Samuel Gómez Patiño
A mediados de
los ochentas, mientras estudiaba mi carrera de Licenciado en Administración de
Empresas me desempeñaba como auxiliar de almacén de una fábrica de papas fritas
de la organización Frito Lay en México Sabritas, denominada Temati, S. A. de
C.V.; mi actividad principal era documentar los camiones de la mercancía que
era en su totalidad de exportación hacia los Estados Unidos, por lo que tenía
que llevar un control sobre las importaciones y el retorno de estas a su país
de origen, ya que maquilábamos para la empresa extranjera.
Al inicio fue fácil ya que solo se
enviaba un camión diario al extranjero, pero a los meses ya eran de cinco a
ocho diarios, por lo que debía llevar un control minucioso de las mercancías
producidas, subidas a cada camión y cruzadas por la frontera, gran
responsabilidad de mi trabajo, tanta que era difícil creer que no podía faltar
a mi trabajo, ya que nadie más podía realizar esa labor, y entonces se tenía
que detener desde la producción hasta los envíos; la falta de un peón
trastornaba la fábrica.
Un año y medio después el gerente de
almacén me comunico que iba a renunciar y que me había recomendado con la
dirección general para que ocupara ese puesto, al fin y al cabo tenía el
conocimiento del manejo de los almacenes y de tránsito de mercancías; en esa
época llevaba recorrido la mitad de la carrera, y particularmente ese tiempo
fue el peor de mis estudios ya que no le dedicaba el tiempo suficiente y estaba
a punto de perder la escuela, por lo que cuando me ofrecieron la gerencia ahí
mismo renuncie a mi trabajo, algo de lo que no me arrepiento, ya que pude
finalmente terminar mi licenciatura.
Quien no aprende a obedecer nunca
aprenderá a mandar. Cuando uno llega a un puesto de mando, nadie asegura que
serás un buen jefe. Cada quien llega por méritos propios, pero por mi
experiencia de varios años he visto que los peores jefes siempre son los que
sin méritos o mejor dicho por que el mérito es ser hijo del dueño o en
organizaciones públicas impuestos por personas extrañas a ella (como políticos
aprovechados de los recursos públicos para ganancias personales) ya que son
personas que no tienen el conocimiento y la experiencia que se obtiene de
cumplir con las responsabilidades propias de un trabajo, el estrés de tener que
cumplir con las jornadas establecidas, el tener que entregar informes y
resultados a los jefes, ser evaluado constantemente para ganarse por buen
desempeño un bono económico que algunas veces más parecen dadivas que
recompensas, en fin que aprendieron de lo que es trabajar honestamente y
cumplir a pesar de todo con lo encomendado.
Después de esa experiencia en la
Temati, he tenido la oportunidad de llevar la responsabilidad de algunas
organizaciones y siento que lo que me ha hecho más humano es haber iniciado
desde abajo. En el “Instituto Continental”, la primera escuela que trabaje, la
directora y dueña del plantel me promovió a administrador, en la secundaria
“Miguel de Cervantes Saavedra” los socios que iniciamos esta aventura me
nombraron director del plantel, fui gerente de personal en una cadena de
zapaterías de Tijuana “El Trébol”, en la “Liga de Softbol Egresados
Universitarios” fui presidente por diez años, en mi primer incursión en la
organización de los Toastmasters fui presidente del “Club Tijuana”, coordinador
de grupos de preparatoria abierta tanto para la UABC, como para mercados
“Gigante” y la fábrica “Industrias del Pacifico”, en mi trabajo en la
Universidad Autónoma de Baja California ya he sido administrador de la Facultad
de Contaduría y Administración, coordinador de la carrera de Licenciados en
Administración, coordinador de varias áreas y últimamente coordino los maestros
de las materias de derecho y de apoyo, 50 catedráticos en 90 grupos. Si me
preguntaran si he sido buen líder, sólo podría responder que mi trabajo me ha
dado más satisfacciones que penurias, y a la vez puedo decir que más amigos que
enemigos, porque a muchas personas se les olvida que el mundo da vueltas, que
son altas y bajas, y luego no hayan donde esconderse.
Dicen que en este país al jefe no se
le rebasa ni en la carretera. Me da lástima quien en lugar de ascender por sus
propios méritos, trabajo, responsabilidad, etc., lo tiene que hacer limpiando
las botas de su jefe, haciendo el trabajo sucio del patrón y también al “Jefe
de Jefes” que algún día tendrá que dar la cara por sus acciones a las personas
más importantes, a sus hijos. Que cara tendrá cuando alguien le hable de su
padre y le diga quién fue en realidad.
La próxima semana, El confort,
enemigo de la innovación.
Me gustaría leer tú opinión, puedes
escribirme al correo samuelgomez@uabc.edu.mx o en Facebook: Samuel Gómez Patiño
*Vicepresidente Educativo del Club
Toastmasters Ejecutivos de Tijuana
Licenciado y Maestro en
Administración de Empresas
Catedrático en la Facultad de
Contaduría y Administración, en Tijuana
Universidad Autónoma de Baja
California
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