría aceptar cualquiera
de estas imágenes. Ese corpus sería
una criatura de esta naturaleza; sí, por la suma de los géneros que practica;
pero, sobre todo, por la versatilidad de sus intereses, por los distintos
enfoques que explora el autor. En este centauro-ornitorrinco confluyen el
Villoro aficionado al rock, el fanático del futbol, el apasionado lector de
literatura, el sociólogo, el traductor del inglés y del alemán, el escritor de
literatura infantil, el periodista, el profesor, el ensayista, el maestro oral,
el explorador de la mexicanidad contemporánea, el ciudadano preocupado por los
asuntos de la polis. La obra de Villoro siempre destaca por su clara identidad,
por su estilo reconocible y por la agudeza de sus observaciones.
Los
premios y reconocimientos a su obra son abundantes y resultaría ocioso
enumerarlos en esta nota. Baste con decir que prácticamente en todos los
géneros que cultiva ha tenido premios tanto en el país como en el extranjero.
Ha recibido reconocimientos por su trayectoria como el Homenaje Nacional de
Periodismo Cultural por parte de la FIL de Guadalajara en 2013 y el Premio José
Donoso a la totalidad de su obra que se le entregó en Chile en 2012. En España
y Francia ha recibido premios de novela, de crónica y cuento.
Juan
Villoro también es profesor, aún más, es un maestro oral. Escucharlo disertar
es una experiencia no sólo académica, se trata de una suceso además estético y
apasionado. Su tono ecuánime contrasta con lo provocadoras y contundentes que
pueden ser sus posturas. No es extraño que haya sido profesor en instituciones
educativas como la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y las universidades
norteamericanas de Yale y de Princeton, además, por supuesto, de la Universidad
Nacional Autónoma de México y el Colegio Nacional.
Una
faceta muy importante de Juan Villoro es la que él llama la “literatura con
prisa”, esa serie de artículos, crónicas y ensayos que pública de manera
continua en medios del país, de Sudamérica y de Europa, entre los que destacan
Reforma, Proceso, La Jornada, Letras Libres, Gatopardo, El Malpensante, El
país, Süddeutsche Zeitung, Frankfurter Allgemeine Zeigtun y Granta, entre
otros.
Juan
Villoro es uno de los intelectuales más preocupados por la realidad nacional,
en especial con las causas de los menos favorecidos, es conocido su honesto
interés por el movimiento zapatista o recientemente su inquietud por los
estudiantes de Ayotzinapa, y su simpatía por María de Jesús Patricio, candidata
indígena a la presidencia de la República.
Uno
de los grandes temas de su agenda es la de la violencia a la que se ven
sometidos los periodistas en nuestro país. Sí, la violencia radical que mata
periodistas. Sin embargo también está la otra, la que ejerce el Estado desde
las altas cúpulas, pero también la que ejecutan los pequeños poderes
regionales; o bien aquella censura de
los propios medios, en un afán de conservar privilegios, o por un mero arraigo
de sometimiento; y no hablemos de los sueldos que convierten la profesión en
una especie de deporte extremo de supervivencia cotidiana.
“México tiene muy buenos
periodistas pero muy malos medios”, aseveró Juan Villoro en una entrevista
concedida a Arena Pública TV. Ante esta situación desoladora de los medios en
México, tenemos todavía una esperanza: los periodistas.
Juan Villoro estará en Zapotlán el
Grande este lunes 18 de septiembre. Es por supuesto una gran noticia. Tener en
Ciudad Guzmán a una de las figuras más influyentes de la literatura y del
periodismo, no sólo de nuestro país, sino de la lengua española, es un
privilegio, y seguro lo esperan con gran expectativa todos aquellos que tienen
un real interés por la cultura.
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